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Aurora Dorada reparte alimentos, ropa y empleo, pero sólo entre griegos

Fuentes: La Vanguardia

«No es por votos, sino por ayudar», afirman, aunque ‘fichan’ a todo el que entra a pedir. El Gobierno ha dejado que la ultraderecha marque la pauta en redadas a inmigrantes

Pantalones de camuflaje gris. Botas de 14 agujeros. Camisetas negras con su logo: una unión de hierro y una corona de laurel junto a las palabras Khrysi Augi (Aurora Dorada). Y guantes de cuero negro sin dedos… Esta era la vestimenta de los tipos cuadrados que, el pasado viernes, controlaban el reparto humanitario en las oficinas del partido de ultraderecha Aurora Dorada en el municipio obrero de Nikaia el pasado viernes. Es la nueva moda neonazi que Ilias Panagiotaros, el diputado de Aurora Dorada, vende en su tienda de complementos Falanga.

Pero las mujeres que hurgaban ansiosas en las bolsas de plástico, sacando jerséis y pantalones de segunda mano, no estaban muy interesadas en los camisetas negras de la puerta. Estas vecinas de Nikaia acudían a la segunda distribución de ropa este mes en este local en busca de prendas para abrigar a sus familias.

«Somos seis, ninguno tiene trabajo y se acerca el invierno», decía Aglaia, ama de casa de 55 años y arrugas como heridas en la cara. Se probaba un jersey blanco de algodón grueso. «No pude venir para el reparto de alimentos el otro día porque estuve todo el día esperando en el hospital -explica Katerina Gini de 65 años, levantando el pantalón para enseñarme las varices hinchadas-. Tengo 16 nietos a los que mantener». Para luego añadir que le han reducido la pensión de 700 a 500 euros mensuales este año. Ambas coincidían en que Aurora Dorada era el mejor partido… Qué iban a decir si nuestra intérprete, Eva Mastrogiani, una enfermera de pelo teñido color púrpura y pinta moderna, es miembro de Aurora Dorada.

En la oficina, al fondo, adornada con una bandera griega de las antiguas -cruz blanca ortodoxa sobre un fondo azul-, dos imágenes bizantinas de la virgen y un relieve dorado de un guerreo de la Grecia clásica, Nirza Skaprel, miembro activa de Aurora Dorada, explica las normas: «Has de tener más de 18 años y carnet de identidad griego».

«Nuestros miembros con empleo donan la ropa y compramos los alimentos con los fondos de los dos concejales que tenemos en Nikeia -añadió Skaprel-. No nos importan los votos; queremos ayudar a nuestro pueblo». Pero luego enseña el registro de quienes acuden a los repartos. Han fichado a 3.000 simpatizantes en este barrio en tres meses. «Apuntamos el móvil y les mandamos un SMS cada vez que regalamos ropa o comida», dijo.

«Los griegos son los únicos que tienen hambre», remarca Skaprel . Y parece creer lo que dice. «El Gobierno da dinero, trabajo, ropa y comida a los inmigrantes pero no da nada a los griegos». La realidad, por supuesto, es otra. Desde las elecciones parlamentarias de junio, en las que Aurora Dorada ganó 18 escaños (del total de 300), el Gobierno de coalición que preside el líder conservador de Nueva Democracia, Andonis Samarás, ha dejado que la ultraderecha marque las pautas en algunas áreas de actuación. Más de 50.000 inmigrantes han sido detenidos provisionalmente en redadas, y miles permanecen internados en una decena de campos de detención repartidos a lo ancho del país.

Los ataques contra inmigrantes se han multiplicado, en algunos casos con la complicidad de la policía. «Tenemos que cerrar las tiendas a las cinco; si abrimos hasta las ocho nos rompen los cristales», dice Ahmed Zaki, de la organización de comunidades egipcias en Grecia. «Hace tres semana unos tipos de Aurora Dorada atacaron una tienda egipcia en Attica y cuando fuimos a ayudar, la policía nos detuvo a nosotros». Los camisetas negras de Aurora Dorada empiezan a sembrar miedo también en el ámbito de la cultura y la enseñanza. Hace dos semanas, una maestra de un colegio en la isla de Lefakda recibió amenazas de Aurora Dorada porque había dejado que sus alumnos albaneses dibujasen banderas albanesas en una clase sobre identidades.

Curiosamente, los programas de apoyo social de Aurora Dorada no sólo recuerdan a los integristas musulmanes desde Gaza o El Cairo hasta los barrios pobres de Casablanca, sino al propio Partido Comunista griego de los viejos tiempos de gloria. «Había una tradición de solidaridad social en la izquierda; los comunistas crearon reservas de alimentos durante la hambruna en la ocupación alemana y esto se mantuvo después -explicaba Stelios Kouloglou, presidente del canal la televisión por internet TVXS-. Tenemos que recuperarlo».

Nikaia es un reto muy claro para la izquierda. Se trata de uno de los barrios obreros más devastados por la crisis, donde el paro se aproxima al 50%. Nikaia es un viejo feudo comunista. La nueva formación de izquierdas Syriza ha subido del 6 al 38% de los votos en el barrio. Aurora Dorada ha llegado de cero al 8,7%. Pero los neonazis compiten ya con la izquierda por el voto de los ciudadanos más castigados por los ajustes. «Por motivos éticos, Syriza no puede dar comida a cambio de votos -comentaba Alice Vegiri, asesora de una diputada de Syriza-. Pero sí apoya redes de solidaridad, programas alimentarios y tiendas gratuitas, que normalmente están gestionados por activistas de Syriza».

Mientras tanto, Aurora Dorada, tras fracasar en su intento de crear una reserva de sangre griega sólo para griegos (eso sí era ilegal), emprende una nueva iniciativa social: obtener empleo para parados griegos. «Nuestros miembros van por el barrio y hablan con los dueños de comercios, tiendas, talleres, etcétera; les proponemos que contraten a griegos en lugar de a los extranjeros sin papeles», explica Patelis, que luce una gorra de béisbol con el nombre Khrysi Augi. «Ofrecemos a trabajadores griegos por el mismo salario que los extranjeros sin papeles», añade.

Quizás es una pequeña pista de que Aurora Dorada, como tantos otros partidos fascistas a lo largo del siglo XX, puede responder a otros intereses, pese a su retórica de defender al trabajador griego frente a banqueros nacionales e internacionales. «De repente, tienen mucho dinero y no sabemos de dónde; pero quizá no sea casualidad que los diputados de Aurora Dorada votaran contra una nueva ley que habría forzado a los grandes navieros como Arestis a pagar impuestos», dijo Aras Chatzistefanou, director del documental Catastroika.

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