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De la paz, la guerra y otros demonios

Fuentes: Instituto Tricontinental de Investigación Social

Espacios de unidad y cooperación nos convocan a defender con fuerza —desde el campo popular—, una paz anclada sobre bases sólidas de soberanía nacional, desarrollo sostenible y justicia social.

En una carta dirigida a distintos gobernantes y autoridades alrededor del mundo, el pasado 23 de junio de 2025, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, hizo un llamado a convocar una “Cumbre por la Paz y contra la Guerra” ante la ofensiva militar por parte de Estados Unidos e Israel en Asia Occidental. Específicamente, el líder suramericano instaba a las organizaciones del Sur Global, como el Movimiento de Países No Alineados, la Liga de los Estados Árabes, la Organización de Cooperación Islámica, el Consejo de Cooperación del Golfo, la Unión Africana, BRICS y CELAC, con el apoyo fundamental de China y Rusia, a tomar el liderazgo en impulsar, bajo el marco del derecho internacional, un alto al fuego inmediato y completo en toda la región.

Advirtiendo acerca del peligro de una escalada nuclear, Maduro también instó a la creación de una “Zona Libre de Armas Nucleares en Asia Occidental”, para lo cual el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debía garantizar la desnuclearización de Israel.  Esta solicitud tiene, entre sus antecedentes, la resolución presentada por primera vez en 1974 por Irán, con el apoyo de Egipto, para el “establecimiento de una zona libre de armas nucleares en la región de Medio Oriente”, la cual fue aprobada y ha sido posteriormente un tema recurrente de trabajo en el organismo multilateral.

Como muestra de apoyo a esta iniciativa, cerca de 600 delegados de 80 países se reunieron en Caracas el 25 de julio, demostrando así que la diplomacia de paz debe estar en la agenda de los pueblos del Sur Global y no sólo en Naciones Unidas, cuyo presupuesto total es mil veces menor que el gasto militar mundial. La Coordinación Política de ALBA Movimientos estuvo presente en Caracas e identificó la urgencia de reconocer que la disputa subyacente es “un conflicto entre las ideas de la liberación y las ideas de dominación”. En mayo de 2026, año centenario del nacimiento del Comandante Fidel Castro, se realizará la IV Asamblea Continental de ALBA Movimientos, en la cual se aspira a consolidar una agenda común de lucha contra los desafíos del imperialismo y su agenda guerrerista, partiendo de un “clima de esperanza y mística revolucionaria”.

Candido Portinari (Brasil), Paz, 1952-1956. Panel de óleo/madera contrachapada, 1400 x 953 cm.

La paz

El clamor por la paz en Nuestra América nace como respuesta al episodio de violencia más feroz que haya sido registrado por la historia. En Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano, citando al sociólogo brasileño Darcy Ribeiro, señala que, de los 70 millones de habitantes originarios en América para el momento del primer contacto con los invasores europeos, sólo unos 3 millones y medio sobrevivieron un siglo y medio después. Aunado a esto, Naciones Unidas señala que, durante más de 400 años, 15 millones de personas fueron víctimas del comercio esclavista transatlántico. Es por eso que Simón Bolívar, quien encabezó el proceso de liberación nacional frente al colonialismo español, denunciaba en su Carta de Jamaica “barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades”. Lo mismo podría escribirse hoy sobre Palestina (ver Alerta Roja N° 19), donde la magnitud de la violencia trasciende la capacidad de la imaginación y la razón.

En junio de 2026 se cumplirán 200 años del Congreso Anfictiónico de Panamá, temprano esfuerzo por la unidad continental y por el multilateralismo convocado por Bolívar, aspirando a un espacio de igualdad jurídica entre los Estados donde “ninguno sería débil con respecto a otro: ninguno sería más fuerte” y “un equilibrio perfecto se establecería en este orden de cosas”. En el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre las Repúblicas de Colombia, Centroamérica, Perú y Estados Unidos Mexicanos del 15 de julio de 1826, contempló “sostener en común defensiva y ofensivamente, si fuese necesario, la soberanía e independencia de todas y cada una de las potencias confederadas en América contra toda dominación extranjera y asegurarse desde ahora y para siempre los goces y una paz inalterable”.

La paz, en el concepto bolivariano, debe ser integral, sostenible en el tiempo. Por tal razón, es una paz que, a la luz de nuestros días, no puede ser construida de espaldas a los pueblos. Es una paz que obligatoriamente debe venir acompañada de justicia social y de garantías para que no puedan reaparecer los motivos de la guerra. Como la describe Ytalo Américo Silva, “esta es la ‘Paz Inalterable del Libertador Simón Bolívar’, la capaz de ‘destruir para siempre los motivos de odio, de discordancia y de disolución’; en la que pensaba cuántas veces intentó materializar a Colombia”. Por tal razón, la carta del presidente Maduro insiste en que una paz en Asia Occidental debe resolver definitivamente el conflicto sobre Palestina, con el reconocimiento pleno de su Estado con capital en Jerusalén Este y el derecho de los refugiados al retorno.

Candido Portinari (Brasil), Guerra, 1952-1956. Panel de óleo/madera contrachapada, 1400 x 1058 cm.

La guerra

En 2025 se cumplen 80 años de la victoria militar más significativa sobre el fascismo, pero esto no quiere decir que la ideología fascista haya desaparecido. La Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa librada por China y la Gran Guerra Patria librada por el Ejército Rojo continúan siendo el testimonio vivo de que confrontar al fascismo acarrea enormes sacrificios y que la derrota militar que sufrió en el siglo XX no es garantía de que nuestros pueblos no puedan nuevamente ser amenazados por ideologías extremistas que combinan la depredación capitalista con su proyecto ideológico violento. En el Instituto Tricontinental (ver Dossier N° 79) hemos reflexionado sobre el avance del proyecto neofascista y sus desafíos para nuestra región.

La “nueva Guerra Fría” con la que el hiperimperialismo amenaza hoy a China, la imposibilidad de alcanzar hasta ahora un acuerdo de paz en Ucrania y el agravamiento del genocidio en Gaza demuestran las limitaciones del multilateralismo, cada vez más amenazado bajo el intento de imposición desde Washington de un supuesto “orden basado en reglas” que pretende cambiar los principios de la Carta de Naciones Unidas por normas dictadas e impuestas a conveniencia por los intereses de un proyecto que pretende monopolizar el uso de la fuerza militar y el desarrollo tecnológico, fragmentar las luchas populares, saquear los bienes comunes de la naturaleza y mantener a la humanidad al borde de una guerra nuclear.

Los principios nacidos en el Sur Global, desde espacios de unidad y cooperación como fueron la Conferencia de Bandung (ver Dossier N° 87) o la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (Conferencia Tricontinental de La Habana), nos convocan a defender con fuerza, desde el campo popular, una paz anclada sobre bases sólidas de soberanía nacional, desarrollo sostenible y justicia social. Los encuentros entre los pueblos de Asia, América Latina y el Caribe y África deben retomarse con más fuerza para construir un nuevo orden internacional donde haya cabida para una paz inalterable.

El trabajo de espacios como el Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas, fiel a los principios fundacionales de la ONU y que se opone a la arbitrariedad del unilateralismo, nos recuerda que debemos vernos en el espejo de la historia dolorosa del siglo XX y recoger, de los frutos de la victoria contra el fascismo, los elementos que nos permitan superar una trágica reedición de la Guerra Fría.

Beatriz González (Colombia), Señor presidente, qué honor estar con usted en este momento histórico, 1987.

Los otros demonios

El mismo día en que se llevó a cabo la Cumbre de los Pueblos por la Paz y Contra la Guerra en Caracas, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos declaraba al presidente Nicolás Maduro como jefe de un supuesto cartel de drogas conocido como el Cartel de los Soles que además fue declarado como organización terrorista. El Departamento de Justicia elevó a 50 millones de dólares su recompensa por la captura del presidente venezolano y un artículo del New York Times del 8 de agosto de 2025 asegura que el presidente Donald Trump ha firmado una directiva dirigida al Pentágono para utilizar la fuerza militar en contra de determinados carteles de droga latinoamericanos considerados terroristas.

Es así como el llamado bolivariano de paz en Asia Occidental fue respondido con una nueva ofensiva en la mal llamada “Guerra contra las Drogas”, que desde el gobierno de Nixon viene siendo progresivamente implementada como justificación para el intervencionismo imperialista en contra de Nuestra América. La “Guerra contra las Drogas”, en la práctica, ha sido un instrumento militar y jurídico, utilizado para avanzar los fines de la política exterior estadounidense, e incluso, para eliminar obstáculos.

En julio, el gobierno venezolano también había anunciado que, junto con el gobierno colombiano, se crearía una Zona Económica Binacional para la integración comercial, el desarrollo agrícola, el desarrollo social y la cooperación entre ambos países, que incluirá sectores como industria, gas, petróleo, electricidad, turismo y transporte. En materia de seguridad, este avance fortalece la cooperación entre Colombia y Venezuela para combatir al narcotráfico sin la necesidad de mediación estadounidense. Petro expresó en sus redes: “(…) he recibido el apoyo de Maduro y el general Padrino para derrotar los grupos narcotraficantes de la frontera de ese país”. Por su parte, Claudia Sheinbaum, la presidenta de México, país que ha sido repetidamente amenazado por Trump con intervenciones militares contra el narcotráfico, desestimó los intentos de vincular al presidente Maduro con el narcotráfico mexicano: “Si tienen alguna muestra que la presenten, pero nosotros no tenemos ninguna muestra relacionada con esos vínculos”.

En lo que va de 2025, Venezuela ha incautado más de 50 mil kilogramos de droga y las autoridades locales han indicado que las incautaciones posteriores a la expulsión de la Administración para el Control de Drogas de EE. UU. (DEA, por sus siglas en inglés), son ahora significativamente mayores. La motivación política —y no el narcotráfico— pareciera ser, una vez más, el principal impulso detrás de esta escalada de persecución contra el gobierno venezolano.

Recientemente, junto al Observatorio Lawfare, publicamos el segundo cuaderno de la serie Adictos al imperialismo, que busca retratar el papel que ha jugado el problema de la droga en la política exterior estadounidense y el impacto político, social y económico del Plan Colombia. La paz que se pretende imponer en esta guerra es la paz de la explotación, de la opresión, de la apropiación de los recursos naturales y del desplazamiento de los territorios. Es una paz aparente que sólo acabará reproduciendo los motores de la guerra, de la explotación y de la muerte.

La paz está asociada a cada elemento de la reproducción material de la vida.  La guerra, en consecuencia, está asociada con cada amenaza en su contra. No es casual que el Pentágono sea el principal contaminador del planeta. En un planeta de crisis ambiental, una catástrofe climática —como una inundación o una sequía prolongada— también pone en riesgo la paz. Los pueblos de Nuestra América y de todo el Sur Global tenemos el derecho de construir la paz necesaria para salvar la vida del planeta. La forma de ejercer ese derecho es a través de la organización popular.

En medio de la escalada, Venezuela realizó su séptima elección de carácter nacional en un año y el pasado 27 de julio se presentaron 37 mil proyectos comunales impulsados por la juventud del país. En el protagonismo de la juventud y en su capacidad organizativa están las claves para que nuevas generaciones del Sur Global construyan un futuro que supere la lógica del capitalismo y reafirme valores humanistas para transformar la sociedad. No será a través de la guerra, sino de una paz que pueda sostenerse en la justicia y en la solidaridad, que podremos garantizar el futuro.

En El despertar de la Historia, el cantor Alí Primera nos hizo la pregunta y nos dio la solución:

¿Cuál es la lucha de los hombres para lograr la paz?
¿Y cuál paz? Si quieren dejar al mundo como está.
Ayúdenla, ayúdenla, que sea humana, la humanidad.

Carlos es un exdiplomático venezolano que se desempeñó como viceministro para América del Norte (2018–2025) y presidente del Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos (2020–2025). Es graduado en Estudios Latinoamericanos y especialista en Relaciones Internacionales.

Carmen es una feminista venezolana y exdiplomática. Sus intereses de investigación incluyen democracia y sistemas políticos, movimientos sociales, historia de la diáspora africana y la afrodescendencia.

Guillermo es biólogo y profesor jubilado especializado en conservación de la diversidad biológica. Sus áreas de interés incluyen las reparaciones por la esclavitud y la colonización, la soberanía alimentaria, la cuestión ambiental, el ecosocialismo y la crisis civilizatoria.

Fuente: https://thetricontinental.org/es/boletin-na-paz-guerra-otros-demonios/