Un reciente informe en EEUU, del que se han hecho eco los medios de comunicación, advierte de los problemas que está atravesando la manufactura y la base industrial de defensa en el país. El Pentágono advierte del actual deterioro y de la necesidad de impulsar la industria de alta tecnología como un sector emergente vital […]
Un reciente informe en EEUU, del que se han hecho eco los medios de comunicación, advierte de los problemas que está atravesando la manufactura y la base industrial de defensa en el país. El Pentágono advierte del actual deterioro y de la necesidad de impulsar la industria de alta tecnología como un sector emergente vital para la seguridad nacional. La producción de ‘high tech’ es liderada por China gracias a una importante aportación de fondos estatales para su desarrollo, mientras la Administración de Trump reclama al sector privado e incluso a las instituciones académicas su participación activa aludiendo a la amenaza del gigante asiático como su enemigo estratégico.
Los planes de Washington para reestructurar su economía de guerra le obligan a cambios radicales: medidas proteccionistas con la imposición de aranceles a la importación de productos; impulsar el unilateralismo y sus peligrosas consecuencias en el orden mundial; y un importante incremento del presupuesto militar en comparación con el anterior gobierno del presidente Obama. Se afirma, incluso, que la era de la desglobalización ha comenzado y es el principio del fin de la igualdad y el bienestar social. En cualquier caso, es difícil de creer que la geopolítica del caos liderada por EEUU no sea la continuación de las políticas neoliberales por otros medios más expeditivos y es en esta dirección donde se inscribe la decisión del presidente Trump de renunciar al acuerdo sobre misiles de medio y corto alcance.
Estos misiles tácticos tienen un alcance de hasta 5.000 kilómetros y su corto rango de vuelo ofrece apenas unos minutos para reaccionar, de ahí que, desde los años 80 han sido eliminados progresivamente del escenario internacional por las dos grandes potencias a través del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Medio (INF son sus siglas en inglés). Fue en este contexto de no agresión que en 1991 Washington retiró totalmente el armamento atómico que se encontraba en la península de Corea, pero ahora que China está aumentando su esfera de influencia se anuncia la decisión de dar por acabado el acuerdo de desarme.
Las reacciones no se han hecho esperar. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, durante una rueda de prensa conjunta con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, manifestó que España rechazaba la decisión unilateral de EEUU por ser «un nuevo y grave error que va a contribuir a aumentar las tensiones en torno al uso de armas nucleares». Los líderes de la UE son los que más han protestado contra la decisión estadounidense de poner fin a la estabilidad estratégica y restaurar la carrera armamentista en territorio europeo. La última semana de noviembre tendrá lugar en Argentina la cumbre del G-20 en la que se reunirán los líderes mundiales de las grandes potencias y donde el presidente Putin propondrá a Trump negociar el incierto destino del tratado.
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