«Cuánto dure la negociación, no lo sé. Mi objetivo es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo» -Oscar Arias, presidente de Costa Rica- Anuncio de interés para golpistas americanos: ¿Piensa dar un golpe contra su gobierno? ¿Su país necesita un cambio de rumbo y no ve la forma de conseguirlo por […]
«Cuánto dure la negociación, no lo sé. Mi objetivo es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo» -Oscar Arias, presidente de Costa Rica-
Anuncio de interés para golpistas americanos: ¿Piensa dar un golpe contra su gobierno? ¿Su país necesita un cambio de rumbo y no ve la forma de conseguirlo por vías democráticas? Pues tenemos la solución a sus problemas, lo que usted necesitaba, lo último en violaciones antidemocráticas: el golpe dialogante. Y diga adiós a aquellos cuartelazos brutales del pasado. Por ahora el prototipo está en fase de pruebas en Honduras, pero si funciona bien, le enviaremos un comercial.
El golpe dialogante es ideal para países con tensiones internas, con fuerte polarización política. En tales circunstancias, bastan una intervención militar breve, una oposición que colabore y algunas instancias estatales que sigan el juego. Se coge al presidente, se lo saca del país (mejor que cargárselo, que es una ordinariez), se espera a que pase el ruido internacional de los primeros días, y se busca una mediación de prestigio avalada por Washington.
Fíjense en el hábil cambio de discurso estadounidense: Hillary Clinton, tras evitar comparecer con Zelaya, tuvo mucho cuidado en defender no la vuelta de presidente, sino «la restauración del orden democrático y constitucional a través del diálogo». Cuando un periodista insistió sobre la restitución de Zelaya, dijo que eso era algo que ella dejaba «a decisión de las partes», puesto que el golpe condenable se ha convertido en un conflicto con dos partes reconocidas.
No sabemos lo que saldrá de las conversaciones en Costa Rica, pero todo lo que no sea la restitución del presidente será un triunfo de los golpistas, que habrán alterado la situación a su conveniencia. Que otros mandatarios tomen nota, no sea que se ponga de moda el golpe dialogante.