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Era el año 2001, iniciaba la cumbre del G8 en Génova, Italia, cada vez el ambiente se hacía más pesado en la capital Liguria con la llegada de cerca unos 300 mil manifestantes anticumbre de todo el mundo. Un movimiento que involucraba distintas realidades desde delegaciones sindicales, organizaciones humanitarias, movimientos pacifistas y ecologistas, Boy Scouts, anarquistas hasta asociaciones católicas y de diferentes religiones. La ciudad fue dividida en diferentes zonas de seguridad, crecía el temor incluso entre los propios residentes, se preveían ataques terroristas propiciados por guerrillas urbanas; inclusive en el aeropuerto Cristóbal Colón se instalaron baterías antimisiles. Dentro de los movimientos que arribaron a Génova estaban los Black Block, un grupo anarquista alemán.
La autora sostiene en este artículo que la operación Brasil Verde es un fraude, como demuestra que los incendios se mantienen en la Amazonia, cada vez más militarizada.
Brasil, el país de mayor extensión territorial de Suramérica con más de 8,5 millones de km² y una población, para el año 2019, de 210.385.000 de habitantes, sufre el ataque feroz del coronavirus. A pesar de que la pandemia no distingue clases ni etnia, los habitantes de las favelas brasileñas (barrios pobres) son abandonados a su suerte por el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro. La República Federativa del Brasil es el segundo país del mundo, después de los Estados Unidos, en cuanto a número de contagiados con 3.112.393 y contando, hasta la fecha, con 103.199 muertes.