El líder sandinista, Daniel Ortega gobernó desde 1979, tras el triunfo de la revolución, hasta 1990 cuando perdió las elecciones frente a Violeta Barrios de Chamorro. Ésta es la cuarta oportunidad en que Ortega compite por la presidencia de Nicaragua. A su derrota frente a Barrios de Chamorro en 1990, se suma la que sufrió […]
El líder sandinista, Daniel Ortega gobernó desde 1979, tras el triunfo de la revolución, hasta 1990 cuando perdió las elecciones frente a Violeta Barrios de Chamorro.
Ésta es la cuarta oportunidad en que Ortega compite por la presidencia de Nicaragua. A su derrota frente a Barrios de Chamorro en 1990, se suma la que sufrió en 1996 frente a Arnoldo Alemán y en 2001 frente al actual mandatario, Enrique Bolaños.
Curiosamente, Ortega se entrevistó con BBC Mundo nada menos que en la casa que expropió al que ahora es su candidato para vicepresidente.
¿Qué lecciones se pueden aprender de la revolución sandinista?
Hemos tenido que aprender a luchar desde abajo por la vía pacífica, porque nosotros aprendimos a luchar desde abajo con las armas, desde la clandestinidad. Y esta es una experiencia totalmente nueva para nosotros, para librar batallas sociales, para luchar por los derechos de los trabajadores.
¿Y es más complicado?
Toda experiencia nueva tiene su aprendizaje. Claro, nosotros nos formamos en la lucha armada, no teníamos la experiencia que tenían los partidos tradicionales aquí, que tienen muchas mañas, para hacer trampa, para robar votos. Hemos tenido que aprender a defender los votos.
Para otros perder tres elecciones sería razón suficiente para tirar la toalla, ¿ Por qué se queda?
Porque yo respondo a un proyecto, a una revolución, a un proceso.
Para mi es fundamental culminar esta etapa de la historia de Nicaragua, que pasa por el derrocamiento de Somosa, el triunfo de la revolución y el establecimiento de las instituciones de Nicaragua con la Constitución de 1987.
Con la retoma del poder por la vía electoral estaríamos culminando esta etapa donde enfrentamos obviamente la resistencia de la política norteamericana, de ahí que esta es una batalla inconclusa. Entonces, mientras tengamos vida, mientras tengamos aliento, daremos batalla.
¿Daniel Ortega está enamorado del poder?
Yo estoy enamorado del pueblo, de un compromiso revolucionario.
Algunos dicen que su principal oponente, Montealegre, es la mascota de Washington, otros dicen que usted es la mascota de Hugo Chávez.
El pueblo es sabio, tanto Bolívar como Sandino platearon la unidad latinoamericana, nuestras raíces son muy profundas y no tienen nada que ver con la política de Washington hacia América Latina.
Sencillamente aquí hay una confluencia de movimientos sociales, políticos y revolucionarios que hacen que se produzca la revolución sandinista, la que se produce antes de la revolución bolivariana.
¿Hay financiación de Hugo Chávez a su campaña?
Para nosotros lo importante es que venga el petróleo, eso es más importante que cuatro pesos.
Nosotros queremos la cooperación de Venezuela, ellos podrían dar el suministro que Nicaragua necesita que es de cerca de 10 millones de barriles anuales. Igual con la urea, es decir, estas acciones tienen un gran impacto en el electorado, eso sin duda , porque la gente valora esa ayuda.
Usted ya no es marxista
Yo soy sandinista, mi filosofía revolucionaria se origina en el cristianismo, Cristo fue mi primera inspiración, siempre lo dije, luego de conocer a Cristo como revolucionario, conocí a Sandino, conocí a Marx y a Lenin.
Creo que el marxismo es un elemento que le puede dar respuesta a algunos de los problemas que encaramos en los días de hoy, otros elementos ya han caducado.
Mientras tengamos a pequeñas capas concentrando la riqueza y a inmensas masas en la extrema pobreza, en el desempleo, entonces no podemos hablar de democracia aún cuando estemos haciendo elecciones todos los días.
Ese acercamiento suyo a la Iglesia Católica, ¿cómo explicarlo?
«Entre cristianismo y revolución, no hay contradicción», eso lo dijimos en plena revolución, en plena guerra, no es nuevo, no es de extrañarse que estamos en buenas relaciones con la Iglesia.
Hubo momentos complejos, de confrontación. Creo que nosotros cometimos muchos errores, hemos aprendido de esos errores, le hemos pedido perdón a la Iglesia y hemos logrado nuevamente tener una buena relación.