A la gira que realiza George W. Bush por América Latina se opone el recorrido de Hugo Chávez por la región. El presidente de Venezuela lanzó en La Paz, Bolivia, un pacto antimperialista, que es «un llamado a los pueblos latinoamericanos para continuar con su lucha por la liberación» de los designios estadunidenses, que generalmente […]
A la gira que realiza George W. Bush por América Latina se opone el recorrido de Hugo Chávez por la región. El presidente de Venezuela lanzó en La Paz, Bolivia, un pacto antimperialista, que es «un llamado a los pueblos latinoamericanos para continuar con su lucha por la liberación» de los designios estadunidenses, que generalmente van en contra de la conveniencia de los países de la zona. En tanto, su par norteamericano intenta cerrar filas en torno a sus planes para el continente.
El viaje del mandatario estadunidense pretende apuntalar el proyecto hegemónico de su país en territorio latinoamericano, sobre todo en rubros como seguridad, energía y comercio, bajo condiciones ventajosas para la Casa Blanca y la poderosa clase empresarial de esa nación.
En este sentido, no es extraño que Bush dedique mucho tiempo de su visita a países que tienen gobiernos favorables a sus proyectos, como Colombia, México y Guatemala, con fuertes compromisos con Washington.
México y Guatemala están prácticamente amarrados por sendos tratados de libre comercio desequilibrados, que perjudican a sus sectores productivos, sólo por mencionar un aspecto, mientras Colombia es una de las naciones que más dinero reciben de Estados Unidos: en menos de 10 años el país sudamericano ha obtenido 5 mil millones de dólares, que en gran parte han sido destinados a la lucha contra las drogas y el terrorismo.
En contraste, el presidente venezolano impulsa un pacto de resistencia contra las imposiciones estadunidenses en la región. El llamado de Chávez ha sido avalado y apoyado por organizaciones no gubernamentales de todo el continente, desde México hasta Argentina, que han impulsado manifestaciones de repudio a la gira de Bush, lo cual deja claro los sentimientos que genera aquí el habitante de la Casa Blanca. Así, en Brasil, Argentina, Bolivia, Guatemala, Colombia, México y prácticamente en toda Latinoamérica, miles de personas han salido a las calles para manifestar su rechazo al texano.
Sin duda, un frente antiestadunidense en la región tiene sentido. Hugo Chávez no exagera cuando responsabiliza a Washington del lamentable estado en que se encuentran las naciones del hemisferio, cuyas poblaciones enfrentan duras condiciones de vida debido a las políticas neoliberales impulsadas desde el norte. No hay que olvidar que 60 por ciento de los latinoamericanos vive en situación de pobreza por esas políticas.
En ese contexto, la postura del mandatario venezolano significa una esperanza para millones de personas olvidadas por el modelo económico impuesto desde Estados Unidos. Independientemente de los excesos retóricos de Chávez, es deseable que su campaña impulse a las naciones del continente a encontrar un camino propio, un sendero en el que las prioridades sean la defensa de soberanía y la atención efectiva de las necesidades ciudadanas, todo alejado de los tratos y acuerdos desventajosos impuestos por Washington.