«¡Que nuestro arte también es acción combativa irreductible!» Manifiesto Nº 1, Artistas en Resistencia Sin sospecharlo, el público que la Alcaldía de Tegucigalpa nos había prometido para la lectura final del poeta español Juan Carlos Mestre, resultó estar compuesto por cadetes de primer año de la Academia Nacional de Policía. Era noviembre del 2005 y […]
«¡Que nuestro arte también es acción combativa irreductible!»
Manifiesto Nº 1, Artistas en Resistencia
Sin sospecharlo, el público que la Alcaldía de Tegucigalpa nos había prometido para la lectura final del poeta español Juan Carlos Mestre, resultó estar compuesto por cadetes de primer año de la Academia Nacional de Policía. Era noviembre del 2005 y con el Colectivo de Poetas Paíspoesible estábamos cerrando una serie de intensas lecturas para lo que habíamos invitado al ahora Premio Nacional de Poesía de España 2009.
Cuando los cadetes entraron al salón de cabildos, con su uniforme de gala y sus rostros casi adolescentes, hubo una pequeña crisis que estuvo a punto de echar por tierra el evento: ni el poeta Mestre, ni la mayoría de los asiduos espectadores y escuchas de nuestras lecturas querían aceptar la presencia de los futuros oficiales. Sin duda alguna, los años ochentas seguían gravitando sobre la conciencia de quienes estábamos ahí. Luego de varios minutos de indecisión, Mestre aceptó leer. Los cadetes acusaron el rechazo y el ambiente previo a la lectura era de alta tensión. De mi parte yo pensaba que lo que sucedía era una gran oportunidad de llevarle un discurso de sensibilidad a aquellos que pronto entrarían al juego de las brutalidades. «Es posible -me decía a mí mismo- que alguno de ellos recuerde esta noche y se la piense dos veces antes de actuar con violencia contra la ciudadanía». Creía, definitivamente, en la capacidad penetrante y reveladora de la poesía.
Lo que aconteció fue más asombroso: al terminar su lectura, Mestre -un consumado dibujante y grabador- dedicó uno de sus libros a un poeta amigo. Su dedicatoria era una joya de ilustración y así logró verlo uno de los cadetes que se acercó a saludarlo. El cadete sacó su pañuelo y le pidió al poeta que le dedicara algo parecido. La sencillez de la petición desarmó a Mestre y le dibujó su poema. Inmediatamente, los demás cadetes se agolparon para ver y luego, todos, casi al mismo tiempo, sacaron sus pañuelos e hicieron fila para que Mestre les dejara un recuerdo de esa noche.
Todos estábamos asombrados de lo que estaba pasando, los cadetes se marchaban ahora, guardando cuidadosamente aquel retazo onírico. Sí, lo que vimos fue surrealismo, a tan alto y al mismo nivel que aquella imagen que circuló por la prensa mundial, del compañero poeta Tomy Barahona, con un casco plateado de motociclista, lanzándoles piedras a las tropas represivas del 29 de junio de este 2009. Quizá, piedras para aquellos mismos cadetes ahora oficiales.
Y esa fue la reacción que todos los y las artistas y gestores de cultura de Honduras tuvimos al darse el golpe de Estado contra el Presidente Manuel Zelaya Rosales: una rabia incontenible de sentirnos traicionados, una rabia que fue en aumento al irse desatando la brutalidad a una escala que nunca sospechamos por parte de las Fuerzas Armadas. La burbuja ilusoria que nos había hecho creer en una sociedad más abierta, había estallado. Atrás, quedaron las grandes actividades artísticas que le habían dado un rostro nuevo a las noches de Tegucigalpa y San Pedro Sula, una energía que había dado un remezón a la conservadora, amnésica e imperturbable nacionalidad hondureña.
Semanas antes del Golpe de Estado, la UEAH (Unión de Artistas y Escritores de Honduras) nos habíamos estado reuniendo para consolidar el apoyo al proceso de la Cuarta Urna, y para ello, desarrollamos una serie de manifiestos públicos, a la vez que diseñábamos los planes para asumir la activación de las Casas Culturales del ALBA. La crisis nos impidió concretar el objetivo: todos nos sumamos a los y las miles y miles que salimos a las calles, que irrumpimos en la Base Aérea Hernán Acosta Mejía para rescatar las urnas secuestradas. La militancia borró esa ambivalencia de «la posición artística en tiempos de crisis». Nadie nos lo había enseñado, y con la indignación por todo lo que estábamos perdiendo (fortalecimiento institucional del Ministerio de Cultura, gestión socialista de nuestros proyectos colectivos y gremiales), fuimos, nos hicimos dignamente anónimos en medio del torbellino inicial.
Los promotores del golpe se mostraron claramente, como los mismos que fueron recortando – paulatinamente durante los años anteriores- los espacios culturales de los medios masivos, sustituyéndolos por una promoción hedonista donde el artista «cubierto» por la prensa o la TV era tratado con la visión exótica de la filantropía oligarca, y por lo tanto, de manera inmediata -y ante la adhesión masiva de los artistas a la lucha en las calles- comenzó un lógico vacío cultural que los golpistas han intentado llenar con folclor y con artistas chauvinistas de dudoso reconocimiento.
Al irnos encontrando en medio de las marchas masivas, los teatreros, los artistas visuales, los poetas, los músicos, todos los que nos sentíamos comprometidos con la lucha que iniciaba, decidimos darle organización y sistematicidad a nuestra presencia. Fue así que se hizo un primer intento organizativo convocado por MUA (Mujeres en las Artes) y luego, comenzamos a reunirnos en Café Paradiso, gracias a la complicidad de la historiadora Anarella Vélez y el poeta Rigoberto Paredes, quienes nos abrieron las puertas para nuestras reuniones. En principio, estaba el afán de estar juntos para superar el miedo y protegernos ante la arremetida de la represión, no hay que negarlo, pero poco a poco, las afinidades dieron como resultado la propuesta que había de ser la pauta combativa de nuestro aporte: los conciertos inter-disciplinarios en plazas públicas, tomando como punta de lanza, las presentaciones de bandas musicales y solistas, un reconocimiento a la enorme pluralidad e intensidad que ayuda a despertar la música (no hay lucha sin su canto, nos decíamos). Pero antes, ya habíamos decidido que lo nuestro debía estar adscrito a la recién creada dirigencia de toda la Resistencia al Golpe, así que, por consenso general (éramos casi 25 artistas inicialmente) nacimos como ARTISTAS DEL FRENTE NACIONAL CONTRA EL GOLPE DE ESTADO, asumiendo con ello, una posición político-cultural de claras propuestas revolucionarias, y que tendrían que ser el eje de nuestras presentaciones. La siguiente, es la primera convocatoria que hicimos circular entre los compañeros artistas:
«Compañeras, compañeros:
El ritmo vertiginoso con el que se han desenvuelto todos los acontecimientos tras el golpe militar no ha podido confundir ni disgregar a la gran mayoría de artistas.
Nosotros que desde antes de este nefasto hecho, veníamos denunciando y -de manera intuitiva- creando obras, piezas o artículos que con frontal lucidez desnudaban los estertores de una sociedad en ruptura, hemos podido mantenernos en constante convergencia y, prueba de ello, han sido las actividades que hemos realizado los últimos días, de las cuales, las más significativas han sido los dos conciertos realizados los día 11 y 12 de julio, en el Aeropuerto Toncontín y en la Plaza Central, respectivamente.
No es necesario recordar el importante papel que ha jugado el arte en el proceso de conciencia de los movimientos populares en toda la historia de la civilización, basta decir que el arte le ha puesto memoria imperecedera a la belleza pura de los pueblos que buscan reivindicarse ante sus congéneres, ante su tiempo, ante la historia.
Bajo esa perpectiva un grupo de artistas de diversas disciplinas nos hemos estado reuniendo para organizar, mantener y proponer nuestro aporte creativo a la dirigencia del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado, sumándonos irrevocablemente a la unidad con que se deben enfrentar los sucesos para que estos no nos desborden mientras nosotros tratamos de vencer nuestras desconfianzas y objetivos fragmentarios.
Sabemos de la fiera individualidad con que debemos defender nuestro personal proceso estético, sin embargo, ahora mismo, es la unidad la que nos da fortaleza para afrontar todas las amenazas concretas y probables que podamos tener.
Dicho lo anterior, se me ha pedido que les haga una convocatoria para que podamos reunirnos y establecer acciones conjuntas.
De ser positiva su respuesta, Confirmenos su participación»
Las enormes enseñanzas que nos dieron esas primeras intervenciones, fueron desde el comprender que nuestra propia expresión artística estaba supeditada a la mixtura de las tribunas libres, donde el pueblo llano nos acompañaba con su propia expresividad, hasta la enseñanza que nuestras intervenciones le fueron dando a la dirigencia misma del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado, en el sentido que nuestro aporte, se iba convirtiendo en esencial para entender y ampliar el espíritu de la Resistencia, al punto que nos volvimos indispensables para la lucha frontal, una vez que se superaron los desencuentros iniciales donde la histórica inconexión de los diferentes segmento ciudadanos fue la regla natural de la desmovilización popular promovida por el sistema.
La respuesta del pueblo en Resistencia a nuestros «Actos de liberación» -como le fuimos llamando a nuestras intervenciones- fue en ascenso, poniendo a prueba nuestra precaria capacidad de gestión, misma que siempre ha contado con los mínimos recursos, y que sin embargo, ha sabido salir adelante por el compromiso individual de todas las compañeras y compañeros. Las acusaciones que partían del usurpado Ministerio de Cultura, afirmando que éramos financiados por los «petrodólares chavistas» eran anuladas cada fin de semana con el redoblado trabajo del equipo de producción encargado de hacer las mantas, los monigotes del moni-golpe (figuras carnavalescas que representaron a los principales autores del Golpe y que las llevábamos a todos los escenarios) y los distintos trabajos gráficos para los afiches y camisetas que nos permitieron auto-financiarnos durante los momentos más crudos de la represión masiva.
De esta forma, el elemento gráfico que íbamos proponiendo, fue transformando estéticamente a los viejos estilos del afiche popular hasta llevarlos a una refrescante manera de comunicar las aspiraciones de la Resistencia. La alianza con otras agrupaciones de artistas que terminaron por cobijarse bajo el nombre y representatividad de Artistas del Frente, nos permitió coordinar acciones de mayor envergadura, tanto a nivel local como a nivel nacional, creándose fuerte réplicas en Trinidad, Santa Bárbara y en San Pedro Sula, bajo el nombre de Artistas del Frente Noroccidental.
Nuestras presentaciones siempre han sido masivas. Casi 30 presentaciones continuas se han realizado al mismo ritmo de la avalancha popular en las calles y barrios populares. La serie de conciertos «Gritos del Paraíso» se sucedieron en los momentos terribles cuando los militares secuestraron bajo el Estado de Sitio a los departamentos de El paraíso y Choluteca, causando muerte y torturas, encarcelamientos y masivas persecuciones. Cada nombre de nuestros mártires abría la activad programada, y cada vez más, la seguridad cedida por el Frente a nuestros conciertos, descubría más y más policías infiltrados, así que sabíamos de antemano, que lo nuestro ya no era un acto romántico, sino que ya la dictadura había centrado su ojo sobre nuestras voces y cantos. Lo supimos y la claridad del compromiso fue todavía mayor.
Para darles a los gorilas una demostración contundente del tamaño de nuestras convicciones, nos sumamos a la organización del mega-concierto «Voces Contra el Golpe» (mediados de agosto) junto a Terco Producciones, al cual asistieron más de 20,000 personas para presenciar a Los Guaraguaos de Venezuela, Manos de Filippi de Argentina y a Café Guancasco, Karla Lara, Mario de Mezapa, Pez Luna, Nelson Pavón, Fernando Rey, David Herrera, Rosario Rodríguez, Proyecto Gritón, Son de Rimas, Asociación Cultural Memorias, Teatro la Siembra y muchos otros artistas hondureños que han sido la voz de la Resistencia en todos los barrios y colonias a las que hemos continuado yendo. Ese concierto elevó a Artistas del Frente a una categoría de gestión político-cultural desconocida hasta entonces en nuestro país, y en muchos aspectos, nos dio la exacta medida de lo que teníamos entre manos. En cierta forma, nos sentimos imbatibles en las conquistas morales, en ese mundo simbólico donde el golpista no puede echar mano de razones convincentes, y sin embargo, todavía no estábamos preparados para enfrentar la desmovilización que se nos vino encima al declararse el Estado de Sitio que suspendió, radicalmente, toda movilización de la Resistencia junto a toda emisión televisiva o radial que se mostrara contraria a la dictadura. Esa fue la reacción del régimen a una verdad popular que había alcanzado su paroxismo en todas las manifestaciones posibles de la expresividad humana.
Al vernos imposibilitados a la acción, la inactividad comenzó a hacer mella en la disciplina. Acostumbrados a responder al mismo tiempo que las circunstancias, nos vimos de pronto inmersos en la divergencia de objetivos y en la individualización de la lucha, justo los cálculos prefigurados dentro de algún manual de nuevo vigente en el Departamento de Estado. Muchos lo advertimos, sin embargo el margen de acción era realmente estrecho y las amenazas seguían creando un ambiente más enrarecido que el constatado en los primeros días de Resistencia. No obstante, continuamos dando muestras de nuestra presencia a través de análisis críticos de la situación que luego eran circulados a través de las redes de internet. La producción artística que requería de mayor concentración dio sus frutos con la salida del CD del grupo insigne de la Resistencia: Café Guancasco, compañeros que han terminado de encontrar su completa identidad integrándose de lleno a la lucha de Artistas de Frente.
Un punto que merece total atención de los Artistas convocados por la Resistencia -y esto por lo controversial de sus alcances- es el de la producción poética enmarcados en la condena al Golpe. La creación ha sido realmente vasta y el panfleto ha ondeado agitado en las manos de muchos poetas reconocidos y no reconocidos. Helen Umaña, prestigiosa académica, crítica de literatura hondureña, supo dar una visión esclarecedora al hecho, señalando la importancia que ha tenido la poesía como formato interpretativo de la realidad en aquellos y aquellas que no encontrando otra forma de expresar su indignación han elegido el poema como catarsis o como embellecedor de la terrible realidad. Siguiendo este hilo, me atrevería a apoyar a Helen con la observación de que ninguna muestra estética ha sabido discursar o darle discurso al pueblo en Resistencia que la poesía y el canto; el punto de los desencuentros ha llegado cuando esta manifestación poética ha sido antologada y dada como muestra esencial de lo alcanzado estéticamente dentro de la poesía en Resistencia.
Hay quienes se preguntan si estas antologías anuncian un estilo oficializado por la lucha, y si la vorágine política no le habrá dado un retroceso real a los auténticos logros estéticos alcanzados por un dudoso canon nacional, pero lo que es indudable, es el hecho de que las intervenciones artísticas en lucha, han alcanzado a sectores poblacionales que nunca habían tenido oportunidad de expresarse, y esto se revela en la infinidad de llamadas telefónicas que gente anónima ha hecho a los pocos medios independientes que subsisten, en las cuales, la poesía popular-revolucionaria ha estado a la orden del día. El debate seguirá y habrá de darle nuevos bríos a la eterna discusión del compromiso artístico.
Lo anterior, es un reflejo de las discusiones de «re-agrupamiento» que han tenido lugar una vez sucedido el Estado de Sitio y el marasmo del diálogo San José-Tegucigalpa-Guaymuras, pasos políticos que no podemos ignorar al reconocer nuestro compromiso como una acción político-cultural»; y fue precisamente por ello, que dentro del núcleo de artistas – militantes que seguimos manteniéndonos activos y en constantes reuniones de análisis, decidimos «mover» nuestra propia conceptualización hacia el nombre de ARTISTAS EN RESISTENCIA, esto para definir y reconocer que la lucha de la Resistencia va más allá de la lucha contra el Golpe de Estado ocurrido el 28 de junio, sino que, ahora enfrentados a un sistema que sigue consolidando su brutalidad y ceguera, tenemos el reto de profundizar nuestros fines en base a la promoción de la memoria de lucha y de las proyecciones de la misma a corto y largo plazo.
Como resultado directo de esta revisión grupal, hemos acometido y dado vida al proyecto fotográfico «Tierras del nunca más», en el cual -y en base a un jurado profesional- se han elegido a cinco fotógrafos cuyo tema es la movilización popular de estos cinco meses en Resistencia. La muestra acaba de terminar su primer ciclo de itinerancia, arrancando en la zona noroccidental: Trinidad-Santa Bárbara, San Pedro Sula-Cortés y Tocoa-Colón. La afluencia de público ha sido conmovedora, y los testimonios del hondureño en Resistencia al contemplar las imágenes de la represión y la lucha contra la barbarie, nos han dado mayores razones para mantenernos en propuestas que, más que activar la nostalgia, sirvan para cimentar una memoria de la cual partir para darle espíritu a una Constitución Revolucionaria que refunde a Honduras.
La práctica transformación del Ministerio de Cultura a un ente de promoción turístico-folclórico (visión por excelencia del golpismo cívico, arcaico e ignorante que somete al país), ha alentado a muchos artistas a promover la idea de una institucionalidad alterna que siempre vaya un paso adelante -como ya se ha demostrado- y que agrupe a los más genuino de la expresión artístico-cultural en Resistencia, y aunque aún no se dan los pasos precisos para este proceso, el reto se alza ahí, ya sea como un gran aliciente para una disidencia de alturas colectivas o simplemente, para una alimentación constante de una obra personalísima que sepa diseccionar de profundis los mecanismos universales de las oligarquías en el poder.
Muchas compañeras y compañeros artistas ya han sido amenazados, encarcelados y perseguidos en este tiempo; el caso de la arbitraria detención de la compañera poeta Rebeca Becerra (Directora del Libro y el Documento) junto a su hija Camila de 8 años, acto instigado personalmente por la espuria Ministra de Cultura Mirna Castro, sólo revelan una pequeña arista de las incontables traperías (cuya entrada triunfal se dio con el secuestro del reconocido caricaturista Allan McDonald junto a su hijita, Abril, de 4 años) y cesación sistemática de cargos de profesionales de la talla del historiador Darío Euraque, quien fungía como Director del Instituto Hondureño de Antropología e Historia y de las compañeras Nathalie Roque e Isadora Paz (Directora de la Hemeroteca Nacional y de Dirección Artística, respectivamente). Nathalie Roque fue despedida bajo la acusación de «revelar documentación privada» del Ministerio. La verdad: haciendo acopio de los archivos a su disposición, Nathalie reveló a través de la red, el pasado oscuro y hemerográfico de las principales figuras golpistas: Micheletti, Romeo Vásquez, Oscar Andrés Rodríguez, Carlos Flores Facussé y otros especímenes.
Viéndolo todo en retrospectiva, pienso que hemos debido ser más firmes a la hora de atajar las corazonadas. La taquicardia que provoca en el artista la simple presencia de un milico, debe ser escuchada con mayor claridad por todos. No entenderlo así es condenarnos a estar a merced eterna de lo siniestro, una grave lección que ahora asumimos los artistas hondureños.
Los pañuelos que Mestre ilustró para aquellos cadetes entonces inofensivos, ahora están empapados con la sangre de nuestros mártires, y bajo ellos, cantamos.
* Fabricio Estrada es poeta y fotógrafo hondureño; colaboración en exclusiva para el seminario uruguayo Brecha; Mario Casasús -coordinador del suplemento dedicado a «TeguciGOLPE»-, editó algunos fragmentos por cuestiones de espacio.