Aún me vienen a la memoria esos momentos tan importantes para la historia de la patria, cuando millones de hondureños(as) anhelábamos que los Acuerdos de San José, llegaran a feliz término (vencer al fascismo). Pero lo que tuvimos como resultado fue un acuerdo con otro nombre, con un Micheletti gritando «viva Honduras» en cadena nacional, […]
Aún me vienen a la memoria esos momentos tan importantes para la historia de la patria, cuando millones de hondureños(as) anhelábamos que los Acuerdos de San José, llegaran a feliz término (vencer al fascismo). Pero lo que tuvimos como resultado fue un acuerdo con otro nombre, con un Micheletti gritando «viva Honduras» en cadena nacional, con un Zelaya reclamando «no se vale» y un Lobo Sosa levantando su «puño firme» con su acostumbrada sonrisita laminada. En esa misma foto, el gobernador Hugo Llorens reconocía lo indefendible ante un mundo que cada día nos paraba menos bola.
La derrota del movimiento de resistencia hondureño fue aplastante. Habíamos ganado mucho hay que decirlo, pero fuimos derrotados en ese momento crucial de la historia, eso también hay que decirlo. Fracasó la «estrategia» de Mel Zelaya, fracasó la estrategia el pueblo en su intento de derrocar al golpismo por la vía de las marchas y tomas de carretera y fracasaron también los países del ALBA en su intento de aislar a los golpistas y presionar desde la OEA.
Nos acompañaron en esta derrota y tristeza los pueblos hermanos que lloraron con nosotros(as) cada muerte cometida, cada apaleada, gaseada y cuanta cosa más. Pero también nos acompañaron los gobiernos hermanos, que nos llamaron a seguir resistiendo con dignidad en las trincheras de la calle. A ellos les confiamos nuestra lucha.
De eso todavía me acuerdo… Ahora, pareciera que solo nos quedara recordar y hablar de los «tiempos aquellos». Pero lejos de inspirar una catarsis colectiva, propongo que partamos por asumir las derrotas y sus razones, para despejar la mente de los falsos optimismos triunfalistas y podamos a la vez, entender en que momentos estamos de nuestra lucha, las razones de la negociación de Mel, de Chávez e incluso de nuestros caudillos autóctonos.
«Desde el cielo bajo una voz y dijo: hágase y punto»
(El Pastor Rodríguez de la iglesia Yiréh de mi barrio)
Las negociaciones y los acuerdos de Zelaya, Lobo y Chávez de hoy, tienen una enorme repercusión en el imaginario popular, especialmente de la resistencia hondureña y los pueblos latinoamericanos, pero sobre todo, en ese pueblo hondureño que ni es de la resistencia ni es de la cachurecada (del Partido Nacional) que ve con buenos ojos «el fin de la crisis» y el abrazo entre lobos y vaqueros.
Hay que tener presente que la coyuntura nacional e internacional ha cambiado sustancialmente y que también se han modificado los escenarios internacionales, esto viene acelerando el curso de las decisiones políticas estratégicas en un «ahora o nunca», ¿Por qué?:
Primero, nuestros aliados (¿naturales?), hoy no nos paran mucha bola, duele admitirlo pero es cierto. La palabra, el deseo y los acuerdos del movimiento social en resistencia no tienen el menor valor a la hora de negociar lo que «en las alturas» parece pertinente, necesario o conveniente en un escenario adverso o complejo para los «actores políticos relevantes», como les llaman algunos(as) entendidos(as) en alcurnias y élites de cualquier nacimiento.
Segundo, porque las urgencias de los actores políticos han cambiado y para Zelaya una negociación a des-tiempo lo pondría en una situación precaria o en desventaja, ante una modificación sustancial de la agenda y las preocupaciones regionales. Solo habría que imaginarse a Zelaya poniendo condiciones a los golpistas para su regreso al país justo después de un eventual reintegro de Honduras a la OEA.
Tercero, hay que leer el cuento del Lobo para darse cuenta de la astucia y el manejo del discurso en el montaje de una realidad mediática hondureña, que tiene eco interna y externamente a través de los grandes medios. O sea, el gobierno ha procurado una estrategia política que se basa en mantener un lenguaje mesurado, no confrontativo con los gobiernos del ALBA (excepto aquellos(as) ministros(as) genéticamente golpistas), también se basa en hablar repetidamente sobre su supuesto respeto a los DDHH y sus gestos administrativos al respecto (por ejemplo, nuevos ministerios y comisiones ad hoc), establecer medidas de reconciliación, como un gobierno de unidad con la «izquierda» (UD) y de distanciarse de los extremos; «izquierda y derecha radicales que no quieren una Honduras en paz», etc. y que, a mi parecer, le ha abierto puertas, ventanas y camas, tanto adentro como afuera del país y hoy lo tiene a pasos de un triunfo político importante (ese cuento ya lo saben…).
Cuarto, la resistencia internamente esta fracturada, debilitada y golpeada. Incapaz de forzar el retorno de los exiliados y peor del ex presidente. Esto lo sabe Zelaya, por eso avanza en su estrategia «lobbista» con Chávez como una importante pieza de apoyo. De lo contrario esperaría que la presión interna lo retornara. Pero hay actores dentro del FNRP que prefieren a un Zelaya más afuera que dentro, si no pregúntenle a Tendencia Revolucionaria, que hoy posee la sub. coordinación del frente (más por inercia que por capacidad propia) y que quiere una tajada más grande del pastel electoral que añoran. Zelaya acá les complica la fiesta.
Quinto, se abre un escenario electoral en el país, que lejos de alejar pasiones las vuelve más complejas. Sobre todo en la resistencia. Ustedes dirán ¡pero el acuerdo de asamblea…! y ¡la autoconvocatoria…! y ¡la lucha hasta la victoria siempre…!! Tanto para Zelaya (amarrado por un acuerdo de buena convivencia) como para algunos viejos lideres populares que anhelan un fracaso de la estrategia insurrecional y la autoconvocatoria porque «este pueblo es electorero» (cito a: Bartolo Fuentes, Juan Barahona, Rafael Alegría, Rasel Tomé, Gloria Oquelí, Sara Elisa, etc. -tal vez no se molesten por que les digo viejos-), y para ellos(as) la lucha electoral es el camino que se debe seguir, pero no sin antes resolver temas torales de control del aparato político electoral que habrá que crear para tal fin. En este momento estamos hoy.
Concretamente, ¿a qué viene Zelaya?
Zelaya vuelve a re-componer sus fuerzas políticas liberales y en resistencia, vuelve a «poner en orden las cosas», vuelve a ocupar el trono, perdón, el lugar que le corresponde dentro de la estructura interna del Frente. Su incipiente plataforma política electoral.
Zelaya viene a unir a los sectores en resistencia, a los liberales resentidos y en resistencia, viene a organizar sus huestes para la batalla electoral que se avecina.
Zelaya viene y no por la presión de abajo, sino por el arreglo de arriba, deseoso de entrar en la pelea política desde arriba. Podrían haber garantías para tal extremo. Lobo mencionó la posibilidad de legalizar un nuevo partido, en medio de la conferencia en la que aclaraba los avances de su «diálogo» con Chávez.
Posiblemente habrá que esperar a la Asamblea General del FNRP de fin de año para ver a un Zelaya en cuerpo y alma levantando la bandera electoral. Lo demás es historia conocida y por conocer.
Los escenarios que se abren para el FNRP
Ta Jodido, me decía un amigo (cada vez que le preguntaba por la chamba, al final se fue pa los EEUU).
El Eje Santos-Lobo es una acuerdo de seguridad que va más allá de una simple escusa anti narcóticos. Tiene un componente altamente represivo. El acuerdo o negociación de Zelaya dentro del margen o marco de actuación de esta alianza, legitima en cierta manera, la intervención de Colombia en Honduras. Eso no es buena noticia para el FNRP.
La tensión más importante que permanece en la agenda internacional con relación a Honduras es el exilio del ex presidente. Una vez retornado Mel, Honduras desaparece de la agenda. Los muertos, la violación de los DDHH y el retorno de los demás expulsados políticos solo serán demandas internas. Este panorama sombrío se verá invisibilizado por la luna de miel Zelaya-Chávez-Santos-Lobo.
En una nota interna de la Tendencia Revolucionaria (TR-H) de hace más de un mes, se plantea que los acuerdos de la Asamblea General del FNRP en el mes de febrero, fueron manipulados. O sea, que la decisión de ¡No ir a elecciones! fue «manipulado por una minoría anárquica» y que hay retomar el «camino a la victoria» (es decir, ir a votar). Esta opinión es compartida por Juan Barahona máximo «representante» de los sectores populares dentro del Frente. De lo anterior deduzco que la lucha por la elecciones, a partir del retorno de Zelaya, se volverá una lucha encarnizada por el control de las decisiones dentro del FNRP, «zelayistas» y «tendenciosos» se verán las caras más feas… dios nos guarde y nos agarre confesados.
Por otro lado, los anzuelos del Lobo, serán cada vez más descarados; ya ofreció legalizar un partido, ofreció modificar en parte la ley electoral y mando a Cesar Ham a ofrecer curules a la resistencia (además de pagarle la asamblea udeista), en fin, solo nos resta saber que hará la abuelita, porque ya sabemos que Caperucita rojita se deja embaucar fácilmente.
Ciertos lideres de la Resistencia están abonando el camino para avanzar en el reconocimiento del régimen, tácitamente ya lo han hecho muchas organizaciones, pero el FNRP tiene un acuerdo de asamblea que manda desconocer el gobierno. ¿Qué supone entonces un reconocimiento del régimen, amén de la oscura negociación de Zelaya con Lobo?: pues en esencia, que cambia la «manera de hacer política»; el FNRP pasaría a ser (se convierte en) oposición política dentro de un estado de derecho, y sus actuaciones políticas pasarían por una estrategia no confrontativa, como lo señaló don Rafael Alegría días a atrás en canal 36 después del Paro Cívico del 12 de abril. Bajo esta premisa, se acabó el régimen continuador del golpe de estado, se acabó el dictador, se acabó el quiebre o rompimiento constitucional, etc. etc. La base del discurso de la resistencia… llega a su fin y su estrategia de golpear al régimen, también. ¿Qué sigue después…?, más de lo mismo, de lo que el pueblo hondureño ya estamos acostumbrados a ver y oír, o sea, más paja en el pajar.
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