La sabiduría de nuestro pueblo permitirá reabrir, tras la aprobación plebiscitaria del texto constitucional, las amplias avenidas con las que soñó el Presidente Allende.
Categoría: Chile
Las Trabajadoras y Trabajadores que formamos parte de la Asociación Intersindical de Trabajadoras y Trabajadores Clasistas (AIT), desde el momento en que se fraguó el pacto por la paz y la nueva constitución en pleno alzamiento popular de octubre, consideramos que el proceso constituyente tiene el objetivo político de relegitimar al Bloque en el Poder y contener el movimiento popular en lucha.
Dentro de pocos días, la población chilena deberá concurrir a las urnas. Ha sido convocada para participar en un plebiscito en el cual ha de pronunciarse sobre el texto de una nueva carta fundamental, entregada a su consideración, por la Convención Constitucional (CC), el cuatro de julio recién pasado.
El 24 de abril de 2019, la vocera del ente de extrema derecha llamado Asociación para la Paz y la Reconciliación en La Araucanía, APRA, y de la Agrupación de Agricultores de Malleco que organiza a los gremios latifundistas de la zona, María Gloria Naveillán Arriagada, signó y estigmatizó públicamente al werkén de la comunidad Antonio Panitru del Bajo Malleco, Adán Huentecol, como autor de amenazas de incendio y de quema de maquinaria forestal de propiedad del empresario Gerardo Cerda.
Chile se ha sumergido en un clima de incertidumbre y expectativas a un mes del plebiscito para aprobar o rechazar una Constitución que marcaría otro rumbo y que fue elaborada durante un año por 154 convencionales electos en votación popular y democrática.
Durante muchos años en nuestro país vivimos inmersos en un clima comunicacional y de conversaciones ciudadanas en el cual se escuchaba una agobiante y monocorde letanía que exaltaba los logros obtenidos como nación. Se nos hizo creer que éramos excepcionales. Éramos un modelo a imitar según el Banco Mundial y el FMI.
Para responder a esta pregunta, hay que entender que toda crítica relativa a la Constitución de 1980 es absolutamente válida y que es necesario remplazarla.
Todo conflicto de un pueblo o etnia con el Estado hegemónico hace visible la violencia, que es de orden histórico, estructural y sistémico. Ese mismo Estado, que postula ser de derecho, ejerce la violencia.
El presidente Gabriel Boric sorprendió a propios y extraños