En horas de la mañana de este 1 de abril, el activista y defensor de los derechos humanos y los bienes comunes naturales Gustavo Castro Soto abordó el vuelo que lo iba a regresar a México. El día de ayer (31/3) la jueza Victorina Flores Orellana había acatado la solicitud del Ministerio Público de suspender […]
En horas de la mañana de este 1 de abril, el activista y defensor de los derechos humanos y los bienes comunes naturales Gustavo Castro Soto abordó el vuelo que lo iba a regresar a México. El día de ayer (31/3) la jueza Victorina Flores Orellana había acatado la solicitud del Ministerio Público de suspender la medida cautelar interpuesta hace casi un mes, y dejar sin valor y efecto la prohibición de salir del país.
Antes de abandonar Honduras, el testigo directo y sobreviviente del ataque mortal que terminó con la vida de la dirigente indígena Bertha Cáceres, decidió dar declaraciones exclusivas a Radio Progreso.
A continuación un amplio extracto de la entrevista realizada por Sandra Maribel Sánchez.
-Radio Progreso: ¿Cómo has recibido la noticia de que hay una resolución de un tribunal que permite que vayas directamente a México, después de todas las limitaciones que has tenido para tu movilización, para encontrarte con tu familia, con tus amigos?
-Gustavo Castro: Es una sorpresa muy grata y la recibí con mucha alegría, después de tantos y tantos días de incertidumbre, de oscuridad y también viendo tantas formas de hacer las cosas de manera tan ilegal e, incluso, irresponsable.
Pero no quiero irme de aquí sin agradecerles tanto y tanto al pueblo de Honduras, a las organizaciones, a los equipos de derechos humanos, a mis abogados, al equipo increíble de C-Libre, a mi hermano Oscar, su estancia aquí me ha ayudado mucho.
Pero también agradecerles a las comunidades que han hecho tanta solidaridad que a mí me ha impresionado mucho. Se ve un pueblo caluroso, un pueblo con una resistencia, una fuerza y una humanidad tan increíble que nunca voy a poder olvidar.
Me voy, pero también con la preocupación entorno a la criminalización que se hace, no solamente con el Copinh, que espero siga bien y que su lucha siga fortificándose, sino también con todos los defensores y defensoras de derechos humanos que se encuentran ante tanta indefensión, tanta falta de andamiaje jurídico-legal para protegerse, para exigir el respeto de los derechos humanos.
También muy agradecido con las hijas de Bertha, con su mamá, que me hubiera gustado haberla visto y saludado. Y la muestra de solidaridad del pueblo de Honduras ha sido increíble, así como la presencia de la Misión internacional, las tantas muestras de solidaridad, las cartas, los mensajes, los correos… a todos ellos y ellas les agradezco infinitamente.
También a la prensa de aquí de Honduras, la internacional, porque estuvieron todo el tiempo muy vigilantes, cubriendo e informando. A mi equipo de trabajo de Otros Mundos Chiapas, a mis abogados de allá, que hicieron equipo y trabajaron para que yo pudiera ser libre. A todos los agradezco de manera infinita y no me cabe en el corazón tanto cariño y muestras de solidaridad.
Pero además tantas redes, organizaciones, de Estados Unidos, Europa, Asia, de América Latina, tanta solidaridad, tanta movilización y preocupación, no solamente por mí, sino por la lucha de los pueblos, por lo que enfrentan los pueblos contra este poder tan ambicioso, que quiere despojar de los territorios a los pueblos, a las comunidades indígenas, campesinas, garífunas.
Es un trabajo y un movimiento de toda una sociedad internacional, cada quien desde sus trincheras, luchando por la justicia, para que haya otros mundos posibles, con dignidad, respeto a los derechos humanos.
Nos estamos enfrenando todos a un poder muy fuerte, pero con el asesinato de Bertita es como que este espíritu renació por todos lados y generó unidad. Este es el espíritu de Bertha.
Me imaginaba la casa «Utopia» del Copinh, donde posaban los pájaros y pensaba que Bertha estaba ahí, que Bertha era una de ellas, sobrevolando esas montañas de La Esperanza, el río Gualcarque, guiándonos, fortaleciéndonos, diciéndonos que esto de cualquier manera vale la pena. Y es lo que tenemos que hacer, que la dignidad no se vende, que los territorios no se venden, que el respeto a los derechos humanos, a la autonomía y esperanza de los pueblos no tiene precio. Bertha nos invita a volar juntos con ella.
Lo que estamos enfrentando es muy fuerte. Son poderes oscuros y muy fuertes, llenos de ambición. Por esto el Copinh ha sido un ejemplo de esta lucha y esta fuerza inquebrantable, de estos compañeros y compañeras de comunidades indígenas que han marchado hasta el cansancio por exigir respeto, sus territorios libres de todos estos megaproyectos que nos quieren imponer y que nos quieren desalojar y despojar.
Es una lucha no solamente por el bien de Honduras, sino por el bien de América Latina, del planeta. No podemos seguir permitiendo que este proceso siga avanzando y siga destruyendo los anhelos y las esperanzas.
-¿Cuándo viajaste a Honduras para compartir con el pueblo Lenca organizado en el Copinh, te imaginaste que pudiera ocurrir una situación como la que has vivido?
-No me imaginaba que esto iba a ocurrir. Sabía todas las complicaciones que tenía Copinh y el pueblo de Honduras en esta lucha. Hacía 5 años que no venía a Honduras y sólo nos enterábamos de lo que ocurría por las informaciones que el Copinh sacaba.
Vine con mucha ilusión. Las comunidades y el Copinh querían abrir nuevas puertas de esperanza, de alternativas y venía a apoyar un taller de reflexión sobre energías alternativas, renovables, como mejorar la calidad de vida en las comunidades.
Resistir a este capital, a esta fuerza tan represora y buscar alternativas, generar alternativas de vida, de vivir distinto, tiene un costo muy alto. Y es increíble como hasta eso quieran apagar.
Venía con mucha esperanza y nunca pensé toparme con esto. Pero no sé, a veces pienso que el destino me había dado la oportunidad de ser yo quien me despidiera de Bertha.
-¿Cómo fue este momento?
-Muy doloroso, fue el momento en que Bertha se fue, en un rato, en un minuto, pero yo creo que el destino me pidió la oportunidad de vivir para que ese legado de Bertha no quedara sepultado, como pretenden hacerlo todavía. Y tampoco el legado del Copinh, que hubiera sido sepultado, masacrado.
Yo creo que nos escogió a todos, no solamente a mí, al equipo legal, a mucha gente, sino a la gente en México, en muchos lugares, muchas organizaciones. Yo fui sólo como un vehículo para juntar fuerzas, juntar las voces de justicia.
Bertha no murió, Bertha no se sepultó, se sembró y nacieron semillas por todos lados, generando una inspiración que estaba latente y que se hace explicita en este momento, en donde cantidades impresionante de personas reaccionaron a nivel mundial.
Es un llamado de que necesitamos estar juntos, unidos, cada quien desde sus trincheras, esta esperanza y anhelos de búsqueda de vidas distintas.
-En el Copinh hay muchos líderes y lideresas, pero no cabe duda de que la dimensión del liderazgo de Bertita es algo muy grande. ¿Qué retos tiene el Copinh de aquí en adelante?
-Un mensaje muy claro es que en esta lucha no estamos exentos de peligros y que necesitamos cuidarnos. Por más premios o medidas cautelares que se otorguen hay muchos compañeros y compañeras que han sido asesinados. Nadie está exento de eso. Pero también que esta lucha vale la pena y tenemos que hacerlo.
Al final yo creo que nos invita a todos y todas, estemos donde estemos, a ser activos en esto proceso, en esta lucha. Deberíamos tener muchas Bertha y muchos Copinh por todos lados, fortaleciendo la lucha de resistencia y unidad y así construir otro mundo distinto. Somos mayoría y podemos hacerlo.
Bertha nos ha dejado un legado muy importante y, al final de cuentas, considero que Bertha sigue presente. Y no solamente ella, hay muchas Bertha que ahorita están en lucha y otras que ya se fueron. Tenemos que rescatar a todos estos espíritus y cuidar a mucha otras personas que están amenazadas en Honduras y en el mundo, y que están haciendo un trabajo maravilloso.
-Tu salida de Honduras ha sido también el resultado de toda esta solidaridad y presión internacional. También para estas organizaciones se plantean grandes retos.
-Por supuesto. Yo no estaría afuera si no fuera por todos ellos. Siempre me sentí en una indefensión espantosa, con muchas contradicciones e irregularidades legales, violación de la misma Constitución.
Yo siempre mostré disposición a colaborar, porque tengo mucho interés en que se haga justicia, pero me sentía como atrapado en una ratonera, en donde se podía cometer cualquier ilegalidad y hasta violación a los convenios internacionales sobre derechos humanos, sin que nadie pudiera mover esto.
Inseguridad y angustia es lo que he vivido aquí, donde querían que yo estuviera a merced de unos supuestos mecanismos de seguridad que son débiles, tienen vacíos, no tienen presupuesto, ni reglamento, ni protocolo. Hay un vacío de andamiaje legal impresionante. Por eso llegué a mi embajada, para que me brindara seguridad.
Me preocupa y me angustia el hecho de que yo me voy, pero ustedes se quedan y me doy cuenta en dónde se están quedando. Un llamado a la solidaridad internacional es que se haga presente, que ayude al pueblo de Honduras, que acompañe al Copinh, a Ofraneh, a todos los movimientos que han hecho una lucha heroica enfrentándose a este poder tan tremendo.
Ojalá que mucha gente venga al Encuentro Internacional del 13, 14 y 15 de abril, para apoyar y brindar su solidaridad a todos estos movimientos que se encuentran en total indefensión.
Esta solidaridad sé que no fue porque era yo, sino porque detrás está toda esta historia que se arrastra, está Bertha, está el Copinh, yo solamente fui el canal y por mí pasó, pero pudo haber sido otra persona y hubiéramos hecho lo mismo.
Siento que a Bertha, tarde o temprano eso le iba a pasar. Ya tenía demasiadas amenazas. Quizás fue el momento oportuno, porque se sembró y resurgió en millones de personas más. Estoy seguro que si yo hubiera esquivado esta bala un segundo antes, si hubieran dado cuenta que no me habían matado y yo hubiera estado muerto.
Fue una millonésima de segundo la que me salvó. Nadie sabía que iba a estar ahí porque un día antes me habían alojado en otra casa, pero Bertha me invitó a su casa para trabajar y para que me pudiera comunicar con mi familia. Para los asesinos fue una sorpresa encontrarme ahí y decidieron tirar del gatillo. Hubiera sido el asesinato perfecto, nadie se hubiera enterado.
Entraron de noche, la asesinan y nadie se enteró. Eso entonces cabría para mil argumentos que hubieran servido para hacer mil escenarios distintos, y no habría poder humano que los rebatiera. Y no, esto no pasó. Yo creo que en fondo, el destino le hizo justicia a Bertha, porque hizo generar todas esta reacción a nivel nacional e internacional para no dejarla sola, para no dejar solo al Copinh, ni al pueblo de Honduras.
-¿En algún momento te sentiste tratado no como víctima, sino como victimario?
-Fueron días de tormento, muy difíciles. Me sentí tratado como objeto de prueba, no como víctimas, ni como testigo. Sin atender mis necesidades personales, psicológicas y afectivas, me trataron como objeto que querían traerme de arriba para abajo, haciendo mil diligencias y mal hechas.
Espero que se haga justicia, pero también que se respete la voluntad de los pueblos, de las comunidades, que se respeten sus derechos humanos, su gana de vivir distinto, buscando formas alternativas.
-¿Cómo te ha tratado tu gobierno?
-La Embajada ha sido maravillosa y tanto a la Embajadora como al Cónsul tengo mucho que agradecerles. Han intentado por todas las formas que yo sintiera seguridad y esto me ha ayudado mucho. Me recibieron con los brazos abiertos, con mucha calidez. Lamento que mi gobierno, allá en México, tardó mucho tiempo en reaccionar. Sentía que no estaba haciendo mucho. A pesar de que estaban violentando mis derechos humanos me dejaron sufrir lo que sufrí durante tantos días.
-¿Qué te pareció la respuesta del Estado de Honduras a la Misión Internacional?
-Fue una grosería no haberlos recibido, pero esto permitió que se fueran con la verdad, dándose cuenta efectivamente cómo está Honduras.
-¿Cuál es tu mensaje al pueblo de Honduras antes de despedirte?
-Me parece que estos acontecimientos lanzan un mensaje al pueblo de Honduras, de que hay que tener cuidado, no hay que bajar la guardia. Al mismo tiempo me parece que vamos por buen camino, estamos luchando con dignidad por los derechos humanos. La gente está buscando cosas distintas y esto la enfrenta a poderes muy fuertes y que la reacción es esa.
El mensaje que nos da toda esta experiencia es que vamos bien, que tenemos que seguirlo haciendo, que tenemos que tener cuidado, que todos somos Bertha y nadie puede decir que está fuera de peligro. Lo que importa es la unidad de los movimientos, porque genera mucha fuerza.
El pueblo de Honduras sabe dónde está parado y está consciente. Para nosotros son un ejemplo y una gran inspiración, porque no han parado de luchar. Pese a tanta violencia alrededor siguen en pie y sigue ahí.
Nunca habíamos visto una reacción tan grande como la que ha habido tras el asesinato de Bertha. Creo que el pueblo de Honduras lo debe llevar en su corazón, y que no olvide que estamos atentos, que sigue nuestro corazón con ustedes, con el Copinh, con las hijas de Bertha, con su mamá, con todas las organizaciones y movimientos.
-¿Volverás alguna vez?
-Me encantaría volver, ojalá en otras condiciones que espero sean distintas pronto. Espero que las circunstancias cambien y que también todo este andamiaje que garantice los derechos humanos y la seguridad sea distinto.
Fuente: LINyM