A propósito de la anunciada salida del señor Roberto Micheletti de la presidencia de facto, que consiguió a costa de mucho dolor y sufrimiento del pueblo hondureño, es importante que los miembros de la resistencia no olviden que el golpe de Estado es una acción colectiva de la oligarquía dominante contra el pueblo; que Micheletti […]
A propósito de la anunciada salida del señor Roberto Micheletti de la presidencia de facto, que consiguió a costa de mucho dolor y sufrimiento del pueblo hondureño, es importante que los miembros de la resistencia no olviden que el golpe de Estado es una acción colectiva de la oligarquía dominante contra el pueblo; que Micheletti aproveche las cámaras para gritar las mismas mentiras que ha estado repitiendo durante 7 meses es más bien irrelevante, él sólo es el peón.
Las estructuras represivas, los funcionarios corruptos, los magistrados cómplices de los crímenes de lesa humanidad; el fiscal sirviente de los intereses más oscuros en el país; la abyecta procuradora; los asesinos, violadores, ladrones de verde olivo y la policía, siguen intactos, desde la cabeza hasta los pies. De ninguna manera es razonable asumir que algo está cambiando.
El mismo Congreso, diputados más diputados menos, se dispone a asumir cuatro años más de desgobierno. Recordemos que los diputados que llegaron a este nuevo Congreso que no votaron a favor de la monstruosidad del 28 de junio, con honrosas excepciones, están en sus posiciones por haber apoyado el proceso que delinearon los golpistas.
El acuerdo que trajo Porfirio Lobo Sosa, convenientemente, expresa los puntos de vista que representan su voluntad no la del Estado de Honduras; afirma que una vez que el sea presidente emitirá un salvoconducto para el presidente Zelaya, su familia y su circulo intimo. No menciona la desmovilización del aparato represivo montado por la oligarquía con militares, policías y paramilitares.
El acuerdo es respaldado por los ex candidatos golpistas y Cesar Ham, quien parece haber decidido dar una tregua al nuevo gobierno; los demás son los mismos que apoyaron decididamente el golpe; hicieron lobby por el golpe; buscaron fondos y reconocimiento para el golpe; siguen siendo golpistas. Hablan de reconciliación después de todas las atrocidades cometidas.
Si vemos este acuerdo con detenimiento, el mismo busca, con una movida más de damero que de ajedrez, mostrarle al mundo una cara conciliadora, respetuosa de los acuerdos violados por ellos mismos, por acción o por omisión, en muchas ocasiones. Muchos pretenden hoy «borrar» de nuestra memoria hechos que nos implantaron a fuerza de garrotazos, balazos y gases en nuestra mente.
Los «testigos de honor» firman sabiendo que las arcas del Estado están destrozadas; sabiendo que no van a participar de los pingües negocios que la oligarquía y las transnacionales lograron como resultado del golpe. La parte del pastel que les toca a ellos, está deprimida. Elvin Santos, por ejemplo, se dedica a la construcción, carreteras, esas no las paga la oligarquía, se construyen con la caridad internacional; Ricardo Álvarez, alcalde de Tegucigalpa y golpista cuasi confeso, no va a hacer ningún proyecto energético, su negocio esta en la movida, la coima, y eso solo se consigue de la ayuda internacional.
Este paquete de gente del acuerdo necesita garantizar que estar en el gobierno sea un buen negocio; por eso juegan a ser generosos con Manuel Zelaya Rosales; el mismo al que defenestraron y vilipendiaron sin ningún empacho durante meses; el mismo al que han encarcelado por meses en una embajada sitiada por incontables militares.
Que el presidente Zelaya acepte salir por la vía propuesta luce razonable. Su encierro seguramente le ha ayudado a crecer de muchas formas. Ha demostrado un gran aplomo en momentos en que muchos creímos que los animales verde olivo entraban a la embajada para asesinarlo. Ha logrado perturbar la tranquilidad de los golpistas cuando con lucidez, coraje y sentimiento canta a través de la radio.
Pero ese «encarcelamiento» debe terminar. Es simplemente justo. Él tendrá ahora que recuperar su salud, reorganizar sus argumentos y reintegrarse a lucha que promovió. Recordemos que la misión es de todo el pueblo. Se puede vislumbrar una jornada durísima, en muchos campos; tenemos tanto que hacer que nuestra obligación fundamental es concentrarnos en cumplir, en informarnos y formarnos; en transmitir nuestras ideas a los compañeros que necesitan dirección.
La lucha en el campo de los derechos humanos es tarea de todos; ya hay muchos hondureños decentes y valientes en esta actividad. Sin embargo, la búsqueda de justicia, del fin de la represión, del respeto a los derechos fundamentales tomará mucho tiempo, y un papel central en el trabajo del pueblo hondureño en resistencia.
No cabe duda de que la situación seguirá siendo complicada; por esa razón debemos integrarnos a las diversas formas de organización política que el Frente Nacional de Resistencia Popular irá marcando como el camino a seguir. De ninguna manera debemos permitirnos desviarnos de nuestro objetivo fundamental: la refundación de la patria.
La oligarquía sigue teniendo todas las ventajas que da el dinero: medios mercenarios, propaganda alienadora, desinformación, comida chatarra, las iglesias de todas denominaciones. Si esto no funciona, entonces, en ultima instancia, tienen a los chafas y a los chepos. Hoy menos que nunca debemos subestimar el poder del que dispone la derecha en este país.
Tampoco deberíamos caer en un excesivo optimismo sobre el nuevo gobierno. Su proyecto de desarrollo sigue siendo un apoyo del sistema neoliberal; proponiendo que se aproveche la enorme cantidad de mano de obra barata como incentivo al capital extranjero. Recordemos que es el trabajo el que produce bienestar, no el capital, y en esta propuesta de nación, se busca aumentar la masa con ingreso no la cantidad de bienestar del pueblo. Ya conocemos como funciona este modelo de empobrecimiento del que más trabaja, no podemos esperar nada bueno de él.
Debemos estar alerta sobre las movidas de la misma oligarquía golpista, que seguramente buscará recomponerse para enfrentar la oposición de la resistencia. No hay que descartar la posibilidad de que ellos mismos terminen invocando la necesidad de una nueva constitución, y llamen a una constituyente. Esta puede ser una forma de quitar banderas de lucha al pueblo y acomodar la nueva legislación a su conveniencia.
Por ultimo, no debemos distraer nuestra atención de las cosas que ya comenzaron los golpistas, como la contratación de energía renovable más costosa, la privatización dela ENEE, HONDUTEL y del agua. También debemos ver la agresiva campaña contra los compañeros campesinos, o la regresión de las conquistas laborales de todos los gremios, especialmente el magisterial.
No hay que perder de vista que la reconciliación de Lobo Sosa busca desmovilizarnos para concretar estas acciones que violan la soberanía popular. A ellos les interesa «su» paz, no la de todos. De nosotros esperan que callemos, nada más. Es imperativo mantener la atención centrada en las cosas fundamentales. Una tregua, bajo las circunstancias actuales equivale a capitular nuestras aspiraciones. Aquí el beneficio de la duda sólo puede jugar en nuestra contra.
Hay que estudiar, pensar, luchar, no podemos parar.
Al presidente Zelaya gracias por habernos ayudado a encontrar la senda de la dignidad, de la lucha como medio de buscar la libertad. Aquí tiene un lugar entre nosotros para seguir luchando. Decida o no aceptar lo que Lobo Sosa propone, estamos conscientes de la urgencia de su liberación; y apoyamos con respeto su posición.
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.