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Indonesia

El cambio climático alienta el éxodo a Yakarta

Fuentes: IPS

Luego de otro mes de manejar su «becack» (vehículo de tres ruedas) en la capital indonesia, Sarjo podrá volver a su distrito de Java Occidental a cosechar el arroz que madura en su predio de 1.400 metros cuadrados. Sarjo (nombre único) dice que la cosecha le permitirá ganar 325 dólares, un dinero muy oportuno para […]

Luego de otro mes de manejar su «becack» (vehículo de tres ruedas) en la capital indonesia, Sarjo podrá volver a su distrito de Java Occidental a cosechar el arroz que madura en su predio de 1.400 metros cuadrados.

Sarjo (nombre único) dice que la cosecha le permitirá ganar 325 dólares, un dinero muy oportuno para celebrar el mes sagrado musulmán del Ramadán, que este año irá del 20 de julio al 18 de agosto, antes de volver a su servicio de taxi en Yakarta.

Mona, quien trabaja en el club nocturno «Princess Entertainment», también en la capital, se prepara para volver a su casa para el Ramadán. «Pero mi jefe me advirtió que si me voy a Indramayu sin terminar mi contrato no necesito volver», dice.

«Mi trabajo no es fácil», señala Lisa, otra muchacha de Indramayu que está empleada en una discoteca de Yakarta.

«Debo alentar a los invitados a gastar dinero, y para eso tengo que lucir atractiva, incluso después de permanecer despierta noche tras noche, manteniendo contentos a clientes borrachos», agrega.

Lisa se las arregla para enviar unos 100 dólares cada mes a sus padres. «Son demasiado ancianos para trabajar en la granja, así que dependen de mis ganancias», explica.

Muchos habitantes de Indramayu, uno de los «graneros de arroz» de Indonesia, son migrantes zafrales a la ciudad, donde encuentran oportunidades de ganar dinero pedaleando en sus «becacks», atendiendo puestos callejeros de alimentos y trabajando como obreros en la construcción.

Las mujeres de Indramayu también son parte del éxodo a las ciudades, trabajando en clubes nocturnos, casas de masajes y el negocio del entretenimiento en general. Las menos afortunadas terminan como trabajadoras domésticas. En cualquier caso, son vulnerables a la violencia y los abusos sexuales.

El viaje entre Indramayu y Yakarta está pautado por los ciclos de cosecha del arroz. Septiembre, octubre, noviembre y diciembre constituyen la temporada lluviosa, cuando se siembra este grano.

Cuatro meses después está listo para cosechar, o por lo menos así era hasta que el ciclo comenzó a alterarse a causa del cambio climático y las erráticas precipitaciones.

«Ya no podemos predecir cuándo empezará a llover o cuándo el arroz estará listo para la cosecha. Entonces continuamos trabajando en la ciudad hasta estar seguros», dice Sarjo.

«Los viajes entre Indramayu y Yakarta cuestan dinero y tiempo», agrega.

En los últimos años, los cultivos de arroz resultaron un fracaso en Indramayu, no solo por culpa de la aridez, sino también porque precipitaciones fuera de temporada han inundado los plantíos, afectando la calidad y la cantidad de las cosechas.

En un informe de 2007 titulado «Indonesia and Climate Change: Current Status and Policies» (Indonesia y el cambio climático: Estado actual y políticas), el Banco Mundial advirtió que el país podría volverse vulnerable tanto a sequías prolongadas como a lluvias fuera de temporada.

Estas condiciones, según el estudio, podrían causar cambios en el suministro de agua y la humedad del suelo, perjudicando a la agricultura. Además, el Banco alertó sobre un aumento del nivel del mar y un ingreso de agua salobre a zonas agrícolas costeras como Indramayu.

La errática meteorología de Indramayu afecta los empleos en Yakarta, que a menudo son por contrato. «Hasta hace unos años, podíamos estar seguros de nuestros planes y firmar por una cantidad específica de meses», dice Sudira, un obrero de la construcción.

Al ser inciertos los ingresos derivados del cultivo de arroz y también del trabajo zafral en las ciudades, muchos de los agricultores de Indramayu se han endeudado y se han visto obligados a vender sus pequeños terrenos, debilitando así sus vínculos con la tierra.

Lisa no sabe qué ocurrirá con los arrozales de su familia cuando sus padres ya no estén, y es posible que haya que venderlos. «Ya paso más tiempo en Yakarta que en Indramayu», explica.

Un estudio realizado por el no gubernamental Instituto Fahmina, que trabaja para el empoderamiento comunitario, mostró que 70 por ciento de las 11.000 hectáreas de arrozales de Indramayu son ahora propiedad de alrededor de 30 por ciento de sus 125.000 habitantes.

Los demás se han vuelto agricultores sin tierra que han debido marcharse a ganarse la vida en las ciudades. Muchos son presa de redes de tráfico humano conectados con países asiáticos ricos, como Japón, Malasia, Singapur y algunos de Medio Oriente.

Según la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres, una organización no gubernamental internacional, en los últimos tres años por lo menos 1.500 jovencitas de Indramayu terminaron en Japón como trabajadoras sexuales.

Supali Kasim, presidente del Concejo de Artes de Indramayu, explica que la emigración femenina de Indramayu se remonta a una prolongada sequía que tuvo lugar en los años 60. Ese fue el puntapié inicial de una tendencia de mujeres que se van de Indramayu en manadas para buscar trabajo en las ciduades, privando a las granjas arroceras de su labor.

Las mujeres que no pueden encontrar empleo en clubes nocturnos de Japón son «exportadas» como trabajadoras domésticas a países de Medio Oriente, dijo Kasim.

Actualmente hay 93.000 mujeres de Indramayu que trabajan en el exterior, a juzgar por cifras disponibles en empresas de seguros de las cuales las mujeres son clientas.

Sarinah, una organización estudiantil en Indramayu, pidió al gobierno que intervenga y cree condiciones que alienten a las mujeres del distrito a evitar buscarse situaciones riesgosas fuera de allí.

Warisyah, una agricultora que se quedó en Indramayu, dijo que el gobierno podría empezar por garantizar que el cultivo de arroz sea viable. «Puede construir redes de irrigación para que nosotros no dependamos tanto de las lluvias», planteó.

Hasta ahora, la respuesta del gobierno ha sido apresurarse a completar la controvertida represa de Jatigede, capaz de irrigar Indramayu y los distritos adyacentes. Pero también se espera que ese embalse sumerja a cinco distritos y 39 aldeas, junto con 3.000 hectáreas de arrozales.

El Banco Mundial canceló en 1988 planes para destinar 37 millones de dólares a la represa, cuya planificación empezó en 1963, debido a dudas sobre sus consecuencias para la población y el ambiente, pero el gobierno presionó y la obra quedará operativa para 2014.

Pero es probable que, para entonces, los hombres y las mujeres de Indramayu se hayan mudado a Yakarta y a otras ciudades, muchos para no volver.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=100918