«Soy la mujer que piensa. Algún día mis ojos encenderán luciérnagas». Gioconda Belli No es nada fácil empezar ese artículo, tengo una herida en el corazón que no sé si nunca podrá sanar. Pero no puedo dejar pasar este 8 de marzo sin recordar que el planeta perdió una de las más valiente defensoras de […]
No es nada fácil empezar ese artículo, tengo una herida en el corazón que no sé si nunca podrá sanar. Pero no puedo dejar pasar este 8 de marzo sin recordar que el planeta perdió una de las más valiente defensoras de los Derechos Humanos, una feminista incansable.
Me equivoqué: ella no se perdió. Berta Cáceres fue vilmente masacrada en su casa mientras estaba durmiendo por sicarios enviados del capitalismo brutal y asesino. Tenemos más que una posibilidad por definir quién fue el asesino intelectual: ¿El mismo estado de Honduras? ¿Las trasnacionales como la canadiense-gringa Blu Energy o la china Sinohydro o la empresa hondureña Desarrollo Energético Sociedad Anónima (DESA)? ¿El patriarcado más terco? No sé si en algún momento lo sabremos, pero me parece que será un asesinado más en Honduras, donde la vida no tiene ningún valor, principalmente si eres una activista con principios muy firme, que no se vende y no se doblega.
Ella no es una muerta más, ¡¡¡es la lenca Berta Cáceres!!!
Conocí a Berta en el septiembre del 2009, tres meses después del golpe de estado contra Manuel Zelaya. Desde el principio admiré su rebeldía, su alegría, su claridad de principios, su sencillez, su seguridad y su confianza de que un mundo mejor era posible. Mientras estuve en Honduras apoyando el Frente Nacional de Resistencia Popular tuvimos muchas experiencias de lucha juntas, fuertes y paradigmáticas, aprendí a admirarla tanto que para mí quedó como «Mi Comandanta».
Cuando regresé a Cuba, me encontré con Berta en varios eventos de los movimientos sociales, como Paradigmas Emancipatorios, donde ella siempre fue una luz de inspiración. Le debo una entrevista, que grabé el año pasado en mi casa, muy fuerte y clarificadora sobre la situación de Honduras. Ya hace un año Berta me dijo (a la luz de hoy, un triste presentimiento) que se enfrentaba a un proyecto de muerte, contrastándolo con los planos milenarios de vida de su pueblo indígena lenca.
Hoy con más fuerza que nunca tengo el compromiso contigo, Berta y escribiré tus palabras, porque tu legado no se puede perder, como canta nuestra hermana Karla Lara, en la canción «Recordarles», dedicada a las mujeres víctimas de distintos tipos de violencia: «recordarles, nombrarles para nunca olvidarles, porque en nuestras memorias siempre ocupen un lugar, salvar sus recuerdos, sus ejemplos (…) y que en todas las luchas tengan sus sitiales (…) para que en nuestras historias la verdad no calle más».
Quisiera concluir con tus palabras, Berta, las mismas que me dijiste el 3 de mayo del 2010, la fecha que la ONU considera como el día mundial por la libertad de expresión y que tienen una vigencia aterradora: «Obama no tiene ya autoridad moral para hablar contra el racismo mientras está amenazando a todos los latinos, ya que este golpe en Honduras fue planeado desde el principio, en los despachos de la Casa Blanca, es sólo una prueba, sólo el principio». «Creo que todos los países de América Latina están en peligro, sobre todo si se da legitimidad al gobierno golpista actual, nacido de un proceso electoral espurio, en especial los países del ALBA, que representan un ejemplo peligroso de independencia, en contra de los Estados Unidos, sobre todo desde el punto de vista económico». Además Berta me dijo aquel día que con la nueva base naval de EE.UU. en territorio indígena, aumentaron peligrosamente los paramilitares colombianos enviados como sicarios de los campesinos y de los indígenas, así como los elementos de la CIA de Estados Unidos y del Mossad israelí.
Berta concluyó nuestra charla haciendo un llamado a la comunidad internacional para que no olvide a Honduras, para que no abandone al olvido los muertos por la libertad y todas las violaciones de los Derechos Humanos que se están cometiendo con total impunidad en Honduras.
Mi Comandanta, no te olvidaremos, ¡Hasta La Victoria Siempre!
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