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Compran enormes superficies de tierras aptas para agricultura

Conglomerados económicos «comiéndose» a países enteros

Fuentes: Rel-UITA

Recientemente, el portal de noticias internacionales New Eastern Outlook publicó un informe en el que resalta el involucramiento de grandes conglomerados económicos, con Monsanto a la cabeza, en la compra de enormes extensiones de tierras en todo el mundo. Según varios expertos internacionales -señala el portal- la compra de terrenos representa una «inversión económica altamente […]

Recientemente, el portal de noticias internacionales New Eastern Outlook publicó un informe en el que resalta el involucramiento de grandes conglomerados económicos, con Monsanto a la cabeza, en la compra de enormes extensiones de tierras en todo el mundo.

Según varios expertos internacionales -señala el portal- la compra de terrenos representa una «inversión económica altamente lucrativa», tanto para países desarrollados como para sus empresas transnacionales.

En este sentido, para países como China, Corea del Sur, Japón, India, las naciones del Golfo Pérsico y para Estados Unidos, entre otros, la compra de terrenos agrícolas fuera de sus fronteras nacionales se ha convertido en una «política de Estado».

Si hace unos años, el continente africano era el territorio más atractivo donde adquirir extensiones enormes de tierras a bajo costo, la crisis económica y financiera de Ucrania ha colocado a esta nación en la cima de las preferencias.

De acuerdo con datos reportados por New Eastern Outlook, el fenómeno de la extranjerización de las tierras en África afecta a más de 60 millones de hectáreas, es decir dos veces la superficie del Reino Unido.

Países a la venta. Transgénicos y agrocombustibles por doquier

En Etiopía, explica el portal web, el precio del alquiler anual de un terreno no supera los 1,20 dólares por hectárea, mientras que el precio de venta se mantiene entre 20 y 30 dólares.

En los últimos años, los países que más han invertido en la compra de terrenos en este continente son Alemania y Estados Unidos.

«Las empresas de estos países cultivan prevalentemente trigo y aceite de palma genéticamente modificados para la producción de agrocombustibles. Monsanto, empresa líder en la producción de alimentos transgénicos, ha sido muy activa en este sentido», explica New Eastern Outlook.

El portal señala también el involucramiento de varias universidades norteamericanas en la compra de terrenos en África, entre otras, Harvard University y Vanderbilt University, que están comprando a través del mediador inglés Emergent Aset Management.

Asimismo, la Universidad de Iowa, en colaboración con AgriSol, ha iniciado un proyecto en Tanzania valorado en más de 700 millones de dólares, que prevé el desplazamiento de las comunidades de Katoomba y Misham, donde viven más de 160 mil personas.

Frecuentemente -señala la misma fuente informativa- estos nuevos «terratenientes» son ciudadanos norteamericanos que aprovechan su cargo institucional para estos fines.

«El entonces embajador de Estados Unidos en Sudán, Howard Eugene Douglas, fundó la Kinyeti Development Company, con sede legal en Texas, convirtiéndose en propietario de unas 600 mil hectáreas de tierras.

No deja de sorprender el hecho de que, al momento de iniciar su actividad en el sector inmobiliario, Douglas desempeñaba el cargo de coordinador para los refugiados en Sudán, muchos de ellos víctimas de los desalojos realizados por su misma compañía», recuerda New Eastern Outlook.

 Ucrania: de granero de Europa a dispensador de venenos

Muchas veces, la compra de terrenos se realiza de manera semi oculta, tratando de obviar las legislaciones nacionales que prohíben la venta a extranjeros. El portal internacional explica que, es estos casos, se crean joint ventures.

«Al final, la adquisición de tierras revelará su verdadero objetivo: el colonialismo. Si en el pasado para crear una colonia había que ocupar un territorio con la fuerza, ahora es suficiente comprarlo, y los nuevos propietarios son los que mandan», analiza la publicación.

El caso de Ucrania destaca por el proceso acelerado de extranjerización de territorios.

Ucrania es el tercer exportador mundial de maíz y el quinto de trigo. Tiene 32 millones de hectáreas de tierras de cultivo, es decir un tercio de la tierra productiva total de toda la Unión Europea.

De acuerdo con datos de la instancia gubernamental que controla el uso de las tierras en este país, el 75 por ciento de las tierras arables -unas 33 millones de hectáreas- ya están en manos de privados, entre ellos diferentes corporaciones agroindustriales europeas y norteamericanas.

«Estas empresas son atraídas por el bajo costo y la fertilidad de la tierra negra de Ucrania, en este momento el mejor lugar al mundo para cultivar alimentos genéticamente modificados y maíz para agrocombustibles.

Monsanto ya anunció una inversión multimillonaria en el sector agrícola ucraniano, y lo mismo harán otras empresas como Cargill y DuPont», advierte New Eastern Outlook.

En definitiva se trata de una verdadera escalada al sector agrícola ucraniano.

Cargill, por ejemplo, ya controla más del 5 por ciento de Ucraina UkrLandFarming, una de las más grandes empresas agrícolas del país, al tiempo que comercia de manera masiva agrotóxicos, semillas transgénicas y fertilizantes.

El portal internacional advierte también sobre la presencia en Ucrania de unas 40 empresas agrícolas alemanas, que operan en terrenos de entre 2.000 y 3.000 hectáreas.

Y por si esto fuera poco, el fondo de pensiones estadounidense NCH Capital ya arrendó unas 450 mil hectáreas y se ha involucrado en la producción de transgénicos.

El resultado de esta política, que tiene fuertes ribetes geoestratégicos, promovida y fomentada por la Unión Europea, Estados Unidos y los organismos financieros internacionales, es que, actualmente, cerca de 1,7 millones de hectáreas de terrenos agrícolas de Ucrania estén en manos de extranjeros.

Alerta glifosato. Autoridades mudas, ciegas y sordas

El 3 de mayo pasado, más de 30.000 médicos y expertos en salud en toda América Latina exigieron que los productos de Monsanto sean prohibidos. Uno de los principales argumentos es la reciente confirmación por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el glifosato es causante de cáncer.

Monsanto desarrolló y patentó este herbicida de amplio espectro en 1974 y, aunque su patente expiró en el 2000, sigue siendo el principio activo del herbicida Roundup, que está asociado a la mayoría de sus transgénicos.

«Lamentablemente, la extranjerización de las tierras y la expansión de cultivos transgénicos parecen no preocupar a las autoridades ucranianas, las cuales han mostrado un total desinterés ante los peligros que corren tanto sus connacionales como el resto de la población europea», concluyó New Eastern Outlook.

Fuente: http://informes.rel-uita.org/index.php/sociedad/item/conglomerados-economicos-comiendose-a-paises-enteros