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Una vez cumplidos los 16 años, la juventud sigue un camino, a menudo formativo, en base a sus aspiraciones, pero también bajo sus propios condicionantes económicos, familiares y sociales. El deseo de miles de jóvenes de trabajar en aquello que han estudiado se ve a menudo truncado por el panorama económico español, el asunto de la sobrecualificación o la necesidad de supervivencia.