
Antonio Gramsci no era un filósofo profesional. Su intelecto estaba refrescantemente situado dentro de un sesgo inherente hacia la gente común, las clases «subalternas», en particular la clase obrera. Sostenía que todas las personas son esencialmente intelectuales, en el sentido de que todas poseen las facultades intelectuales para el pensamiento racional y la deducción, aunque […]