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El martes 29 de marzo saltaron las alarmas ante la materialización de una muerte anunciada: la de las Humanidades en las aulas de secundaria -y, no nos engañemos, también en las fases subsiguientes a las que aquella hace de bisagra-. El Mundo publicaba la siguiente noticia: “El Gobierno da luz verde a la desaparición de la Filosofía y de la enseñanza cronológica de la Historia en la ESO. Quita las notas numéricas, los exámenes de recuperación, los itinerarios y el límite de suspensos para pasar de curso y obtener el título”.