En el amanecer del Siglo XXI, lo que resurgía como el día más democrático para las y los hondureños, después de haberse redactado la Constitución de la República en 1982, era la anhelada consulta popular, sin embargo, en contestación por la clase dominante en auspició de los Estados Unidos, se ejecutó un Golpe de Estado […]
En el amanecer del Siglo XXI, lo que resurgía como el día más democrático para las y los hondureños, después de haberse redactado la Constitución de la República en 1982, era la anhelada consulta popular, sin embargo, en contestación por la clase dominante en auspició de los Estados Unidos, se ejecutó un Golpe de Estado el 28 de junio de 2009 consolidándolo como un día de traición a la patria.
De ese momento a la fecha se ha cumplido un sexenio de la lucha popular en Honduras, así como del nacimiento del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que se ha mantenido firme en las calles exponiendo la crisis del neoliberalismo que implementan los actuales gobiernos y demandando una transformación de Estado a través de una Asamblea Nacional Constituyente.
Fue así, que Honduras salió a las calles para conmemorar el natalicio de este Popular Frente, al tiempo que para repudiar el Golpe de Estado que continúa permanente y prolongado. A tal grado que la nación se ha convertido en la más violenta, desigual y empobrecida del mundo.
En ese sentido, el Secretario para los Asuntos Internacionales del FNRP, Gilberto Ríos, recordó que las movilizaciones «tienen un carácter que representa el pensamiento socialista dentro del movimiento popular organizado», puesto que «son muchos los esfuerzos de la oligarquía para aplacar las voces populares».
Asimismo, expresó Ríos, que en Honduras se vive una dictadura «porque no hay elecciones democráticas, la participación del pueblo en las urnas fue substituida en dos ocasiones consecutivas por los mandatos de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, estos al servicio del Partido Nacional».
Es importante ver, como en los últimos seis años las vinculaciones entre lo social y lo político, entre la autonomía y la integración al gobierno, entre la lucha institucional y extrainstitucional, son objetos de intensos debates que atraviesan al conjunto de las organizaciones populares y se prolongan en las ciencias sociales. Se anhelan los vientos de libertad.
REALIDAD HONDUREÑA
Para la burguesía arrendataria la revolución sólo significa muerte, violencia y desorden. Para un pueblo que vive en la miseria, una revolución significa liberación, cambio y el principio de un orden nuevo. Por eso todo político burgués trata de evitar una evolución, un cambio paradigmático, una revolución, y son más bien sus respuestas con balas, óbito y penuria.
Es ciertamente duro, imaginarse en pleno Siglo XXI un país donde la vida se ve a través de una estadística; el que fue asesinado o quien sobrevive. A Honduras, tras el golpe de Estado lo han convertido – los gobiernos nacionalistas de Juan Hernández y Porfirio Lobo- en un país colmado de odio, calamidad y violencia.
Desde el día que expatriaron al ex Presidente José Manuel Zelaya, los asesinatos para todos y todas empezaron a tomar ritmo de política de Estado. A la fecha, 53 periodistas y comunicadores sociales han sido asesinados, en respuesta de las autoridades 96% de impunidad.
El campesinado ha sido cruentamente violentado de sus derechos a trabajar su tierra, por lo que les ha costado la vida a 192 campesinas y campesinos, la solución del binomio Hernández- Lobo, 94% impunidad. A miembros de la comunidad LGTBI la violencia se expresa en los ataques de odio, desde el Golpe se calcula que son 202 personas asesinadas en un ambiente de 96% de impunidad.
Las mujeres, quienes son el grupo mayoritario en populación del país, son violentadas de sus derechos a diario. El Estado heteropatriarcal ha profundizado la violencia que tiene como resultado el 95% de impunidad en 3,129 mujeres asesinadas entre junio de 2009 y junio 2015.
La niñez y la juventud sufren las consecuencias del Golpe de Estado a diario, ya que el mismo gobierno los expulsa del país por la falta de garantías al acceso de la salud, educación y vivienda, así como de sus mismas vidas. Desde el golpe 5, 649 niños y jóvenes asesinados, 96 % de impunidad. Aunado a ellos, el registro de 32,496 migrantes no acompañados de origen hondureño que hace Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU entre 2009 y 2015.
Y como si fuera poco en tal escenario de horror, el último informe del estado Global sobre la Prevención de la Violencia 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice que Honduras sigue siendo la más violenta del mundo con una tasa de asesinatos de 85.5 por cada 100 mil personas. El gobierno de Hernández lo niega y con los medios hegemónicos de su lado, aseguran que son 66.49 los asesinados.
Todo este escenario, ha provocado que la resistencia hondureña siga volcada en las calles exigiendo libertad y justicia, así como una Asamblea Nacional Constituyente para gobernar a través del Socialismo Democrático.
CONTRA LA DICTADURA
Desde hace 34 días, Honduras también ha experimentado movilizaciones a diario en más de 70 ciudades a nivel nacional e internacional, de parte de toda una sociedad indignada, exigiendo la renuncia de Hernández, así como un alto a la impunidad y la corrupción de los partidos políticos, con énfasis en el Partido Nacional tras haber saqueado 350 millones de dólares de las aportaciones de las y los obreros al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), lo cual sirvió para financiar la campaña de quien ocupa hoy casa de gobierno.
Esas masivas movilizaciones, también han servido como plataforma para la exigencia de la instalación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad en Honduras (CICIH), y un basta ya a la dictadura, que a juicio del pueblo, Hernández instala con la militarización de la sociedad y la reducción del cuerpo del Estado.
Según el expresidente Zelaya Honduras «está en las peores condiciones, a Juan Orlando Hernández se le cayó la reelección y eso lo confirma todo el movimiento de los indignados. El pueblo quiere que se investigue el asalto al Seguro Social».
El expresidente Zelaya explicó como el presupuesto general de la república ha sido recortado, en una clara exposición de que al actual gobierno no le interesa invertir en educación, salud, mujeres, pero sí con defensa y seguridad.
Por ejemplo, el presupuesto general de ingresos y egresos de la República para el ejercicio fiscal 2014 el Gobierno nacionalistas de Hernández y Lobo aprobó un monto de L 8, 576, 094,807, es decir unos 389 millones 822 mil 491 US dólares, mientras que para 2015 el presupuesto aprobado fue de L9, 378, 953,633, aumentando L 802, 858,826, lo que significan unos 36 millones 493 mil 583 US dólares.
En otra mano, para la educación del pueblo hondureño, en 2014 se aprobaron L 23, 038, 477,015 o sea 1, 047, 203,500 US dólares, mientras que para 2015, fueron L 22, 446, 021,429, es decir un recorte de 592, 455,586 lo que significan 26, 929,799 US dólares.
En lo que refiere a la salud de Honduras, en 2014 el Partido Nacional aprobó L 12, 568, 785,811; mientras en 2015 le recortaron L 74, 819,462, lo que significan 3 millones 400 mil 884 US dólares. Para el Instituto de la Mujer en 2014 le dieron L 25, 021,760, pero en 2015 les quitaron L 2, 502,176, es decir unos 113 mil 735 US dólares.
En ese sentido, Zelaya refirió que «la lucha está en las calles en contra de la injusticia, y esa es la mayoría. Si nosotros creemos que la oposición es la que puede unificarse para vencer al Partido Nacional haremos todo lo posible para hacer ese esfuerzo de unificación».
En tanto, es posible observar en este sexenio de lucha popular que se expone en Honduras, los elementos de la lucha democrática planteada desde el FNRP y su expresión política el Partido Libertad y Refundación (Libre), es el de un nuevo proceso de reordenamiento económico que marca una discontinuidad frente a las políticas neoliberales introducidas en los noventa.
Esa constatación tiene profundas implicaciones historiográficas, sociológicas y políticas que deberán ser objeto de intensos debates para evitar a la oscuridad de la opresión que recae sobre las amplias mayorías en resistencia, y el abatirse ante la derrota por las condiciones de aislamiento y fragmentación.
Por lo cual, no cabe duda, que Honduras ha despertado y que en estos seis duros y violentos años en contra del pueblo, se ha tomado la decisión de enfrentar y resolver las injusticias sociales y exclusiones de larga data, que en muchos casos se plantea como la superación de estructuras persistentes desde el tiempo colonial.
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