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Diferentes puntos de vista y escenarios para Pakistán

Fuentes: La Jornada

El féretro de Benazir Bhutto era bajado, envuelto en la bandera paquistaní, rodeado de gente que le lanzaba pétalos de rosas y rezaba en voz alta interminablemente, para ser depositado junto a los restos de su padre, Zulfikar Alí Bhutto, quien fue derrocado de sus cargos de presidente y primer ministro en 1979 mediante un […]

El féretro de Benazir Bhutto era bajado, envuelto en la bandera paquistaní, rodeado de gente que le lanzaba pétalos de rosas y rezaba en voz alta interminablemente, para ser depositado junto a los restos de su padre, Zulfikar Alí Bhutto, quien fue derrocado de sus cargos de presidente y primer ministro en 1979 mediante un gope de Estado.

El esposo de Benazir Bhuto, Asif Alí Zardari, así como sus hijos Bilawal y Aseefa ayudaban a bajar el féretro, en una provincia de Sindh; mientras tanto, literalmente en todo el mundo se desataban las especulaciones acerca de quién la había matado y qué consecuencias podría tener para Pakistán mismo y para los países vecinos, involucrados con el presidente Pervez Musharraf: Jordania, Arabia Saudita, Irán, Kuwait, Siria, Turquía.

El presidente George W. Bush desde su rancho en Crawford, Texas, realizó una teleconferencia con algunos de sus más allegados colaboradores como son la secretaria de Estado, Condoleezza Rice; el secretario de Defensa, Robert M. Gates; el director de la CIA, general Michael V. Hayden, entre otros, para fijar opciones respecto a Pakistán. ( New York Times , 29/12/07, Carlotta Gal.)

Por otra parte, no hay que perder de vista que la propia Benazir Bhutto consideraba al gobierno de Musharraf como un peligro dada su incompetencia para garantizar alguna seguridad real en el país.

Cuando regresaba del exilio en Dubai envió un correo electrónico a su representante en Estados Unidos, Mark Siegel ( New York Times, 29/12/07), a quien le dijo que de cualquier cosa que pudiera pasarle debía considerarse responsable a Pervez Musharraf.

De esta manera fue como los candidatos a la presidencia estadunidense se vieron involucrados en este asunto, y de una o de otra manera orillados a tomar posición frente a la opinión pública nacional, a unos días de que se celebraran sendas convenciones de demócratas y republicanos en Des Moines, Iowa.

La senadora Hillary Clinton declaró a la cadena CNN: «No creo que el gobierno paquistaní, en estos momentos, bajo la presidencia de Musharraf, tenga alguna credibilidad». Tanto Bill Richardson como John McCain, en su propio estilo, como el mismo Mike Huckabe en el suyo, quien habría de resultar líder de los republicanos en los resultados de las convenciones, afirmaron que el problema de Pakistán dejaba atrás en importancia al muro del sur con nuestro país, y que «cualquier actividad inusual de los paquistaníes en Estados Unidos debería ser monitoreado». Y desde luego, que habría que revisar la política estadunidense tomando en cuenta que Pakistán tiene armamentos nucleares en su poder y una estrecha salida al golfo Pérsico en su extremo sur.

Por su parte, Nawaz Sharif, ex primer ministro y líder de la Liga Musulmana de oposición que gobernó entre 1990-1993 y 1997-1999, para exiliarse después habiendo regresado recientemente a Pakistán, declaró que Benazir «murió por culpa de Musharraf» ( El País , 2/01/07), llamando a todo el país a unirse y luchar «contra la dictadura que ha destruido todas las instituciones del Estado».

En relación con Al Qaeda afirmó que si ellos la hubieran matado lo habrían reivindicado; pero, por el contrario, lo han negado oficialmente. No obstante, en Pakistán se han llevado a cabo varias detenciones de los dirigentes, acusados sin fundamento de la muerte de Benazir.

Como puede observarse, la trágica muerte de la señora Bhutto ha despertado la condena universal y la exigencia de que se aclare quién o quiénes son culpables, y no solamente, sino que se han señalado algunas circunstancias en extremo peligrosas, pues se ha recordado que Pervez Musharraf posee armas nucleares y que no cuenta con la confianza de sus vecinos, todos de importancia trascendental en el mundo musulmán y en el contexto de su relación con Estados Unidos.

Lo cierto es que el asesinato de Benazir Bhutto parece haber sido planeado en los altos círculos de la política exterior estadunidense y militares también, por lo que se puede deducir de la conferencia que tuvo el presidente Bush desde su rancho en Texas con el general secretario de Defensa y con el director de la CIA para su política en esta región tan violenta del mundo, donde todavía no se ve la luz al final del túnel, sino que, por el contrario, cada vez se ve más complicado y oscuro.