Los excesos que se permiten los fascistas contra la embajada de Brasil, y contra la población en general, nos hacen preguntarnos si la burocracia internacional tiene alguna razón de ser. La OEA parece ser un foro para reconocer que la derecha posee influencia suficiente para poner en la misma mesa a los victimarios con los […]
Los excesos que se permiten los fascistas contra la embajada de Brasil, y contra la población en general, nos hacen preguntarnos si la burocracia internacional tiene alguna razón de ser. La OEA parece ser un foro para reconocer que la derecha posee influencia suficiente para poner en la misma mesa a los victimarios con los representantes de las victimas.
Ha dado la impresión de que este organismo tiene suficiente paciencia, y carece de la dignidad necesaria, para reaccionar con firmeza ante los insultos de los golpistas. Los crímenes de lesa humanidad, la constante represión de los derechos humanos, el cierre de medios alternativos, el asedio militar a la embajada brasileña no afectan el sueño de cuantas misiones lleguen a ver al sujeto que hoy dice gobernarnos.
La ONU es un enorme monstruo donde el imperio y sus asociados hacen lo que quieren. El Consejo de Seguridad gobierna la organización, y su asamblea general es incapaz de ir mas allá de las condenas, que únicamente siirven de papel sanitario a los golpistas. Las sanciones económicas y comerciales hacia el gobierno de facto no llegan, y seguramente llegarán muy tarde, cuando muchos hondureños hayan pasado a formar parte de las estadísticas que a estos burócratas les gustan tanto.
Hay que aclarar que esto no sorprende mucho, baste ver las lamentables intervenciones de estos organismos en conflictos internos o regionales en otras partes del mundo. A partir del momento en que permitieron al imperio destruir civilizaciones enteras como respuesta a actos terroristas, la comunidad internacional se hizo cómplice de actos de lesa humanidad.
Las invasiones en Afganistán e Iraq, desconociendo plenamente el derecho internacional; los bombardeos criminales contra Pakistán; la impunidad de los sionistas en todo el mundo, pero especialmente contra el pueblo palestino; las actuaciones frente a los conflictos en África, que ellos mismos provocaron; la actuación en Haití, e incontables ejemplos que no citamos por falta de espacio, demuestran que los países imperiales usan la ONU como trampolín de sus intereses.
La desvergüenza y la doble moral son cosa común y rutinaria en estos adefesios que se guían por la opinión de los grandes medios para darle seguimiento a los eventos que acontecen en cada unos de sus países miembro. Quizá la salvedad haya sido la tendencia a la unanimidad en cuanto al rechazo del bloqueo contra el heroico pueblo cubano. Aún así, países que votan contra el bloqueo se muestran tímidos ante las muestras de irrespeto del imperio gringo frente a la opinión pública internacional ante un acto de guerra inhumano y permanente contra un pueblo que sigue defendiendo su libertad con la frente en alto.
Todavía sufre Cuba de muchas limitaciones causadas por el bloqueo. Cierto que el pueblo cubano ha sabido sortear estas dificultades con irreductible dignidad; pero el bloqueo a la compra de alimentos, equipos médicos, e incluso a intercambios culturales, demuestran que lo que la ONU dice es todavía retórica barata que no responde a las necesidades de la población mundial.
Es también incomprensible como la ONU hasta la fecha no se ha pronunciado sobre el caso de los cinco héroes cubanos presos en cárceles gringas por su compromiso con la seguridad de su pueblo. Aquí al menos una resolución es valida, sin perjuicio de la responsabilidad criminal de los jueces y magistrados que han dictado tan vergonzosas condenas y que el mundo debería juzgar como atentados contra la humanidad misma.
En el caso de Honduras donde se han violado los elementos básicos que, al menos en teoría, le dan vida a la integración política mundial, las acciones se limitan en esperar a que Obama finalmente se acuerda de que el maneja la política exterior yankee y que debe poner alto a los Shannon, Anselem, y todos los remanentes de la administración Bush.
Es increíble que a esta altura no se haya adoptado una posición firme sobre el asunto hondureño. Hasta ahora tenemos una resolución del 30 de junio, desde entonces mas de cien personas han muerto, miles han sido reprimidas, violadas, torturadas. Vivimos bajo estado de sitio permanente y muchas fechorías mas se han perpetrado. Sin embargo, todavía discuten qué hacer. En contraste la derecha brasileña, por ejemplo, ha tenido la habilidad de resaltar la presencia del presidente Zelaya es su embajada en Tegucigalpa, ignorando deliberadamente el hecho de que el gobierno de facto hace actos de guerra contra la soberanía de ese gran país.
Hoy día ya hemos visto un desfile de altos personeros de la OEA, la comunidad europea, por la embajada de Brasil; testigos de la brutalidad que se vive en ese lugar no faltan; testigos de la revisión de los alimentos por perros amaestrados para buscar drogas y armas; de la instalación de equipos sofisticados de guerra sicológica; de la prohibición de llevar medicamentos a los enfermos; del hostigamiento militar permanente a los ocupantes de la sede diplomática.
La OEA se fue y dijo haber dejado abierto el diálogo; la ONU supongo que está esperando los resultados del diálogo. No se les habrá ocurrido que el régimen de facto ha mentido como norma, no como excepción, y juega a ganar tiempo para llevar a cabo unas elecciones donde participaran solamente candidatos que son cómplices directos y activos del golpe de Estado.
Estas elecciones no sólo no representan el interés del pueblo hondureño, sino que son la expresión mas clara del funesto precedente de los golpes de Estado como medio para frenar procesos transformadores en cualquier parte del mundo. Precedente que sólo conviene a la derecha más rancia del mundo; a los consorcios farmacéuticos, petroleros, armamentistas. ¿Acaso es lógico que el planeta funcione como una enorme sociedad anónima?
A esta altura debemos considerar seriamente la sustitución de estas instancias por otras en las que los pueblos sean más determinantes. En Honduras esta solidaridad de los pueblos ha sido extraordinaria, pero en el campo ha tenido todavía un efecto limitado.
Las limitaciones en logística y capacidad de comunicaciones han sido un problema para la resistencia hondureña. Varias veces he mencionado la necesidad que tenemos de apoyo tecnológico, en forma de asesoría para superar el cerco mediático.
Hace unos días recibí unas instrucciones de un compañero en Australia; instrucciones para la utilización de microtransmisores para la radio comunitaria. Sin embargo la misma es incompleta y no podemos implementarla. Radio Globo transmite en Internet, pero es muy probable que pronto tenga que pasar a la clandestinidad o al silencio, ésta será una decisión de su propietario.
Radio Gualcho transmite en AM, pero su potencia es limitada. Valdría la pena apoyar a estas estaciones a seguir en el aire. El periódico Resistencia, órgano oficial del Frente pasa por múltiples problemas para mantener un tiraje regular, falta papel, falta tinta, etc. Bastará contactar a las personas encargadas de todos estos y otros asuntos en el Frente nacional de resistencia para descubrir la dimensión de las carencias que padecemos.
¿Si la derecha no tiene inconvenientes en enviar la tecnología de la muerte mas moderna y sofisticada, por que no habríamos de contar nosotros con la solidaridad de los pueblos de nuestra América? Fijémonos que aquí contamos con una represión primermundista, mientras la resistencia cuenta con los recursos de una sociedad pobre.
Debo aclarar que este pedido no es un desconocimiento al monumental esfuerzo que ya llevan adelante muchos patriotas hondureños y comités de solidaridad en el mundo. Es sólo que falta intensificar estas acciones.
No podemos cansarnos de recordar que esta lucha será larga; y representa los intereses de los pueblos del continente. Si los golpistas se imponen aquí, el imperio nos impondrá un siglo de violencia e intranquilidad en lugar de la paz y el progreso que anhelamos. Esto no debemos ignorarlo. La derecha lo entiende y apoya sin tapujos al régimen fascista; quizá eso es algo que deberíamos imitarles; no vacilemos en apoyar la causa del pueblo hondureño.
Al final, esta es una confrontación entre el pasado y el futuro. Y para ganarla debemos entenderla e integrarnos en el lado que nos corresponde históricamente.
Hoy exigimos justicia; si la ONU y la OEA no son suficientes, entonces necesitamos el juicio histórico de los pueblos contra los criminales golpistas.
¡Ni perdón ni olvido!
¡Hasta la victoria siempre!
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.