En 2008 y 2009, durante la gran crisis financiera en Europa y Norteamérica, muchas de las observaciones y críticas apuntaban a que el capitalismo en su versión neoliberal estaba fracasado, era de esperar su final. Hoy, 8 y 9 años más tarde, vemos que estas predicciones no sólo no se cumplieron sino al contrario, el […]
En 2008 y 2009, durante la gran crisis financiera en Europa y Norteamérica, muchas de las observaciones y críticas apuntaban a que el capitalismo en su versión neoliberal estaba fracasado, era de esperar su final. Hoy, 8 y 9 años más tarde, vemos que estas predicciones no sólo no se cumplieron sino al contrario, el sistema neoliberal continúa siendo impulsado por los ricos del mundo como solución única y aún se profundiza. La expansión neoliberal continúa a pesar de sus altísimos niveles de fracaso en la vida diaria, en las economías domésticas y en encontrar soluciones a los graves problemas que enfrentamos en el medio ambiente. Se vuelve a imponer la especulación, continúan los bajos salarios, crece el endeudamiento general y personal y el desmantelamiento de los Estados de bienestar sobrevivientes. Se continúa amenazando con desregular y privatizar la propiedad estatal; se impone el modelo australiano, el «reciclaje de activos y bienes,» una estrategia privatizadora que amenaza con empobrecer al Estado y a sus habitantes para beneficio de los más ricos.
Con esta estrategia, los más ricos se aseguran oportunidades de inversiones sólidas y generadoras de rentas suculentas al tiempo que se adueñan de piezas fundamentales de infraestructura estatal -aeropuertos, carreteras, puertos marítimos, hospitales, escuelas- es decir, infraestructuras fundamentales para el funcionamiento de cualquier nación. La apropiación les produce entradas en formas de peajes y cobros por uso y alquiler, rentas que a la vez que hambrean de entradas fundamentales y legítimas al Estado, debilitándolo en su papel redistributivo, los enriquecen y aumentan su poder. Los ciudadanos pagan la factura mientras pierden poder de decisión en áreas fundamentales de la economía (servicios públicos, transporte, salud, educación) y se convierten en rehenes de la interminable codicia de los ricos.
Estrategias y modelos de privatización
En la práctica se han implementado en Canadá un número de estrategias que aunque no son únicas nos embarcan en un viaje sin regreso hacia el empobrecimiento. Se trata de una transformación radical que no alcanzamos a apreciar en su totalidad por ser progresiva. Canadá cuenta con tres niveles de gobierno, el gobierno federal, el provincial y el municipal; cuando el gobierno federal limita el financiamiento o las entradas de dineros a las provincias éstas, a su vez, tienen que limitárselas a las municipalidades, es generalmente a nivel local que los ciudadanos experimentan las carencias. El gobierno federal bajo Stephen Harper (Primer Ministro de 2006 a 2016) cortó financiamiento a la salud pública limitando las transferencias de Ottawa a las provincias, lo que los ciudadanos experimentan como mal funcionamiento de la sanidad, que en Canadá es universal y pública. Así se establece un círculo vicioso que empobrece los servicios públicos del país, a la vez que alimenta excusas para privatizarlos culpándolos de incapacidad. Se privatizan áreas esenciales que generan réditos, o que tienen capacidad de generarlos, y que son fundamentales para la ciudadanía y el Estado. Se trata de decisiones políticas disfrazadas de inevitables. Aunque hay alternativas se convence a la población que no las hay, se la lleva como ganado a la salida particular que beneficia a los más ricos (3).
Sociedades Públicas-Pivadas: P3
Las inversiones privadas en infraestructuras estatales comenzaron en Canadá en los años 1990 bajo el nombre de P3 (Private-Public Partnerships) se trata de un modelo originado en el Reino Unido una década atrás (1980s). En Canadá, la provincia de Nova Scotia aplicó este sistema P3; hoy 39 escuelas (primarias y secundarias) en la provincia con infraestructura privada, una de ellas en Halifax la capital, Halifax West (secundaria). La privatización tipo P3 en las provincias atlánticas se justificó inicialmente con la excusa de que tienen alto nivel de endeudamiento, son económicamente más débiles y faltas de proyecto económico regional. La meta se decía era tratar de ahorrar, pero en la aplicación se ha demostrado que se paga un alto costo al favorecer este tipo de sociedades públicas-privadas. Para empezar el financiamiento, que es confuso, incluye dineros públicos y extensas garantías a los inversores privados, no sólo en cuanto al monto de su inversión sino también al nivel de sus ganancias, se les asegura ganancias suculentas que se materializan solamente gracias al pago, por parte del Estado, de rentas exorbitantes -que no se corresponden con el mercado. (4)
Por otra parte si el Estado desistiera de los contratos que ya ha firmado tipo P3 y quisiera transformar nuevamente estas infraestructuras privadas en pública, enfrentaría enormes costos y multas. Si Nova Scotia hubiera decidido no entrar en estos contratos P3 se hubiera ahorrado importantes sumas de dinero en rentas y contratos invirtiendo directamente en infraestructura que fuera pública. Y sin embargo, a pesar de que la práctica demuestra que las P3 son muy mala inversión para el Estado no faltan los neoliberales provinciales que insisten en favorecerlas y quieren incluso extenderlas a otras áreas como por ejemplo la salud. En la salud se trata de inversiones muy importantes, como por ejemplo reemplazar o renovar el principal hospital de Nova Scotia que tiene un costo estimado en más de 1000 millones de dólares, costo que excede incluso lo que la provincia paga anualmente por concepto de intereses y servicios de su deuda pública. En otras provincias la situación no es diferente, en Ontario la aplicación de este tipo de modelo ha sido responsable en la última década de sobrecostos por unos 8.000 millones de dólares -costos pagados por los ciudadanos de Ontario a parásitos privados. Y, de nuevo, a pesar de estos costos y de que la mayor parte de la gente en Ontario se opone a las P3, se las continúa presentando como alternativa deseable en lugar del endeudamiento provincial. (5)
Banco de Desarrollo de Infraestructura Canadiense o CIDB
El CIDB es una idea aparentemente nueva que tiene como meta financiar proyectos de infraestructura en Canadá. Los liberales nunca plantearon durante las elecciones la idea de crear un banco de infraestructura, dijeron que planeaban invertir en infraestructura pero la idea de un banco privado creado con capitales públicos, con edificio propio y pronto con su propio Director Ejecutivo (CEO), esta idea se filtró envuelta (cubierta) en la idea central de invertir en infraestructura, percepción aceptada por la mayoría de los canadienses acostumbrados a que la infraestructura sea pública, esté en buen estado y responda a las necesidades ciudadanas. El banco es un caballo de Troya que involucra varios actores privados interesados en encontrar y favorecer una nueva fórmula de privatización, una que privatice importantes áreas públicas usando dineros públicos y generando poderosos contratos legales de copropiedad. El banco aportaría 35.000 millones de dólares para ayudar a financiar 200.000 millones de dólares en proyectos de infraestructura para la década del 2020. Está claro que la mayor parte de las inversiones serían en carreteras, sistemas de tránsito público y plantas de tratamientos de agua. El plan va acompañado de masivas privatizaciones de infraestructuras federales como aeropuertos y puertos marítimos. Como afirma el Broadbent Institute, el CIDB no tiene prioridad en inversiones municipales (sistemas de tránsito urbano, medio ambiente o viviendas económicas para canadienses de bajos ingresos) su prioridad son infraestructuras privadas que generen copiosas ganancias. (1)
Muchos críticos afirman que esta nueva fórmula de privatización del gobierno Liberal de Trudeau emerge porque otras estrategias privatizadoras han generado resistencia popular. Pero la generación y uso de un banco de inversiones para privatizar es una fórmula agresiva y nueva, no hay modelo internacional para este banco y la noción de buscar capitales privados para invertir en infraestructura pública es realmente mas P3 (public-private-partnerships) (7).
En el lenguaje privatizador el término «reciclaje de activos o de bienes públicos,» es usado junto con el término «rueda de reinversión.» En tiempos recientes el reciclaje de activos se viene usando en Australia en la venta de importantes bienes públicos a empresas privadas, generalmente por debajo de su precio real, y se usa como fórmula para financiar otros proyectos de infraestructura, por ejemplo se vende un hospital para financiar una carretera. (6)
En Canadá el reciclaje de activos también se ha usado a nivel provincial, lo usó por ejemplo el gobierno Liberal de Kathleen Wynne en Ontario cuando vendió una porción de las acciones estatales de Hydro One, el sistema de transmisión y generación de electricidad, para financiar líneas de tránsito, «sacrificando miles de millones de dólares en futuras entradas de las corporaciones del Estado por una suma única.» El Royal Bank y el Bank of Nova Scotia fueron garantes en esta venta de 81,1 millones de acciones en Noviembre del 2015 y ambos tuvieron además opción a comprar 8.15 millones de acciones adicionales. El reciclaje de activos fue usado también en la provincia de Alberta el 2014 durante el gobierno Conservador de Alison Redford con la venta de AltaLink. Warren Buffett compró AltaLink por 3.200 millones de dólares, justo después de que la provincia había invertido 16.000 millones de dólares en la construcción de infraestructura de transmisión de electricidad que cubre 4/5 de la provincia; para Buffet fue una compra oportuna y a precio de ganga, para la provincia de Alberta fue un terrible mal negocio con un altísimo costo. (6)
El reciclaje de activos y bienes tiene que ser entendido en el marco de la creación de un banco de infraestructura innecesario y que en esencia se capitaliza con dineros públicos para construir infraestructura que luego va a vender al sector privado por precios de ganga, quizás asegurándoles expansiones adicionales, como la expansión de la red eléctrica en la provincia de Alberta, para mayores ganancias y hasta monopolio. Además muchas de estas inversiones van a ocupar los fondos de pensión canadienses. En el Tercer Mundo las privatizaciones de infraestructura han involucrado fondos de pensión del Primer Mundo; ahora, estos mismos fondos de pensión se involucran en la privatización de infraestructura en el Primer Mundo. En Irlanda fondos de pensión canadienses fueron usados en proyectos de extracción de gas (2). En Canadá las estrategias usadas para privatizar se hacen crecientemente evidentes y son denunciadas por organizaciones como el Council of Canadians y sindicatos como la Canadian Union of Public Employees:
«Maude Barlow del Council of Canadians y Paul Moist presidente de la Canadian Union of Public Employees (CUPE) escribieron el 2012: «La estrategia federal parece ser hambrear las municipalidades de dinero para infraestructura hasta que estén forzadas a privatizar a través de P3″ a pesar de que la evidencia de los auditores generales reportan a través del Canadá que las P3s son generalmente más costosas y menos eficientes que los modelos públicos.» (6)
Varios actores importantes aparecen, por ejemplo, Mark Wiseman, presidente y Jefe Ejecutivo de la Mesa de Inversiones del Plan de Pensiones Canadienses (CPPIB-Canada Pension Plan Investment Board) quien desde septiembre del 2016 es inversionista de rango con BlackRock. BlackRock, vinculada a Merril Lynch del Banco de América, y creadora de la plataforma de manejo de riesgos Aladdin, fue creada en 1988 por Larry Fink y maneja 5.400 billones de dólares en bienes -o sea controla indirectamente el 10% de los bienes del mundo. Fink está involucrado en el diseño del banco de infraestructura; a su derecha, Mark Wiseman consultor y experto en fondos de pensión y en Canadá. Es una red que involucra además de los ya mencionados, a bancos como Royal Bank y a institutos como C.D.Howe Institute. (6, 7)
Un punto interesante poco mencionado es que Canadá ya tiene un banco de infraestructura público que puede financiar a cero interés todos los proyectos que el país necesita. Se trata del Banco de Canadá, creado como banco privado por R.B. Bennet en julio de 1934 y transformado en Corporación Pública en 1938 durante el gobierno liberal de W.L. Mackenzie King específicamente para financiar proyectos de infraestructura y la expansión del Estado de bienestar social canadiense. El Banco de Canadá ha funcionado de esta manera desde su creación hasta que en 1974 el Gobernador del Banco de Canadá, Gerald K. Bouey, simplemente anunció que el banco adoptaría el monetarismo. Bouey no mencionó que el monetarismo era necesario solamente conforme a la política del Bank of International Settlements (BIS) que lo exigía. Con sede en Basilea (Suiza) el BIS fue creado a fines de la Primera Guerra Mundial con la misión de asegurar los pagos de posguerra de Alemania. Su dominio se extendió con la meta de prohibir la provisión de dinero barato a los gobiernos del mundo. (6) BIS se transformó en el «Banco Central» de los Bancos Centrales del mundo, la cabeza de una red de bancos privados que han transformado el sistema bancario internacional le ha asegurado el control de las políticas económicas del mundo.
Si el Banco de Canadá tiene el papel legítimo de proveer dinero a cero interés al gobierno canadiense, creando ni inflación ni deuda, no hay razón para que el gobierno Liberal de Trudeau cree un banco alternativo privado que le preste dinero al gobierno a interés, creando inflación y endeudamiento y todos los costos de la privatización de áreas públicas rentables de la economía canadiense. Un grupo de ciudadanos canadienses cuestionan la lógica detrás de tales decisiones y lo hacen en la Corte. El grupo se llama COMER (Committee on Monetary and Economic Reform, Comité en Reforma Monetaria y Económica) y ha levantado un caso judicial contra el Banco de Canadá por no cumplimiento de la misión fundamental que le ha sido encomendada desde su creación, argumentan que al no hacerlo, le cuesta miles de millones de dólares en endeudamiento por pago de intereses a los ciudadanos canadienses. Muchos canadienses no tienen idea de COMER ni de la batalla judicial que viene dando Rocco Galati, el abogado que los representa. (6)
En China la situación es diferente; el gobierno maneja todos los fondos de infraestructura del país. El Estado chino es dueño de casi todos los bancos creadores de dinero en forma de créditos para proyectos. Por ejemplo, uno de los más grandes proyectos es la creación de un tren de alta velocidad que incluye más de 19.300 kilómetros de líneas ferroviarias que fue construido la década pasada en parte con financiamiento a través de bonos emitidos por el Ministerio de Ferrocarriles de China.
Referencias
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Broadbent Institute, «Fiscal update: privatization of public infrastructure a major step in wrong direction.» (20 17, May 18) http://www.broadbentinstitute.ca/privatization_of_public_infrastructure
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Council of Canadians, «Canada Pension Plan invests in controversial offshore gas project that threatens Irish community’s drinking water.» (2017, July 13) https://canadians.org/blog/canada-pension-plan-invests-controversial-offshore-gas-project-threatens-irish-communitys
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Fernández, Nora. «Canadá, neo-liberalismo y giros fascistas.» (2017, Julio 11, SurAmerica Press). http://suramericapress.com/?p=12130
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Kimber, Stephen. «Government must stop hiding behind P3 deals.» (2016, June 28, Metro News).
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Lukacs, Martin. «Justin Trudeau´s giant corporate giveaway. A privatization spree in Canada could cost regular people billions, erode democracy and undermine the fight against climate change.» (2017, Jan 19, Canadian Dimension). https://canadiandimension.com/articles/view/justin-trudeaus-giant-corporate-giveaway
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Nelson, Joyce. «Beyond Banksters Resisting the New Feudalism.» (2016, Watershed Sentinel Books, Comox, BC, Canada).
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Opinion, «Trudeau prepares to sell Canada.» (2016, Nov. 14, The Hill Times). http://www.hilltimes.com/2016/11/14/trudeau-prepares-sell-canada/87632
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