«La violencia no es el remedio, tenemos que hacer frente al odio con el amor». Martin Luther King. Como quisiera decirte mi querido nietecito, pero no eres tan querido ni mucho menos nietecito, ya tiempos que te pega el sol. Estoy pensando en que este año no visitaré Honduras, pueden venadearme desde una motocicleta sin […]
«La violencia no es el remedio, tenemos que hacer frente al odio con el amor». Martin Luther King.
Como quisiera decirte mi querido nietecito, pero no eres tan querido ni mucho menos nietecito, ya tiempos que te pega el sol. Estoy pensando en que este año no visitaré Honduras, pueden venadearme desde una motocicleta sin placas, o asaltarme a medianoche y desaparecerme para luego aparecer descuartizado.
No, no Micheletitto, no vayas a culpar de que tenga esta información a través de esas emisoras de las que tú pasas tan pendiente: Radio Globo, Radio Uno, Radio Progreso, Cholusat Sur, o de publicaciones como Tiempo o El Libertador. No, lo sé por medio de la agencia Efe, BBC, New York Times, Europress, Rebelión, Telesur, de la AP, en fin, de tantos y tantos medios de centro, derecha e izquierda que denuncian las atrocidades que suceden en Honduras desde el 28 de junio, desde que dieron ese golpe de Estado-militar.
Yo sé, porque tú sabes que Santa sabe todo, el origen del Golpe. Tú querías a toda costa ser presidente, pero como perdiste en las internas, culpas a Melito de esa derrota, y después te encabronaste más cuando Melito no soltaba el billete del presupuesto. Y claro, como esto te ponía en mora con el pago de los diputados, pues te fue fácil inyectarles el odio y prepararlos para dar el golpe de Estado-militar. Te juro que cuando vi que Melito no soltaba el billete pensé que estaba jugando con fuego, y encima de eso aumenta el salario mínimo, pues que combinación más letal para su permanencia en la presidencia. Y si a esto agregamos la consulta popular que intentó hacer en lugares en donde no les gusta que el pueblo participe de nada, ni digamos.
Tanto tú como yo sabemos que lo de el chavismo es pura paja (hablo con este lenguaje coloquial porque soy un Santa moderno), por el contrario, si Petrocaribe a quien más ha favorecido es a la clase media, media alta y alta, porque son quienes más autos tienen y quienes más petróleo queman. La pobrería apenas puede moverse en bicicleta, si acaso, así que no tomes de tonto ni baboso al pueblo, ya esos cuentos de camino real ni Teofilito (cuenta cuentos hondureño) los cree. Mira, por ejemplo, cómo saliste a acusar a la Resistencia (que no es otra cosa que el pueblo) de un crimen que no cometió, y tú sin pruebas. Te recuerdo: «De la abundancia del corazón, habla la boca».
Oíme Micheletti, ¿verdad que eso del poder es como un virus pero que es más nocivo en unas personas que en otras? El poder es como la fama, unos saben cómo llevarla, otros no. Yo veo que a ti el poder te ha hecho daño, tanto que hasta te crees inmortal, piensas que respirarás eternamente, que tu corazón (en caso de que aún tengas) nunca se detendrá. De regalo navideño te voy a dar esta terapia que ayuda a poner los pies sobre la tierra cuando la soberbia, el ego, la arrogancia se ha posesionado cual demonio enloquecido, de nuestro ser. Pero este regalo no sólo es para Micheletti sino para todo nietecito y nietecita, sólo suprime el nombre de Micheletti y pon el tuyo, si sientes que te está aquejando alguno de esos males que deshumanizan.
Es sencillo: imagínate en tu ataúd, quietecito cual laguna congelada; dos algodoncitos en tus fosas nasales; el rostro tieso, mostrando los surcos del enojo en vida, ya que no podrá cubrirlo el maquillaje mortuorio; tu cabecita ceniza inmóvil, incapaz de crear ninguna conspiración ni ningún otro golpe; velas y coronas a tu alrededor; la gente que va a darte el último adiós (la mayoría por compromiso, otros por curiosidad, algunos para aprovechar la ocasión y hacer negocios, y por muy malvado que hayas sido en esta vida siempre habrá alguien que sinceramente sienta tu partida… por supuesto, habrá ausencias que nunca imaginaste, te dolerá aun dentro del féretro enterarte de esa deslealtad). Y entonces es el momento de preguntarse si valió la pena tanto odio, tanto rencor, tanta maldad. Si valió la pena las cosas que obtuviste por la fuerza, por el chantaje o por la amenaza. Si valió la pena sentirte héroe, sin serlo, por unos días.
Escucha Micheletti, no sé, como te decía antes, si iré a Honduras, pero aún estás a tiempo de no continuar hundiéndote en el fango de la maldad. No hagas caso a esos vejestorios que te susurran al oído, son anticuados, mezquinos, no creen en Dios ni en nada, sólo en sus chequeras. Y tú mismo les importas poco, mejor dicho, nada. Una vez te utilicen te lanzarán al olvido como rumiada goma de mascar. ¿Te hace sentir bien tener en fiestas navideñas preso a tu compatriota, el legítimo presidente del país Manuel Zelaya Rosales? ¿Crees que con esa actitud eres más hombre, más valiente, inmortal? ¿Crees que amar el país es dar un triple ‘Viva Honduras’ en vez de dejarte de caprichos personales y darle paso a una real búsqueda de solución a la crisis?
Creo que no iré a Honduras no sólo por temor a la represión sino porque los regalos que tenía para mis nietecitos y nietecitas han desaparecido: ¿Dónde están las 30.000 computadoras? ¿Dónde están los millones que proveyó el ALBA para desarrollo social?
Esta Navidad, Micheletti, cuando te tomes tus tragos, te lleves diferentes bocados a la boca, no olvides que por allí hay gente que este golpe de Estado-militar los tiene de luto: madres y padres sin hijos; hijos sin su madre o sin su padre. Hay mucho dolor en muchos hogares hondureños desde que la insensatez asaltó la razón el 28 de junio pasado. Y yo que soy Santa Claus y todo lo sé, para que le cuentes a tu socio Vásquez Velásquez, los muertos sí salen. Sobre todo cuando han sido asesinados, resucitan para preguntarles a sus verdugos por qué lo hicieron. Necesitan esa respuesta para poder partir al más allá.
Dicen que la Navidad es para reflexionar, dedicarse a la fe, a Dios (no a los falsos profetas que pululan por Honduras), a intentar convertirnos en mejores seres humanos. Aprovecha para limpiarte ese odio descomunal, desquiciado, enfermizo, sólo comparado con el que Juan Ramón Martínez tiene por el presidente constitucional Manuel Zelaya Rosales. Es sabido que cuando existen esos odios tan fuertes no es sino la forma en que las almas enfermas demuestran su admiración por el que supuestamente odian.
Roberto Quesada: Escritor y diplomático hondureño.
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