Pratinav Anil

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El capitalismo tiene formas de confundir a sus críticos. Como uno de esos sacos de boxeo de feria, vuelve a levantarse cada vez que una crisis lo derriba. Friedrich Engels lo aprendió por las malas. «El crack americano es magnífico», se entusiasmó en una carta a Karl Marx en 1857: era la gran oportunidad del comunismo. Bueno, no del todo. Intervino el Tesoro de Estados Unidos, recapitalizando los bancos con sus reservas de oro; en Gran Bretaña se suspendió la Ley de Estatutos Bancarios para permitir la impresión de dinero. Se rompieron las reglas del juego y se salvó el capitalismo.