¡A las armas!

¡Lluvia de armas estadounidenses sobre Oriente Próximo! El valor de las entregas debería alcanzar los 46.000 millones de dólares durante los próximos diez años, según precisó la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, el 2 de agosto. Beneficiarios: Arabia Saudí, Egipto, Kuwait, Bahrein, Qatar, Omán y Emiratos Árabes Unidos, aliados de George W. Bush en la región.

¿Inquieta el suministro de material sensible a Arabia Saudí? El 15 de agosto Washington decide aumentar en cerca de un 25% la ayuda militar estadounidense a Tel Aviv: alcanzará los 30.000 millones de dólares en diez años.

El 7 de diciembre de 2006, una Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptada por 153 estados, autorizó la elaboración de un tratado para el control de las transferencias del armamento considerado convencional, hasta ahora exento de todo marco normativo. Veinticuatro países se abstuvieron en la votación -entre otros, China, Rusia, India, Irán, Israel y Pakistán- y uno sólo votó en contra: Estados Unidos. El Consejo de la Unión Europea apoyó públicamente esta Resolución.

En el mismo momento, o casi, París firmaba con Trípoli importantes contratos: 168 millones de euros para la compra por parte de Libia a la empresa MBDA [2] de misiles anticarro Milan (que equipan ya las fuerzas armadas de 41 países) y 128 millones por un sistema Tetra de comunicación por radio a EADS. «¿Qué me reprochan?» ha preguntado con indignación el presidente Nicolas Sarkozy. «¿Que consiga contratos? ¿Que dé trabajo a las empresas francesas?» [3] No necesariamente, pero sí la opacidad en que se desarrolla este comercio de muerte, sobre el que la representación nacional no tiene ninguna autoridad. Y también, el mantenimiento de una peligrosa dinámica de guerra… Se prevé que Francia venda más de 6.000 millones de euros de armas al extranjero en 2007 -contra 3.380 en 2004-, según declaraba, en septiembre de 2006, un portavoz de la Delegación general para el armamento (DGA).

Los miembros de la Unión Europea deben, en principio, respetar un código de conducta que les impide, concretamente, alimentar los conflictos existentes. Sin embargo, por razones de ventajas de productividad, pocas armas modernas se fabrican ya en un único lugar. Por ejemplo, algunas empresas europeas -como EADS- y estadounidenses proporcionan piezas y tecnología para el desarrollo del nuevo helicóptero de combate chino Z-10, sin saber cuál será la política de exportación de Beijing… que ya ha proporcionado aparatos militares a Sudán [4]

El negocio pirómano de Estados Unidos en Oriente Próximo provoca la reacción de Siria e Irán, a los que siempre les queda la posibilidad de dirigirse a China o Rusia, con importante presencia en el mercado. Níger se inquieta por los regalos de Francia a Libia, que reivindica desde hace algunos meses 30.000 kilómetros cuadrados de territorio de Níger ricos en petróleo y uranio. Especialmente mimado por la Casa Blanca, Israel ya no se contenta con importar y se ha convertido en el primer proveedor de armas a Colombia. La potencia de fuego del armamento colombiano, junto a la hostilidad de Washington, preocupa a Caracas, que recurre a Moscú para modernizar su armamento. Otros vendedores emergen: India, Corea del Sur, África del Sur, etc. Nunca este sector productivo vivió un tal florecimiento. Los gastos en este tipo de material deberían alcanzar un monto sin precedentes de 1,058 billones de dólares a finales de 2006 [5] .

¿Que cuál es la moraleja de esta historia? No la hay, en absoluto. Bueno, sí. El Pentágono ha perdido la pista de 110.000 fusiles de asalto Kalashnikov y 80.000 pistolas (sin mencionar cerca de 135.000 chalecos antibalas) entregados al gobierno irakí en 2004 y 2005 [6] . No es imposible que estas armas hayan caído en manos de los insurgentes y sirvan para atacar a militares… estadounidenses.

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