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Hay evidencias sobradas de que, si no acabamos por asumir como sociedad, como dirección del país, como partido, como clase obrera en el poder, que país queremos tener, que economía, que régimen social, no llegaremos a ningún lado, continuaremos en el marasmo de inacción que tiene paralizado al país.
El presidente Putin, ha explicado que la esencia de su política está dirigida contra el neocolonialismo. Por tanto, sus decisiones, la guerra en Ucrania, el nacimiento de los BRICS, tienen ese objetivo. Es un hombre formado en la Unión Soviética, más aún, en sus órganos de seguridad, que fue testigo presencial del derrumbe del Muro de Berlín, aquel que debió ser derribado por el socialismo y no por la contrarrevolución, tema que discutí varias veces con un diplomático de la ex RDA, República Democrática Alemana.
El ¨conflicto en Ucrania¨ tensando la situación internacional como no sucedía en décadas, nos convoca a repensarlo todo en el ámbito de las relaciones internacionales. Se habla de cambio radical hacia el multilateralismo, algo que ya venía sucediendo y las acciones de Rusia solo ponen en evidencia.
Nuestros objetivos a corto, mediano y largo plazo no están claramente definidos para el pueblo. No basta con que mantengamos el poder, la Revolución, hay que dar resultados concretos en la economía en primer lugar.
Una reforma económica profunda en Cuba es impostergable. Aunque tarde, con una aplicación lenta y en las peores condiciones, ya está en marcha. Para entenderla y, sobre todo, aplicarla consecuentemente, debemos tener claro a dónde queremos llegar, cuál es la meta. El proceso está en marcha, pero todavía parecen prevalecer los miedos.