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El diablo, como suele decirse, está en los detalles. Es precisamente lo que faltó definir en Hong Kong. La cumbre de la OMC, convocada para proponer una nueva ronda de liberalización comercial, arrojó un resultado concreto: la negociación seguirá en 2006.
La reunión ministerial de la OMC a celebrarse en China a mediados de diciembre no tiene visos de alcanzar los objetivos fijados para concluir la Ronda de Doha de negociaciones comerciales. Las divergencias entre los países impiden llegar a un acuerdo.
El presidente George W. Bush logró obtener el apoyo legislativo al acuerdo comercial de su país con Centroamérica y República Dominicana, en el que había invertido buena parte de su capital político. Se trata de un pacto de escasa relevancia financiera para la mayor economía del mundo, pero en cambio es un paso adelante en la negociación de la empantanada Area de Libre Comercio de las Américas.
También en Brasil se las gastan: el 21 de abril, el presidente Lula dijo que para su gobierno la negociación del ALCA, el proyecto para crear una zona comercial entre los países de todo el continente, excepto Cuba, estaba fuera de su agenda. «Fue malinterpretado», matizó el canciller Amorim respecto de la declaración. Empresarios de ese país impulsan la concreción del acuerdo, que es rechazado por el ala más tradicional del partido gobernante.
Detrás del protagonismo de la diplomacia brasileña está la tensión latente entre la política económica y la estrategia de comercio exterior. Actualmente se está afirmando el liderazgo regional de un país que había desarrollado durante un siglo su capacidad diplomática y que ahora la pone al servicio de sus propios intereses. Esta estrategia empezó con el anterior gobierno y la sigue el presidente Lula.