El 19 de julio de 1979 triunfó la revolución popular sandinista que acabó con la larguísima dictadura de los Somoza y dió paso a transformaciones de calado en la vida de los nicaragüenses, con una campaña de alfabetización memorable, algunas entregas de tierras a cooperativas de campesinos, y el trasvase de una parte de la […]
El 19 de julio de 1979 triunfó la revolución popular sandinista que acabó con la larguísima dictadura de los Somoza y dió paso a transformaciones de calado en la vida de los nicaragüenses, con una campaña de alfabetización memorable, algunas entregas de tierras a cooperativas de campesinos, y el trasvase de una parte de la inmensa riqueza de la familia Somoza al naciente estado nacional.
La sandinista, que fue considerada una revolución de las «buenas» por la presencia de mucha fuerza cristiana, con tres ministros sacerdotes, por la ausencia de pena de muerte, por el gran poyo popular interno, y por la noalineación en los bloques de la época, pasó rápidamente a ser atacada por los Estados Unidos, y «desatendida» por Europa con la honrosa excepción de Suecia, gestándose una tremenda guerra de agresión que afectó no sólo a las vidas de miles de nicas y a la escasa infraestructura del país, sino al conjunto de las naciones centroamericanas, en especial Honduras y Costa Rica, usadas como portaaviones por las fuerzas mercenarias financiadas por USA.
Frente a ello, el movimiento sandinista logró articular una movilización popular entregando armas a todo el pueblo, y derrotar militarmente a «la contra» en todos y cada uno de los combates, quedando en ridículo Estados Unidos por no poder conseguir ni una sóla «cabeza de playa» en la que instaurar un gobierno adverso, y siendo condenado en los tribunales internacionales por el minado y destrucción de los puertos, especialmente el de Corinto.
Sin embargo la victoria militar sandinista sólo se tradujo en una victoria electoral, en 1984, y en una derrota en 1990 cuando todas las fuerzas dispersas de la derecha se juntaron en la UNO y contra todo pronóstico sacaron más votos que los sandinistas, que se retiraron en un gesto sin precedentes en otras experiencias revolucionarias, a transcurridos tan pocos años de la insurgencia.
Lo que vino después, en los tres gobiernos posteriores de Chamorro, Alemán y Bolaños, ha sido el desmantelamiento de todos los logros populares, la venta de las escasas infraestructuras públicas, y la devolución de algunas tierras (allí donde no hubo suficiente resistencia organizada) a los ricachones liberales, y un estado de corrupción visualizado en el aumento de la riqueza personal de Alemán en siete veces tras el huracán Mich gracias a la apropiación de las ayudas humanitarias venidas de fuera…dando por resultado un aumento espectacular de la pobreza, la imposibilidad de la mayoría de la población a acceder a un mínimo de salud o educación, un crecimiento de la desigualdad hasta extremos intolerables, y el descenso en picado del país para ocupar los últimos puestos en desarrollo humano…
Hace pocas semanas recordaba en Asturias el insigne poeta y ministro de cultura sandinista Ernesto Cardenal los logros y los pecados de la revolución nicaragüense, señalando sin pelos en la lengua también los graves defectos de algunos dirigentes, que sin duda han tenido decisiva influencia en los acontecimientos, y en la imposibilidad de recuperar el poder por las urnas, a pesar de seguir siendo el sandinista el principal partido de Nicaragua.
Y fueron centenares las personas que desde Asturias viajaron, laboraron, participaron en brigadas en aquella época fértil y creativa de la década sandinista, que iluminó las esperanzas en todo el continente americano, pero que no pudo preservarse, por diferentes circunstancias, de entre las cuales la de mayor peso es sin duda ninguna la feroz arremedida militar y el bloqueo económico del gobierno Regan, el mayor asesino de nicaragüenses de una historia plagada de intervenciones armadas norteamericanas.
Javier Arjona es internacionalista, y durante tres años y medio profesor en un instituto agropecuario creado por la revolución sandinista en Jalapa, en la frontera con Honduras en la época de la agresión militar.