¿A quién se le puede ocurrir realizar Juegos Olímpicos (JO) invernales a 80 kilómetros de la frontera de Corea del Norte, en medio de los ejercicios militares conjuntos de Corea del Sur y Estados Unidos (EU), de la asfixia de las sanciones de Trump contra Kim Jong-un, y de los mutuos amagos nucleares de Washington […]
¿A quién se le puede ocurrir realizar Juegos Olímpicos (JO) invernales a 80 kilómetros de la frontera de Corea del Norte, en medio de los ejercicios militares conjuntos de Corea del Sur y Estados Unidos (EU), de la asfixia de las sanciones de Trump contra Kim Jong-un, y de los mutuos amagos nucleares de Washington y Pyongyang, con la ominosa amenaza de Trump de borrar del mapa a Norcorea?
Justamente Steve Bannon, ideólogo de Trump y del trumpismo, había advertido la futilidad de una guerra nuclear de EU contra Norcorea que hubiera cobrado como mínimo la vida de 10 millones de sudcoreanos en Seúl, de otro tanto de japoneses y quizá de 60 mil soldados estadunidenses estacionados en Sudcorea y Japón, al precio de haber aniquilado de la faz de la tierra a Norcorea.
Dejando de lado las retóricas baladronadas nucleares, la primera óptima noticia del Año Nuevo fue el discurso del mandatario norcoreano, quien manifestó interés en dialogar con sus hermanos del sur y en participar en los JO de invierno que se inician en febrero, a 80 kilómetros de la zona desmilitarizada (https://goo.gl/sBP4Sx).
De inmediato, Sudcorea propuso entablar charlas de alto nivel con Norcorea el 9 de enero, lo cual, por lo menos, aleja el espectro de una ominosa confrontación nuclear en la península coreana hasta la conclusión de los JO invernales (https://goo.gl/NnxePV). China, que busca una salida pacífica, aprobó en forma oficial las negociaciones de las dos Coreas (https://goo.gl/WzWe2z).
Cualquier acercamiento entre ambas pospone las amenazas nucleares de Trump, y propulsa la eficiente mediación diplomática de Rusia y China y la sapiencia del mandatario sudcoreano Moon Jae-in, un político fuera de serie, quien ostenta fuertes lazos familiares con Norcorea. De manera premonitoria mencioné el año pasado que había malas noticias para Trump: el nuevo presidente sudcoreano puede hacer la paz con Norcorea (https://goo.gl/3kSiJM).
Como ahora inevitablemente hay que seguir al presidente Trump por Twitter, éste se congratuló con su legendaria infatuación de que las sanciones y otras (sic) presiones han empezado a tener un gran impacto en Norcorea, sus soldados huyen peligrosamente a Sudcorea. El «hombre cohete» (nota: como apodó a Kim Jong-un) ahora desea charlar por primera vez con Sudcorea. Quizá son buenas noticias, quizás no ¡Veremos!».
Trump se equivoca, pues el anterior diálogo intercoreano a nivel de viceministros se realizó en diciembre de 2015. En lo único que le asiste razón a Trump es que sus predecesores no supieron resolver el contencioso norcoreano durante un cuarto de siglo. Las dos Coreas siguen la receta china, según el profesor David Lai, de la Universidad Militar de Pennsylvania (US Army War College), cuando Washington espera en vano desde hace seis (sic) décadas que Norcorea colapse sin cambiar su postura (https://goo.gl/oPGSij).
Lai expone que la receta chinacontiene dos claves: 1. EU debe terminar la guerra con Norcorea mediante un acuerdo de paz que nunca fue firmado tras el armisticio de 1953, y 2. EU debe establecer nexos normales con Pyongyang y así eliminar la amenaza que pende sobre Norcorea por Washington.
Para el profesor del Ejército de EU, la actuación de Washington es la definición misma de insanidad, ya que con las medidas económicas y militares que nunca han funcionado durante décadas espera resultados diferentes. Las negociaciones directas deben iniciar sin la condición previa de su desnuclearización, para así empezar a realizar negocios mutuos.
Lo peor es que EU espere que China le resuelva el problema coreano cuando Washington llega y se va, mientras China y Norcorea son vecinos para siempre. Le faltó agregar a David Lai los 18 kilómetros de frontera que tiene Norcorea con Rusia. Lai recuerda que China desarrolló sus armas nucleares hace más de 50 años por las mismas razones que enfrenta ahora Norcoreaque, a mi juicio, no desea repetir los mismos errores infantiles de Saddam Hussein, en Irak, y Muamar Gadafi, en Libia.
Katrina Manson, del portavoz globalista Financial Times, pone en tela de juicio muchos de los mitos sobre la peligrosidad nuclear de Norcorea (https://goo.gl/M2tbYV), que forman más bien parte de las tóxicas guerras de propaganda que demonizan al enemigo, previas a la conflagración.
Ni siquiera ella compra como claro que Norcorea haya desarrollado una bomba de hidrógeno. Una cosa es que haya concretado con éxito su primera prueba de un misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés) y otra es que éste pueda transportar una ojiva nuclear grande para alcanzar a EU.
Otro enigma es que Norcorea pueda penetrar el sistema misilístico de defensa de EU. El punto más delicado de Norcorea sería poder evadir la detección durante la preparación de su lanzamiento, cuando, a mi juicio, invitaría a su destrucción preventiva por EU.
Según Manson, se abrió una ventana de oportunidad para iniciar las charlas cuando Norcorea dio por terminadas todas sus pruebas que la han entronizado como genuina potencia nuclear (entre 20 y 60 bombas).
Choe Sang-Hun y David Sanger, del New York Times (NYT), aducen que la apertura de Kim Jong-un puede colocar una cuña entre Sudcorea y EU (https://goo.gl/1xRxbQ) -que de todas maneras vendría en el sector comercial, debido a su déficit con EU, reclamado en forma estridente por Trump.
Los reporteros del NYT afirman que se trata de una astuta (sic) nueva estrategia de Kim Jong-un, quien se percató de la hirviente tensión entre Trump y el presidente de Sudcorea, quien «exasperó a Trump (…) al sugerir disponer del veto (¡mega sic!) sobre cualquier acción militar preventiva de EU contra el programa militar de Norcorea». !Vaya osadía!
Tampoco se pueden soslayar las tratativas entre el lúcido Moon Jae-in, con China y Rusia con quienes mantiene óptimas relaciones. Le ganaron la partida a Trump, quien carece de la sutileza y sofisticación diplomática de China y Rusia y, sobre todo, de la voluntad del gobernante sudcoreano para reunificar y desnuclearizar la península, que se volvería una nueva potencia geoeconómica en el noreste asiático.
Según los reporteros del NYT, Moon Jae-in, está de acuerdo con China y Rusia de que las charlas son necesarias para resolver la crisis nuclear, lo que oxigena la muy creativa postura de Beijing y Moscú bajo el axioma de un congelamiento por otro congelamiento: congelamiento de las pruebas de Norcorea a cambio del congelamiento de todos (sic) los ejercicios militares de EU y Sudcorea.
China y Rusia están dispuestas a ofrecer incentivos económicos y diplomáticos a Norcorea a cambio del congelamiento de sus pruebas. Los reporteros del NYT esperan que Norcorea buscará mayores concesiones, como el relajamiento de las sanciones y una reducción de la presencia militar de EU en la península coreana.
No puedo dejar de señalar otra grave equivocación del siempre errático cuan novato Videgaray quien, por presiones de Jared Kushner, expulsó en forma insensata al embajador de Norcorea, cuando el acercamiento de las dos Coreas hoy lo colocan de nuevo en ridículo.
A mi juicio, ganan las dos Coreas, Rusia, China y el mundo pacifista; pierden Trump y Japón.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2018/01/03/opinion/010o1pol