Lo ocurrido el 28 de junio pasado ratifica que quienes se creen dueños de Honduras y sus aliados transnacionales, no están dispuestos a ceder al pueblo pobre un ápice de libertad, democracia real y profundización de la participación popular en la toma de decisiones para el presente y futuro de la nación, que permita vivir […]
Lo ocurrido el 28 de junio pasado ratifica que quienes se creen dueños de Honduras y sus aliados transnacionales, no están dispuestos a ceder al pueblo pobre un ápice de libertad, democracia real y profundización de la participación popular en la toma de decisiones para el presente y futuro de la nación, que permita vivir en condiciones de dignidad y justicia social. Por lo tanto el Acuerdo Guaymuras y su contenido no son más que el reflejo de la trampa y engaño a que se sometió al Presidente Zelaya y que fue impuesto por Washington, redactado de tal manera que oxigenara, replanteara y afianzara el golpe de estado.
Estamos frente a dos shows que fueron montados: el acuerdo Guaymuras y las elecciones, en el caso de las elecciones, el fin era inflar los resultados y así lograr en la comunidad internacional el reconocimiento del gobierno de facto y el «nuevo gobierno». Según ellos este es el argumento para no restituir a Zelaya como Presidente porque la supuesta «participación masiva» del pueblo en las elecciones les ha dado un cheque en blanco, se han burlado una vez más de las y los asesinados, encarcelados, perseguidos, reprimidos, en conclusión es una vergüenza tener a un grupo de políticos-diputados entreguistas, serviles y atrasados, enemigos de la verdadera integración de los pueblos y que viven congelados en el pasado político, que seguramente este pueblo y la historia les tiene reservada una condena imprescriptible.
Más temprano que tarde el «gobierno entrante» tendrá que entender que tiene pies de barro o es un castillo de arena, puesto que su legitimidad no viene de la mayoría del pueblo hondureño, eso no debe ser un secreto para nadie, salvo para quienes saben que restituir a Zelaya en aceptar un delito y sus consecuencias. En tal sentido los planes de la Resistencia Popular se afianzan más hacia la exigencia de una Asamblea Nacional Constituyente y por supuesto a crear e incrementar las mejores formas de lucha siempre pacificas, pero de mayor envergadura a nivel social y político. El futuro es de lucha, la oligarquía esta destinada a verse acorralada por las fuerzas populares que pregonamos un país que erradique la miseria, el desempleo, la tercerización laboral, y tantas violaciones de derechos humanos, laborales y sindicales contra mujeres y hombres de todas las edades. No hay duda en nuestras convicciones, esta resistencia será la sepulturera de la vieja Honduras, para que nazca la PATRIA NUEVA QUE ANHELAMOS SIN EXCLUSIONES DE NINGUN TIPO.
Por eso decimos y ratificamos que lo mejor que ha parido la Honduras del siglo XXI: Es este movimiento de resistencia noble, pacifico, justo, terco y necio que se aferra a la democracia plena y la ampliación de participación popular, que condena el intervencionismo y rechaza la injerencia, venga de donde venga.
Nadie se imagino que el pueblo hondureño pudiera reaccionar como hasta ahora lo ha hecho, ese salto cualitativo se vino construyendo desde la creación de muchas instancias desde el año 2000 como el Bloque Popular, la Asamblea Popular Permanente, la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguan, la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular en 2003 como espacio nacional aglutinador del descontento popular, los grandes esfuerzos del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, entre otros actores que terminamos coincidiendo junto a otros-as muchos actores sociales y políticos inclusive dando vida al Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado después del oscuro 28 de junio.
Es necesario que la solidaridad internacional de los pueblos, sus organizaciones sindicales y sociales, los colectivos, plataformas, diferentes espacios, así como aquellos gobiernos nacionales y autónomos debe continuar firme, presente, observadora, deben seguir dando seguimiento a los hechos que se suscitan en Honduras, esperamos eso y más esfuerzos que nos permitan reconstruir la democracia para todo el pueblo. Que sigan llegando a constatar tantas groserías y violaciones a los derechos humanos, laborales y sindicales, que con los proyectos de cooperación se busque llegar al propio pueblo y no a través del gobierno.
También condenamos a aquellos gobiernos que traicionando la voluntad de sus pueblos reconocen las espurias elecciones del pasado 29 de noviembre que a nuestro criterio el abstencionismo llegó al 70%, por lo tanto esa actitud no es nueva, lejos de eso demuestra que igual que en Honduras hacen lo mismo con sus propios pueblos, en otras palabras estas son aves del mismo corral.
Esta batalla es de todos aquellos-as que luchamos por la vida y en ese sentido esperamos continúen acompañando esta resistencia pacifica-no violenta.
El amanecer que viene depende de nosotros y nosotras, de nuestras fuerzas y convicciones.
Venceremos.