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Perú

Bicentenario de doblez política

Fuentes: Rebelión

En este momento histórico, el Perú está en un punto crítico, como al inicio de la república. La declaración de nuestra independencia en 1821 por obra extranjera, fue solo un bello espectáculo para la historia. Cambiamos de dominación sin ser libres ni independientes. Lo que vino después, ha sido un círculo vicioso de nunca acabar hasta nuestros días. Promesas y desengaños.

Desde niños nos han acostumbrado a emocionarnos con la leyenda histórica de la independencia nacional, en versión de los dominadores. Nos ocultaron lo más importante. No hubo revolución social ni emancipación. La expedición libertadora enviada por Chile y Argentina, no pudo liberarnos. Tampoco la colombiana. Con la república, prosiguió la dominación de los descendientes de los conquistadores y colonialistas, bajo el disfraz de “patriotas” y hasta ahora, con el de “demócratas”.

¿Qué le debemos a la república bicentenaria sino, la prolongación de la confiscación patrimonial del Tahuantinsuyo? Jamás dejaron que los peruanos ancestrales recuperen lo suyo y se autogobiernen. Seguimos desde entonces con la usurpación bicentenaria y la postergación de los peruanos ancestrales en el manejo gubernamental. Pero la manipulación quiere que nos olvidemos de eso, y hagamos todo, “con miras al bicentenario”, en homenaje a dos siglos de despojo, para seguir en lo mismo.

Estamos entrando al circo lectoral y como en aquellos tiempos, la doblez política alcanza su más alto furor. Desfilan malabaristas, payasos bailarines, equilibristas, prestidigitadores, etc. Todos fingen ofreciendo defender al pueblo, los corruptos dicen luchar contra la corrupción, prometen un país de maravillas, pero luego de ser elegidos olvidan las promesas. Esto se repite cada campaña electoral y el círculo vicioso nos embelesa, para luego lamentar como siempre, lo que hemos elegido. En esto, la izquierda debería marcar la diferencia.

La doblez política la arrastramos desde el inicio de la república. Nos ha pasado esto, con casi todos los presidentes y congresistas. El prócer de la independencia, Manuel Vidaurre, uno de los gestores del modelo republicano, Primer presidente de la Corte Suprema de Justicia y presidente del II congreso constituyente, varias veces ministro, había sido partidario del alzamiento de los hermanos Angulo y Pumacahua, en el Cusco, pero no quiso aceptar el liderazgo del movimiento por su lealtad al rey.

Defendía a los “indios” frente a los abusos coloniales, pero se oponía a eliminar el tributo que los agobiaba. No era independentista, sino un liberal monárquico. En términos actuales podríamos decir que, era un “progresista”. Años después diría: “Yo amo a la nación española como a mi abuela y a la América como a mi madre. (citado por Basadre, Historia de la república, 1: 261.). El amor a la “madre patria” estaba impregnado en todos los criollos o, españoles sudamericanos.

Solo una escasa minoría de los criollos sin convicción, firmó el Acta de Independencia. En vano creyó San Martín que tendría apoyo por lo menos de los firmantes. Pero cuando el 27 de agosto de 1821, decretó: «En adelante no se denominarán los aborígenes, indios o naturales; ellos son hijos y ciudadanos del Perú y con el nombre de peruanos deben ser conocidos», los firmantes no aceptaron igualarse.

Peor aún, cuando al día siguiente, decretó «la abolición de las mitas, pongos, encomiendas, yanaconazgos y toda clase de servidumbre personal, y nadie podrá forzarles a que sirvan contra su voluntad bajo pena de expatriación», los seudo patriotas temieron lo peor. Entonces empezaron los odios a San Martín y el sabotaje a su gobierno. Los gastos de la guerra exigían la colaboración de los “patriotas” pero no había voluntad. Se tuvo que recurrir a la confiscación de bienes de los enemigos de la independencia.

Ninguna revolución triunfa, sino se defiende drásticamente del sabotaje. Había que cambiar el régimen imperante, reestructurando el sistema económico y social, pero no se podía hacer esto, sin afectar los intereses y privilegios de la élite colonialista. Surgieron entonces los afanes conspirativos que había que reprimir. Monteagudo fue el encargado. Se decretó cuarentena contra los españoles a partir de la 6 de la tarde, pero después se pasó a las confiscaciones y deportaciones.

Muchas haciendas de los criollos perdieron esclavos, huidos y levados para ambos ejércitos, pero también se les expropió ganado para alimentar a la tropa. La independencia les era odiosa. Los españoles huyeron de la represión libertadora llevándose lo que podían de su patrimonio, pero también, la situación de guerra desató crisis económica y el pillaje aumentó, como ahora. San Martín deseaba implantar una monarquía independiente, pero los liberales criollos se pusieron en contra, acusando de tiranos a los libertadores.

La tensión fue creciendo y el 25 de julio de 1822, aprovechando que San Martín viajó a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar, se la emprendieron contra el ministro Monteagudo, su brazo derecho. Los liberales anti monárquicos promovieron una movilización de protesta pidiendo su destitución y deportación. Riva Agüero y, Sánchez Carrión, estaban entre los principales instigadores del tumulto.

Se comisionó al joven Dr. D. Francisco J. Mariátegui para que informara al encargado del gobierno como Supremo Delegado, Marqués de Torre Tagle, sobre la decisión de los amotinados. Dado que el gobierno se demoraba en resolver, la gente se agolpó frente a la Municipalidad y al palacio, pidiendo a gritos la caída del ministro, acusándolo de abusos y arbitrariedades, hasta que lo consiguieron. Monteagudo se vio obligado a renunciar, con detención y extrañamiento.

Al regresar San Martín, se encontró con esta situación inesperada y no aguantó más, el desengaño. No había apoyo de patriotas para defender la independencia. “Que se la vean solos. Váyanse al diablo” pudo haber dicho, y resolvió retirarse. Lo hizo con decoro, convocando a la asamblea constituyente para entregar el mando. Estas son sus palabras:

            Señor D. Bernardo O’Higgins.-Lima, agosto 25 de 1822.

Compañero y amado amigo:

(…) A mi llegada a ésta me encontré con la remoción de Monteagudo. Su carácter lo ha precipitado: yo lo hubiera separado para una Legación, pero Torre Tagle me suplicó repetidas veces lo dejase, por no haber quien lo reemplazase. Todo se ha tranquilizado con mi llegada.

Va llegar la época por que tanto he suspirado. El 15 o 20 del entrante voy a instalar el Congreso. El siguiente día. me embarcaré para gozar de una tranquilidad que tanto necesito; es regular pase a Buenos Aires a ver a mi chiquilla; si me dejan vivir en el campo con quietud permaneceré; sino, me marcharé a la Banda Oriental.

(…) Ud. me reconvendrá por no concluir la obra empezada; Ud. tiene mucha razón, pero más tengo yo; créame amigo mío, ya estoy cansado de que me llamen tirano, que en todas partes quiero ser Rey, Emperador y hasta demonio. Por otro parte, mi salud está muy deteriorada, el temperamento de este país me lleva a la tumba; en fin, mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles y mi edad media al de mi patria, creo que tengo un derecho de disponer de mi vejez.

(…) Creo que esta será la última que le escriba; Adiós mi querido amigo, de particular conocerá U. la amistad de su atento servidor. José de San Martín

Fuente: Mariano F. Paz Soldán, Historia del Perú Independiente, 1865

Ausente San Martín, la expedición libertadora quedó descabezada. Se desató el desorden, deserciones, pillaje, y no había ejército peruano que sostenga el gobierno civil. Las controversias políticas entre liberales se agudizaron y el miedo empezó a cundir. ¿Y si a los “indios” y esclavos armados, que dejó San Martín se les ocurre retomar la revolución de Túpac Amaru?

Pero vean esta joyita que seguramente batirá todos los records Guinness, como promesa bicentenaria:

PROCLAMA DEL PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE

(redactada originalmente en quechua)

“EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ”

“A LOS INDIOS DE LAS PROVINCIAS INTERIORES:”

“Nobles hijos del sol, amados hermanos, a vosotros virtuosos indios, os dirigimos la palabra, y no os asombre que hoy llamemos hermanos: lo somos en verdad, descendemos de unos mismos padres; formamos una sola familia, y con el suelo que nos pertenece, hemos recuperado también nuestra dignidad, y nuestros derechos. Hemos pasado más de tres cientos años de esclavitud en la humillación más degradante, y nuestro sufrimiento movió al fin a nuestro Dios a que nos mirase con ojos de misericordia. Él nos inspiró el sentimiento de Libertad, y él mismo nos ha dado fuerza para arrollar a los injuriosos usurpadores que, sobre quitarnos nuestra plata y nuestro oro, se posesionaron de nuestros pueblos, os impusieron tributos, nos recargaron de pensiones, y nos vendían nuestro pan y nuestra agua. Ya rompimos los grillos, y este prodigio es el resultado de vuestras lágrimas y de nuestros esfuerzos. El Ejército Libertador que os entregará esta carta, lo enviamos con el designio de destrozar la última argolla de la cadena que os oprime. Marcha a salvaros y protegeros. Él os dirá, y hará entender que están constituidos: que hemos formado todos los hijos de Lima, Cuzco, Arequipa, Trujillo, Puno, Guamanga y Guancavelica, un congreso de los más honrados y sabios vecinos de esas mismas provincias. Este Congreso tiene la misma y aun mayor soberanía que la de nuestros amados Incas. Él a nombre de todos los pueblos, y de vosotros mismos, va a dictar leyes que han de gobernarnos, muy distantes de las que nos dictaron los injustos reyes de España. Vosotros indios, sois el primer objeto de nuestros cuidados. Nos acordamos de lo que habéis padecido, y trabajamos por haceros felices en el día. Vais a ser nobles, instruidos, propietarios, y representareis entre los hombres todo lo que es debido a vuestras virtudes.

     Esperad muy breve el cumplimiento exacto de estas promesas, que no son seguramente como los falsos ofrecimientos del gobierno español. Aguardad también nuestras frecuentes cartas, nuestras determinaciones, y nuestra constitución. Todo os irá en vuestro idioma quechua, que nos enseñaron nuestros padres, y que mamaistes a los pechos de vuestras tiernas madres.

     ¡Hermanos! El día que recibáis esta carta verás a vuestro padre el Sol amanecer más alegre sobre la cumbre de vuestros volcanes de Arequipa, Chachami, Pichupichu, Coropuna, Sulimana, Sarasara, Vilcanota, Illimani. Abrasad entonces a vuestros hijos, halagad vuestras esposas, derramad flores sobre las hueseras de vuestros padres, y entonad al son de vuestro tambor y vuestra flauta, dulces yaravíes, y baylad alegres ccachuas diciendo a gritos: ya somos nuestros: ya somos libres: ya somos felices.

En la ciudad de Lima a 10 de octubre de 1822 años.

Javier de Luna Pizarro, Presidente. José Sánchez Carrión, Diputado secretario. Francisco Javier Mariátegui, Diputado secretario.

(Fuente: Jorge Basadre- “La idea de patria en la generación independiente”- Revista “Fanal”- N° 44- 1955)

¿No es indignante esta prueba de suplantación y doblez centenaria? Para muchos que no están identificados con la causa nativa no les importa. Pero sí, a los que están del lado de la justicia. ¿Cómo celebrar un acontecimiento que nos trae malos recuerdos? Muchos años después de ese acontecimiento histórico, los esclavos afroperuanos y los vasallos nativos, soportaron impotentes, el no poder cantar como sus amos: “Somos libres, seámoslo siempre”.

Volviendo al punto. Ya sin el amparo de San Martín, los liberales posesionados del poder, pronto se enterarían que, el ejército realista estaba camino a Lima para retomar el control. El nerviosismo se apoderó de todos y corrieron suplicantes a pedir la urgente la venida de Bolívar. No sabían con quién se metían. El fusilamiento los esperaba. De eso me ocuparé en otra ocasión. (Fuentes: Mariano F. Paz Soldán, Historia del Perú Independiente, 1865. Timothy E. Anna-La caída del gobierno español en el Perú- IEP.2003. Otros).

Pero entonces, ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando las falsas promesas y los engaños históricos? Pues, hasta que cambiemos de actitud, diciendo ¡Basta ya! y nos lancemos a luchar decididamente por los cambios que el país necesita. Alabamos el triunfo del pueblo chileno que se movilizó masivamente para exigir el cambio de constitución, hacemos nuestro el triunfo político del pueblo boliviano, nos regocijamos de triunfos ajenos, pero sería bueno hacer algo similar por lo nuestro. ¿No les parece?

Blog del autor: https://republicaequitativa.wordpress.com/