Brasil, el país de mayor extensión territorial de Suramérica con más de 8,5 millones de km² y una población, para el año 2019, de 210.385.000 de habitantes, sufre el ataque feroz del coronavirus. A pesar de que la pandemia no distingue clases ni etnia, los habitantes de las favelas brasileñas (barrios pobres) son abandonados a su suerte por el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro. La República Federativa del Brasil es el segundo país del mundo, después de los Estados Unidos, en cuanto a número de contagiados con 3.112.393 y contando, hasta la fecha, con 103.199 muertes.
Categoría: Brasil
Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez.
Desde 2015 escuchamos incesantemente la letanía de que el sector público está gastando más de lo que recauda, conformando los llamados déficits fiscales. Desde ese momento, las interpretaciones acerca de los condicionantes que nos llevaron a esos resultados son escenario de intensas disputas, no sólo en el ámbito económico, también político.
Entregar la economía a Paulo Guedes fue la forma que adoptó Bolsonaro para promover la centralidad del mercado, un supuesto fundamental del neoliberalismo. El nombramiento de Paulo Guedes, un ultraneoliberal, fue la forma de garantizar el apoyo de las grandes empresas y de los medios de comunicación.
Para el economista, la idea de que Brasil era un país de clases medias ignoró su propia dependencia y la heterogeneidad estructural del capitalismo contemporáneo.
Aunque China es el principal socio comercial de Brasil, que le compra tres veces más que Estados Unidos, el Gobierno de Jair Bolsonaro insiste en una relación asimétrica con Washington que provoca hondos perjuicios a su país.
En este artículo el autor realiza una crítica a un artículo de Emir Sader.
Brasil se encuentra en una encrucijada existencial de una dimensión difícil de imaginar. Es uno de los países con uno de los mayores desastres humanitarios causados por la pandemia.
Frei Betto, fraile dominico, de fecunda trayectoria junto a los movimientos sociales, participó en el programa Hambre Cero, durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva; sin embargo, siempre tuvo una actitud autocrítica hacia la izquierda brasileña.
Jair Bolsonaro [1] surge en medio de un complot fraguado en Washington, para liquidar a los movimientos progresistas en América Latina y el Caribe, que paso, por la liquidación del Partido de los Trabajadores y de sus dirigentes Dilma Rousseff e Inácio Lula da Silva.