En Yucatánatán hay dos clases de damnificados por el huracán Wilma: los de «cinco estrellas» y los marginados, en «hoteles de paso». Unos mil turistas extranjeros y nacionales, como parte de un grupo de tres mil desplazados provenientes de Quintana Roo, fueron ubicados en las instalaciones emeritenses de la Universidad del Mayab y de la […]
Unos mil turistas extranjeros y nacionales, como parte de un grupo de tres mil desplazados provenientes de Quintana Roo, fueron ubicados en las instalaciones emeritenses de la Universidad del Mayab y de la Universidad Mesoamericana de San Agustín , ambas financiadas por la iniciativa privada, donde reciben atención similar a las de hoteles de «cinco estrellas».
Lo que no ocurre en los albergues donde fue canalizada la población indígena maya que salió de comunidades rurales conurbadas a esta capital, que dependen directamente del ayuntamiento panista que preside Manuel Fuentes.
Mientras los turistas provenientes de otras entidades y extranjeros, en su mayoría estadunidenses, reciben a diario tres alimentos calientes, agua, cobijas y hasta disponen de servicio de Internet para comunicarse con sus familiares, los indígenas mayas apenas si obtuvieron el viernes dos botellas de agua, una bolsa de galletas y una colchoneta por albergue.
Hasta hoy, la inconformidad de la gente refugiada en planteles escolares rurales no ha sido atendida. Aproximadamente 300 refugiados de las comisarías (así se le conoce aquí a las poblaciones indígenas que están dentro de la jurisdicción de algún municipio) de Petac, San José Tzal, Texán Palomeque y Dzununcán, pasan hambre y sed, según afirmaron ellos mismos.
Niños y mujeres en su mayoría carecen de agua potable, alimentos y, además, la mayoría durmió en el suelo , ya que sólo se entregó una colchoneta por sitio. La Jornada visitó estos lugares y el contraste con los albergues de «cinco estrellas» es más que evidente.
María Chi, refugiada en una escuela de Dzununcán, pidió ayuda a las autoridades gubernamentales o municipales, puesto que los niños tienen hambre y sed. «Apenas han comido un paquete de galletas y dos botellas de agua; nadie nos ha traído despensas completas», se quejó la mujer de origen maya.
Pero la otra cara de la moneda se concentra en la Universidad del Mayab, filial de la Universidad Anáhuac de la capital del país. Allí, los turistas extranjeros y nacionales comen bien, pueden bañarse, disponen de Internet y hasta se dan el lujo practicar deportes en las instalaciones.
Asimismo, en la Universidad Mesoamericana de San Agustín se habilitaron aulas escolares, donde abundan los cobertores y las colchonetas, además de comida caliente y agua en abundancia. Polos opuestos en plena contingencia derivada del huracán Wilma. Mientras turistas reciben 3 comidas al día, cobijas e internet, ellos sólo agua y galletas
Elementos de Marina y del Ejército empaquetan 30 toneladas de alimentos y despensas que serán destinadas a los damnificados por el ciclón Wilma, en Quintana Roo y Yucatán FOTO Luis A. Boffil
Merida, Yuc., 22 de octubre. En Yucatán hay dos clases de damnificados por el huracán Wilma: los de «cinco estrellas» y los marginados, en «hoteles de paso».
Unos mil turistas extranjeros y nacionales, como parte de un grupo de tres mil desplazados provenientes de Quintana Roo, fueron ubicados en las instalaciones emeritenses de la Universidad del Mayab y de la Universidad Mesoamericana de San Agustín , ambas financiadas por la iniciativa privada, donde reciben atención similar a las de hoteles de «cinco estrellas».
Lo que no ocurre en los albergues donde fue canalizada la población indígena maya que salió de comunidades rurales conurbadas a esta capital, que dependen directamente del ayuntamiento panista que preside Manuel Fuentes.
Mientras los turistas provenientes de otras entidades y extranjeros, en su mayoría estadunidenses, reciben a diario tres alimentos calientes, agua, cobijas y hasta disponen de servicio de Internet para comunicarse con sus familiares, los indígenas mayas apenas si obtuvieron el viernes dos botellas de agua, una bolsa de galletas y una colchoneta por albergue.
Hasta hoy, la inconformidad de la gente refugiada en planteles escolares rurales no ha sido atendida. Aproximadamente 300 refugiados de las comisarías (así se le conoce aquí a las poblaciones indígenas que están dentro de la jurisdicción de algún municipio) de Petac, San José Tzal, Texán Palomeque y Dzununcán, pasan hambre y sed, según afirmaron ellos mismos.
Niños y mujeres en su mayoría carecen de agua potable, alimentos y, además, la mayoría durmió en el suelo , ya que sólo se entregó una colchoneta por sitio. La Jornada visitó estos lugares y el contraste con los albergues de «cinco estrellas» es más que evidente.
María Chi, refugiada en una escuela de Dzununcán, pidió ayuda a las autoridades gubernamentales o municipales, puesto que los niños tienen hambre y sed. «Apenas han comido un paquete de galletas y dos botellas de agua; nadie nos ha traído despensas completas», se quejó la mujer de origen maya.
Pero la otra cara de la moneda se concentra en la Universidad del Mayab, filial de la Universidad Anáhuac de la capital del país. Allí, los turistas extranjeros y nacionales comen bien, pueden bañarse, disponen de Internet y hasta se dan el lujo practicar deportes en las instalaciones.
Asimismo, en la Universidad Mesoamericana de San Agustín se habilitaron aulas escolares, donde abundan los cobertores y las colchonetas, además de comida caliente y agua en abundancia. Polos opuestos en plena contingencia derivada del huracán Wilma.