Después de 15 meses de mayoría progresista en el Parlamento, legisladores oficialistas y opositores se quejan del funcionamiento del Poder Legislativo. Peor que eso, desde la academia se ve un peligroso deterioro en el relacionamiento entre el gobierno y su bancada con previsibles consecuencias. Beneficios y penurias de una mayoría absoluta. DISCIPLINAMIENTO Y EJECUTIVISMO Estas […]
Después de 15 meses de mayoría progresista en el Parlamento, legisladores oficialistas y opositores se quejan del funcionamiento del Poder Legislativo. Peor que eso, desde la academia se ve un peligroso deterioro en el relacionamiento entre el gobierno y su bancada con previsibles consecuencias. Beneficios y penurias de una mayoría absoluta.
DISCIPLINAMIENTO Y EJECUTIVISMO
Estas dos parecen ser las principales características de la asimétrica relación entre los poderes Legislativo y Ejecutivo en este primer período de gobierno de izquierda. Así se ven las cosas desde la oposición blanca y colorada -que denuncia falta de consulta por imperio de la mayoría absoluta- y desde la academia -que ve una alarmante imposición de criterios desde el Edificio Libertad-. Es que, por un lado, el gobierno decidió posponer (cuando no encajonar) algunas iniciativas surgidas desde su bancada, como en el caso de la ley de salud reproductiva que tenía el respaldo de la mayoría de sus legisladores, o la ley de refinanciación de deudores propuesta por el senador emepepista Jorge Saravia, o la interpretación de la ley de caducidad planteada por el senador vertientista Enrique Rubio.
Por otro, ha utilizado su predominio parlamentario para dar trámite rápido a algunas leyes que consideró indispensables en los primeros meses de la administración, como la salida para la cooperativa COFAC, la creación del Ministerio de Desarrollo Social y el Plan de Emergencia, o la ley de modernización y humanización del sistema carcelario. Y también impuso su criterio, aun contra la posición de destacados representantes parlamentarios, cuando se discutió el tratado de inversiones con Estados Unidos, la participación en las maniobras Unitas o el envío de tropas a la misión de paz en Haití, casos que determinaron la disidencia del senador comunista Eduardo Lorier y la dimisión del diputado socialista Guillermo Chifflet.La explicación de estos sucesos varía según el interlocutor, ya sea oficialista, opositor o académico. Y así es que puede hablarse de una necesaria etapa de «aprendizaje», de un peligroso alejamiento de las tradiciones de la izquierda, de un proceso histórico de deterioro parlamentario o de una imposición de las mayorías derivadas de la voluntad popular. Veamos.
EL DESAFÍO DE COORDINAR
Para el politólogo Daniel Chasquetti, la «falta de centralidad» del Parlamento es un fenómeno de largo plazo, y es una consecuencia del papel que el sistema político le asignó, quitándole funciones y potestades para dárselas al Poder Ejecutivo. Así puede explicarse entonces la «asimetría» actual y la pérdida de perfil del Parlamento, tanto en esta coyuntura política como en los anteriores gobiernos de coalición con un fuerte disciplinamiento. Según el integrante del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, otro elemento que conspira contra la labor legislativa es la falta de «estructuras institucionales» que fortalezcan la tarea parlamentaria, como hay en otros congresos de la región y del mundo.
En este proceso de deterioro Chasquetti también inscribió el debilitamiento de la figura del vicepresidente como el nexo natural entre ambos poderes. Ante este problema se ensayaron varias soluciones, que luego desembocaban en un «poder paralelo», algo nunca bien visto por los presidentes de turno. A fines del año pasado Tabaré Vázquez invitó a todos los legisladores oficialistas a analizar la agenda gubernamental, compartiendo empanadas y vino, en un encuentro similar al que habían propiciado sus antecesores blancos y colorados. Esto, de alguna manera, fue una forma de mantener alineada a la tropa, y «no se me ocurre que el Frente Amplio pueda innovar en esta materia», dijo Chasquetti. Sin embargo, desde el oficialismo la visión sobre este aspecto es diferente. De hecho, el partido de gobierno ensaya alternativas para superar los desencuentros ocurridos en los primeros meses de la administración progresista.
Edgardo Ortuño, coordinador de la bancada de diputados del FA, dijo que después de un período de «aprendizaje para la bancada y la fuerza política en general» se inició un trabajo que pretende una «coordinación fluida» entre los representantes de las dos cámaras y dentro de cada una de ellas para «compatibilizar» el rol y la iniciativa de cada legislador con las acciones de gobierno. En esa línea, dijo el parlamentario a BRECHA, se aprobaron lineamientos de trabajo interno y se establecieron mecanismos de coordinación entre los representantes de cada bancada y la Secretaría de la Presidencia, y a su vez a nivel temático entre los integrantes de las comisiones y los ministros respectivos.
Por otra parte, Ortuño dijo que así como son positivos los resultados cuando las iniciativas se trabajan antes de la llegada al Parlamento y durante su trámite, surgen dificultades cuando esto no sucede y los planteos del Ejecutivo toman por sorpresa a las bancadas. «Esa es una de las experiencias negativas de las que tenemos que aprender para que no se repitan. Priorizar el intercambio, la construcción colectiva y la discusión política para que haya una maduración de los proyectos», admitió, y puso como ejemplos que no deberían repetirse la dificultosa discusión del presupuesto quinquenal, los mencionados casos de Unitas y el envío de tropas a Haití, o algunas leyes vinculadas al Ministerio de Desarrollo Social, ya que «con un mayor tiempo de discusión se hubiera logrado una optimización del rendimiento parlamentario y los consensos políticos».
Según Ortuño también faltó planificación de la agenda de gobierno, por lo cual se trabaja con los legisladores para saber cuáles son sus prioridades y compatibilizarlas con las expectativas del Ejecutivo, de forma de coordinar la aprobación parlamentaria y marcar la iniciativa política. Esta coordinación, planteó, «debe partir de la comprensión mutua de que todos somos gobierno, también la bancada legislativa, que tiene capacidad de legislar y que cogobierna».
Con ese objetivo es que empezaron a crearse nuevos ámbitos de coordinación entre Legislativo y Ejecutivo, más allá del diálogo entre los coordinadores de bancada de ambas cámaras y representantes de la Presidencia. El espacio más amplio es la Agrupación Nacional de Gobierno, que integran ministros, legisladores e intendentes, además de los representantes de la Mesa Política del FA. Este grupo ha funcionado poco, por lo que se resolvió mantener la continuidad de la relación entre estas «tres patas» del FA a través de la Mesa de la Agrupación Nacional de Gobierno, un ámbito más reducido con los coordinadores de bancada, el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, el vicepresidente, Rodolfo Nin, el presidente del FA, Jorge Brovetto, un representante por sector de la izquierda y cuatro representantes de las bases. Si bien este grupo tiene planteada una reunión mensual, hasta ahora sólo logró reunirse una vez. En este esquema, a su vez, Nin «tiene un rol importante» como nexo permanente entre la bancada de senadores y el Ejecutivo, en la medida en que es el único que participa semanalmente en el Consejo de Ministros y tiene además la tarea de coordinar con los demás partidos.
LA NUEVA OPOSICIÓN
Según el senador blanco Eber da Rosa, quien coordinó la labor de su bancada en el período anterior, la existencia de una mayoría absoluta del gobierno determinó algunas «fricciones», porque ante algunas iniciativas el Ejecutivo trató de sacar los temas en forma rápida «sin oír mucho a la oposición». A su vez, añadió que el nivel de relacionamiento con el Ejecutivo es «escaso» y -contradiciendo lo dicho por Ortuño- no está claramente definido quién oficia como nexo entre el Parlamento y el gobierno. En un principio el diálogo se realizaba entre Nin y el presidente del Directorio blanco, el senador Jorge Larrañaga, o los demás líderes sectoriales. Después, a medida que transcurría la acción de gobierno, «se fue generando otro tipo de diálogo», y aparecieron otros interlocutores, como el ministro Jorge Brovetto cuando había negociaciones a nivel de las fuerzas políticas, o el secretario de la Presidencia en cuestiones vinculadas a los derechos humanos, o en temas productivos con el ministro José Mujica.
Más allá de estas desavenencias, Da Rosa admitió que también hubo «actitudes receptivas» en algunos miembros de la bancada oficialista para hacer algunos agregados a las propuestas del gobierno, aunque esto no se reflejó en la aceptación de las iniciativas de la oposición -particularmente en diputados-, que en su mayoría aún esperan por el tratamiento legislativo.
En el Partido Colorado los cuestionamientos son bastante más fuertes. El diputado quincista José Amorín dijo que si bien existe una relación «cordial» con los integrantes del gabinete, en la discusión de los temas de gobierno «no se nos convoca para nada», y lamentó además el bajo número de respuestas a los pedidos de informes (véase recuadro). Asimismo, planteó que los proyectos de ley de la oposición no son aceptados, lo que ha llevado a que disminuyan los esfuerzos por llevar adelante sus propuestas. «¿Para qué voy a proponer si me dicen a todo que no? Yo creo que así no funciona. Lo único que podemos hacer es ayudar al gobierno a que no pierda el rumbo», puntualizó.
Amorín comparó la situación del actual gobierno con la gestión colorada de Jorge Batlle y aseguró que en el pasado existía un flujo de información mucho mayor debido a la necesidad de negociar primero dentro de la coalición y muchas veces también con la oposición de izquierda. «Hoy el FA tiene la mayoría y nos ignora completamente a nivel parlamentario. Hay menos información y menos leyes, no hay producción legislativa, nadie sabe lo que pasa con el gobierno, hay un desconcierto brutal», resumió. A su juicio, la izquierda está reiterando su experiencia de gobierno en Montevideo, con el manejo de la mayoría en la Junta Departamental, aunque opinó que este no es el principal problema que enfrenta el Legislativo, ya que con este predominio el FA «podría hacer cosas interesantes, pero hay que tener ideas para hacerlas. Por ahora el gran drama es la falta de ideas del gobierno, que está en un enorme desconcierto y eso se ve en la Cámara».
Para el líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, el principal elemento es el cambio que se registró con respecto a la reivindicación histórica de la izquierda de la importancia del Legislativo como un espacio de diálogo más allá de las mayorías circunstanciales. Sostuvo además que actualmente la iniciativa «está muy cargada» del lado del Ejecutivo, cosa que repercute también en la falta de planteos desde la propia bancada de gobierno.
En ese marco, Mieres opinó que el siguiente será un «año crucial» para el gobierno porque estará en el centro de la discusión la reforma tributaria, donde el FA puede correr riesgos muy importantes en lo que tiene que ver con el respaldo político electoral. «Y dudo que sea un tema fácil de resolver internamente», aclaró, ya que la relación entre el Ejecutivo y la bancada oficialista «parece no ser muy fluida en información, aunque sí en disciplina y en obediencia».
EJECUTIVISMO DE IZQUIERDA
Según el politólogo Gerardo Caetano, el primer año de predominio de la izquierda en el Parlamento dejó en evidencia «un problema no menor, a contramano de lo que uno hubiera esperado», y fue la existencia de una «perspectiva ejecutivista» del gobierno, incluso desde antes de su asunción con el trasiego de las principales figuras parlamentarias (cabezas de lista) hacia el gabinete. Señaló, además, la ocurrencia de dificultades de comunicación «a veces asombrosas», ya que en muchos casos los legisladores se han encontrado con temas enviados por el Ejecutivo sin contar con la información suficiente, como en la reforma tributaria, los cambios en el Banco Central o la variación en la estrategia de inserción internacional.
Según Caetano es particularmente significativa la falta de información hacia el Legislativo -pero también hacia el interior del gabinete- por parte del Ministerio de Economía. «Ahora lo estamos viendo, y creo que esto va a hacer crisis, porque hay cuestiones que exceden a este período de gobierno y que son totalmente estratégicas, que no están siendo discutidas ni dentro del partido de gobierno», como la eventual firma de un TLC con Estados Unidos o la publicitada reforma tributaria. En ese marco dijo que hay legisladores que ya han anunciado que no van a aprobar nada de lo que no participen, y «esto ya se ve dentro del mpp, de la Vertiente Artiguista, del Partido Socialista. Hay un déficit de elaboración política, que entre otras cosas se traduce en una muy pobre comunicación entre los ministros y la bancada».
En cuanto al relacionamiento con la oposición, Caetano estimó que el gobierno «tampoco encontró modalidades de comunicación, y eso es un problema. Y la idea de que esto es así porque tiene mayoría parlamentaria es ejecutivista, trivial y falaz porque hay decisiones, hay equilibrios institucionales, reelaboraciones políticas, que aun un gobierno con mayoría parlamentaria tiene que discutir con los otros partidos». Esto debería ocurrir, opinó, sobre todo en un gobierno con proyección de reforma, que «no sólo tiene que ganar sino que tiene que persuadir».
Para Caetano «es un grave error creer que el disciplinamiento de los legisladores es algo bueno», y que su rol es votar a tapas cerradas lo que le viene del Ejecutivo. Así las cosas, si el gobierno no logra reformular el vínculo con su bancada y también con la oposición, «va a tener problemas porque se acercan debates muy importantes», vaticinó. Pero ¿cuáles son las claves de esta forma de gobierno? La inexperiencia en el ejercicio del gobierno y la forma de gobernar de la izquierda pueden estar en el origen, pero también el perfil del presidente, arriesgó Caetano. Si a esto se suma la actitud de algunos ministros que, a pesar de contar con un largo historial parlamentario, se niegan a exponer sus proyectos a la discusión, el panorama se vuelve más complicado todavía. «Yo veo ministros que siendo mejores parlamentarios fueron designados en el gabinete porque supuestamente eso resolvía el problema del debate en la interna de la fuerza política, pero está demostrado que eso no lo resuelve», advirtió.
Entonces, no puede descartarse que las diferencias internas, que hasta el momento provocaron alguna «disidencia testimonial», como la del senador Lorier, se hagan más profundas. Y la discusión sobre el TLC con Estados Unidos puede ser un parteaguas. «Creo que con un TLC clásico -con un aflojamiento de los vínculos regionales-, que no sea discutido en profundidad y sea trivializado como un tema de cuotas de carne y baja de aranceles sino con todo lo que contiene, podemos llegar a un escenario en el que el FA se quiebre y resulte aprobado con el voto de la oposición. Esto generaría una situación nada positiva para el gobierno, incluso dentro de la fuerza política», dijo Caetano a BRECHA.
Para Chasquetti, en tanto, la unidad de la bancada oficialista también se ve como una interrogante hacia el futuro. «El problema que yo veo es hasta qué punto el Ejecutivo logrará mantener unida a la bancada si no es capaz de mantener una actitud proactiva. Cuando eso se corte pueden aparecer iniciativas personales» que generen nuevas diferencias con el gobierno, alertó. Es que cuando «se agote la agenda» del Ejecutivo van a aparecer iniciativas particularistas, entre otras cosas porque los legisladores tienen la idea de que deben hacer algo para seguir en la banca, por lo que no hay que descartar «cuestiones más ideológicas de la izquierda que choquen con la concepción general del gobierno, iniciativas voluntaristas que hoy son descartadas desde Economía y que puedan transformarse en problemas». Pero tampoco hay que sorprenderse, subrayó Chasquetti, «si sobre el final del mandato aparece Vázquez vetando leyes, que es algo que hacen los presidentes uruguayos cuando se termina el mandato y no pueden disciplinar a los legisladores».
TRABAJO EN SILENCIO
La idea trasmitida por los voceros de la oposición sobre una baja productividad parlamentaria en este período de gobierno, debida a la falta de iniciativa del oficialismo, no tiene sustento desde el punto de vista cuantitativo. Según el Informe de Coyuntura del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, durante 2005 se presentaron 406 proyectos de ley, 134 de los cuales a propuesta del Ejecutivo, lo que ubica al gobierno de Tabaré Vázquez como el que más proyectos presentó respecto de las restantes administraciones posdictadura. También es superior el porcentaje de aprobación de los proyectos con iniciativa del Ejecutivo (67 por ciento de las 91 leyes aprobadas fueron propuestas desde el Edificio Libertad), y la efectividad resultó asimismo la más alta ya que el gobierno logró aprobar el 47 por ciento de los proyectos enviados al Legislativo.
El politólogo Daniel Chasquetti explicó que tampoco es cierto que el trámite en general de las leyes haya sido más rápido como consecuencia de la mayoría absoluta de la izquierda, aunque sí hubo una mayor celeridad en aquellas normas que el gobierno consideraba de particular importancia para su gestión (las leyes de «alta importancia» tuvieron un trámite parlamentario de 63 días en promedio).
Pero ¿por qué si el FA criticó esto desde la oposición ahora lo hace en el gobierno? «Por la razón del artillero: una cosa es gobernar y la otra es oponerse. Gobernar requiere de decisiones rápidas. Es lógico que los partidos cuando están en el gobierno reclamen celeridad y cuando están en la oposición pidan tiempo. Esto no tiene que ver con una cuestión ideológica o de contradicción partidaria, sino con el ejercicio del gobierno», interpretó Chasquetti. En general, apuntó, en los primeros años de un gobierno es cuando el Ejecutivo tiene mayor efectividad legislativa, mayor iniciativa y un mayor nivel de aprobación de las propuestas. Eso va cayendo a medida que transcurre el período, porque la agenda se va agotando o porque muchas cosas son difíciles de llevar adelante, recordó.
Para el politólogo Gerardo Caetano el «ejecutivismo» que demuestra el gobierno va contra la tradición programática e ideológica de la izquierda. «Muchas veces quienes son parlamentaristas en la oposición son ejecutivistas en el gobierno, y viceversa. Hay que escuchar ahora algunos reclamos de ninguneo parlamentario de algunas fuerzas políticas que fueron campeonas del ejecutivismo», aclaró. Pero en el caso de la izquierda «es más grave, porque tiene una interna compleja y porque si tiene una vocación de cambio y logra una estabilización que proyecta al país hacia una serie de reformas importantes, diría que uno de los escenarios clave es el Parlamento porque esas reformas requieren persuasión, negociación y reelaboración política».