Las nuevas pautas salariales propuestas por el Poder Ejecutivo implican invariablemente un nuevo escenario para la mayoría de los asalariados uruguayos, el del estancamiento del salario real o del poder adquisitivo. Como bien señala el Instituto Cuesta Duarte, «los lineamientos suponen una desvinculación entre la evolución del salario real y el desempeño general de la […]
Las nuevas pautas salariales propuestas por el Poder Ejecutivo implican invariablemente un nuevo escenario para la mayoría de los asalariados uruguayos, el del estancamiento del salario real o del poder adquisitivo. Como bien señala el Instituto Cuesta Duarte, «los lineamientos suponen una desvinculación entre la evolución del salario real y el desempeño general de la economía», lo que se traducirá en una disminución de la masa salarial en el total del ingreso nacional, es decir, de la parte de la torta que es apropiada por los trabajadores, acentuando la desigualdad en el reparto entre el capital y el trabajo. [2]
Quienes viven de pensiones o jubilaciones también verán sus ingresos estancados, ya que éstos se ajustan en función de la evolución de los salarios. Pequeños comerciantes, vendedores informales, productores nacionales y todos aquellos que vendan mercancías cuyo destino es el consumo de los trabajadores probablemente verán perder dinamismo a sus emprendimientos.
El conjunto de los sectores populares será afectado, directa o indirectamente, por las nuevas orientaciones gubernamentales.
Nuevo escenario económico
La acumulación en Uruguay ciertamente está mostrando signos de desaceleración. Mientras que en los quinquenios 2005-2009 y 2010-2014 la economía creció un promedio anual de 5,9% y 5% respectivamente, para el quinquenio 2015-2019, la previsión es que lo haga al 2,7% anual [3] . El desempleo, que a fines de 2014 cerró en 6,6%, en abril de 2015 alcanzó el 8,1%, volviendo a los niveles alcanzados en el segundo semestre de 2009 luego del paulatino descenso post-crisis del 2002. [4]
En términos generales, la caída de los ingresos derivados de nuestras exportaciones es clave para entender el menor ritmo de acumulación interna. A esta menor captación de renta de la tierra derivada de una caída de los precios de los bienes exportados, se suma otra variable que tenderá a consolidarse: el fin de un ciclo de alta liquidez internacional dado el inevitable cambio en las políticas monetarias de los países centrales. En los próximos años es previsible que no haya la misma afluencia de capitales a nuestra economía que permitan compensar la disminución de los ingresos derivados de las exportaciones. La menor afluencia de dólares dificulta el cierre de las cuentas externas y tiende a depreciar la moneda lo que a su vez presiona la inflación. En el fondo, lo que está ocurriendo es la disminución tanto del flujo de renta que alimenta la acumulación del conjunto del capital en Uruguay, como de los capitales extranjeros que buscan nuestro territorio para valorizarse y esto incrementa la tensión distributiva a la interna de la economía uruguaya.
¿Cómo responde el capitalismo uruguayo a este «shock externo»?
Conteniendo demanda interna, es decir, estancamiento salarial y «mesura» en el gasto público. Esto permite dos movimientos: por un lado, frenar la demanda interna disminuye la presión sobre el crecimiento de las importaciones que alimentan la formación de la canasta de consumo de los trabajadores y eso alivia la presión sobre las cuentas externas y coadyuva a contener la inflación. Así, la menor cantidad de dólares que llegará a nuestra economía podrá ser destinada a pagar intereses de deuda, dividendos a la IED, viajes por el mundo o a la importación de bienes suntuarios, ya que los ingresos del capital no se verán reducidos en el marco de una economía que a pesar del estancamiento salarial, continua creciendo. Al mismo tiempo, las presiones inflacionarias que se deriven de la depreciación del peso se verán atenuadas por el estancamiento de la demanda. Por otro lado, el estancamiento del salario busca ser un incentivo de la rentabilidad del capital por la vía de la contención de los costos laborales («preocupación por la competitividad» lo llama el equipo económico).
La preocupación por el gasto público tiene una raíz similar. No es cualquier gasto público el que se contiene. Los subsidios al capital y el servicio de deuda probablemente seguirán su curso. La contención del gasto busca que el menor crecimiento de los ingresos fiscales no obliguen a reducir subsidios, pagos de intereses o en su defecto a endeudarse demasiado.
Tal parece que cuando disminuye la renta de la tierra, el capital extranjero se retrae y se quiere evitar el endeudamiento, es la compresión del consumo de las mayorías lo que opera como mecanismo para continuar manteniendo los niveles de rentabilidad del capital.
Las alternativas
¿Es posible sobrellevar el «shock externo» apuntalando la demanda interna por medio del manteniendo del crecimiento salarial y la inversión pública? Sí, pero para ser viable debería ser acompañado de fuertes medidas redistributivas del ingreso, una mayor captación del excedente económico por parte del Estado y una redefinición del uso de las divisas disponibles según criterios de utilidad social, lo que inevitablemente abriría un escenario de conflictividad con el 10% más rico. En la medida que estos elementos están fuera de agenda, es el salario y el gasto público la variable del ajuste anticipado. Se trata por tanto de una opción política, no de una fatalidad o de una decisión técnicamente irreprochable ante un ciclo que comienza a revertirse.
El capitalismo uruguayo muestra que no puede darle continuidad a su acumulación y al mismo tiempo permitir el incremento del consumo de los sectores populares. Los fundamentos de las pautas salariales no están en un equipo económico ortodoxo ni en la presión de las cámaras empresariales, sino en el patrón de acumulación y la correlación de fuerzas. La contención del ingreso del trabajo como forma de sobrellevar una etapa adversa acabará reforzando las aristas regresivas del modelo. Mientras se estanca el mercado interno para el consumo popular crecerán los restaurantes de lujo y las importaciones de bienes suntuarios.
En el escenario que se abre, la lucha salarial por parte de los trabajadores es clave para la defensa de los intereses del conjunto de las grandes mayorías. Sin embargo, ésta por sí sola no será suficiente para resistir al embate del precario capitalismo uruguayo que a pesar de tener previsto crecer en promedio un valor cercano a su media histórica, no puede tolerar el incremento de los niveles de vida de su pueblo.
Notas
Rodrigo Alonso es Economista
[3] Presentación del Ministerio de Economía y Finanzas en ACDE (26-06-2015). Disponible en www.mef.gob.uy
[4] Instituto Nacional de Estadística.
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