Renato De Jesús Álvarez es la voz oficial de la derecha de Honduras. Nació en un pueblo de nombre risible llamado El Porvenir. Con la proliferación de nombres optimistas, quizás la intención de los fundadores de los Estados- Nación liberales era conjurar con palabras, los asomos de desolación que traería para estos pueblos postergados la […]
Renato De Jesús Álvarez es la voz oficial de la derecha de Honduras. Nació en un pueblo de nombre risible llamado El Porvenir. Con la proliferación de nombres optimistas, quizás la intención de los fundadores de los Estados- Nación liberales era conjurar con palabras, los asomos de desolación que traería para estos pueblos postergados la visión univoca de ciudadanía que comporta un sistema de individualidades.
Hijo de la década perdida de los años ochenta del siglo XX, inició su carrera periodística en Radio América donde dirigía un programa de deportes, y desde esa trinchera lúdica y escapista adoctrinaba cívicamente al país en el amor a la Selección Nacional, haciendo depender las esperanzas o las frustraciones de un pueblo sin pan, de los resultados de los partidos eliminatorios a los mundiales de futbol. No ha sido raro pues, que el himno de la selección nacional fuera la principal consigna patriotera de la gente rica y blanquita que salió con trabajadores amenazados incluidos, para apoyar la ilegalidad constitucional del golpe de Estado militar en Honduras.
Después, apareció en un programa de debates en el canal Telenisa, propiedad del fraudulento banquero Ivis López, dueño del Banco Capital, que con sus maniobras de inversión en empresas relacionadas, y con sus geométricas trampas de triangulaciones financiaras, dejó en la calle a mucha gente de a pie y condenó a muchos ancianos que perdieron todos sus ahorros al paroxismo impostergable del suicidio. Pese a ello, en este espacio mostró una meridiana forma de hacer periodismo, y abrió puertas para que aparecieran enfoques y perspectivas noticiosas que no figuraban en los medios oficiales. Este compromiso a medias -porque en Honduras la derecha desconoce el término neutralidad- le valió su separación por orden expresa del cacique de origen otomano y maderable por su nariz pinochesca, Carlos Roberto Flores Facussè, quien era el Presidente de Honduras y que de paso en la actualidad, y en esta fabulosa provincia de cinco estrellas, dirige por delegación de los empresarios, los hilillos del poder desde un lúgubre despacho de espejos enrevesados a quienes pregunta cada medio segundo ¿Quién es el más bonito de Honduras?
Consternado por la separación y por su figuración en la lista de desempleados, Renato Álvarez no tuvo otra alternativa que atizar el fuego de su esposa, quien cocinaba ricas empanadas de carne y pastelitos de perro que vendía para los asuntos inminentes de la sobre vivencia humana. El lapso de diez años le permitió reflexionar y sopesar la austeridad de la dignidad y el honor, y la tentación mefistofélica de las mieles y la sensualidad del poder y sus bonanzas. Como el Apóstol Pablo encontró su camino de Damasco y el Zar de la televisión en Honduras, Rafael Ferrari se le apareció para concederle la conducción de un programa de debates llamado Frente a Frente. Desde ese momento juró ante el altar de su conciencia que jamás en su vida volvería a vender empanadas y pasteles.
«El Hombre es lo que come» decía el Filosofo Alemán Ludwig Feuerbach, y al parecer no estaba equivocado, porque el caviar esturiano que estrenaría su nueva gastronomía, haría que las tendencias antes progresistas se decidieran por la mentira y la maña, por la distorsión de las verdades; y que los enfoques en las noticias y en las opiniones pintaran los colores preferidos de la derecha hondureña.
La primera experiencia de abjuración fue la Huelga de Hambre de Fiscales. Allí defendió a capa y micrófono en mano las razones de los ladrones del Estado, que no transigieron en su lucha de evitar ser acusados por las instituciones convencionales de justicia, puesto que de la acumulación de riqueza abstracta se fabricaban en serie a los nuevos burgueses que dentro de la lógica de los anquilosados manuales de economía son necesarios para el repunte empresarial del país. Muchos amigos lo defendieron, manifestando que se trataba de un lapsus mental de Renato Álvarez, otros atribuyeron el exabrupto a una lectura errónea de la realidad fundada en la heterogeneidad de los actores de la Huelga que volvieron compleja su interpretación.
Pero el golpe de Estado militar desnudó a Renato Álvarez, quien al parecer había mordido la fruta del árbol prohibido. Su nudismo conceptual le llevó a no admitir en su cabina de transmisión la palabra golpe, y la sucesión constitucional deambulaba por sus espacios con la impunidad de una gramática legal creada al fragor de una estirpe de juristas hondureños que dejarían sin palabras a Hans Kelsen, a Jiménez de Azùa y al mismo Rawls.
En su espacio de debates, los miembros de las Fuerzas Armadas figuraban como los nuevos héroes de la patria, porque tenían el arrojo y la valentía de matar con civismo a los vagabundos de la resistencia hondureña con el objetivo de salvar al país y a la Constitución del satanismo del Presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, quien tenía la curiosa costumbre de cenar niños importados de Honduras con puré de berenjenas.
En su pantalla de Televisión los muertos de la resistencia eran invisibles y no se miraban por ninguna parte, y si por sí acaso se vislumbraban, la delincuencia común tenía un repertorio de respuestas inventariadas. Los números de los miembros de la resistencia se achicaban en su discrecional aritmética, y la sangre derramada eran sorbos de acuarela que quedaban tiradas en las sendas de la patria por algún pintor descuidado que tenía la intención de pintar tragedias que no existían.
Vencido en el campo del debate y de las deliberaciones por una comunidad internacional asida al elemental respeto del derecho, el señor Renato Álvarez pasó a la trinchera de atacar al naciente partido Libre que nació en el campo de las luchas populares. Sus objetivos eran claros, denostar la figura del Presidente Manuel Zelaya Rosales y desprestigiar a su principal colaborador Enrique Flores Lanza. Cuando se vende el alma al diablo, este no presta ni un ápice de sensibilidad para honrar las lealtades humanas. El Abogado Enrique Flores Lanza fue el Abogado Defensor de Renato de Jesús Álvarez, cuando tiempo atrás en su papel de víctima de la Libre Expresión, fue sometido a un procedimiento de infamias constitutivo de calumnias por parte del carterista y esquinero más grande que ha parido el país y de paso un consejero de planta del partido nacional, el Licenciado Rafael Leonardo Callejas.
Sin embargo, era necesaria la campaña de mentiras contra el Abogado Flores Lanza su antiguo amigo, porque fue este precisamente que en colaboración con Manuel Zelaya Rosales gestó las principales transformaciones sociales que se suscitaron en su administración. El Abogado Flores Lanza fue el artífice de la Ley de Participación Ciudadana, coordinó el proceso de la Cuarta Urna, participó de forma activa en la Licitación de combustibles en que se le quitó el negocio de la comercialización a las transnacionales La Shell, La Texaco y La Esso. Fue actor importante en los acuerdos del Alba y Petrocaribe. Fue asesor en el incremento de salario mínimo a los pobres trabajadores de Honduras y ayudó al Presidente Zelaya en la iniciativa de construir el aeropuerto de Palmerola en una base militar estadounidense.
Con estos antecedentes era más que seguro que los tentáculos mediáticos de la derecha hondureña se dirigieran contra el Abogado Enrique Flores Lanza, contra este hombre de diminuta estatura -napoleoncito como lo llama el Presidente Hugo Chávez Frías- porque ha puesto y hoy nuevamente pone a temblar a la oligarquía hondureña por su iniciativa clara de impulsar un proceso constituyente al llegar a la legislatura.
Las hazañas de los pequeños ya no resultan tan paradójicas puesto que para el caso en el plano del futbol, un petiso Maradona le arrebató la gloria del mundial México 86 a los esperpénticos neandertales europeos. Un pequeñín Messi deja en el suelo con la magia de sus gambetas y sus filtreos a los gigantes defensas españoles, y en las historias talmúdicas los David siguen derribando a los torpes Goliat.
En estos días, el señor Renato Álvarez invitó a su programa al Ex Secretario de Seguridad en la administración Zelaya, el señor Jorge Rodas Gamero, quien en un acto de traición transigió con el régimen de facto de Roberto Michelleti Bain. La elemental inteligencia de Renato Álvarez en su programa Frente A Frente, que más debería llamarse frente al espejo por los prolongados soliloquios del entrevistador, por sus tonos extremadamente asertivos, por sus formas provincianas de generar sugestivas preguntas que conducirán a esperados monosílabos, por la construcción semántica pobre y manida y sobre todo, por el ejercicio de la vanidad inquisitoria; pretendió mancillar la figura del Abogado Enrique Flores Lanza, atribuyéndole a como dé lugar el hurto de 40 millones de Lempiras con simples pruebas testificales.
El más rudimentario juicio racional conduciría a cualquier neófito del derecho, a entender que en materia administrativa, las pruebas o son documentales o se vuelven impertinentes, no obstante, comprendemos la intención clara del señor Renato Álvarez de construir verdades en base al método de mentiras reiteradas. Lo cierto es que sus mentiras marcadamente ingenuas no las avalan ni los órganos oficiales bancarios y financieros del presente gobierno ni las evidencias reales que despejan el panorama del montaje fraguado.
Pobrecito Renato Álvarez llegar a la vida arreglada pasando por la deshumanización. Pobrecito Renato de Jesús Álvarez que de Jesús no tiene nada y de Álvarez solo el recuerdo de ese apellido militar que manchó la inocencia de las desapariciones en los años ochenta del siglo recién pasado. Pobrecito Renato, pudo ser un buen periodista y honrar con su labor a su familia y a la lista hermosa de periodistas que han muerto por causa de la verdad. Pobrecito Renato pudo ser el gran mensajero de la verdad que tanto hace falta a este país, pero se conformó con ser un conserje bien pagado, un útil parlante de los que deciden qué es verdad y qué es mentira. Un cartero que ya no volverá a comer empanadas y pastelitos, y en cuya mesa familiar el caviar se repartirá mezclado con salsa como una forma coincidente de recordar los brotes de sangre que con sus mentiras se han derramado a lo largo y ancho de la patria.
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