El pasado veinte de mayo, la República Democrática de Timor Leste celebró el cuarto aniversario de su independencia, lograda tras muchos años de lucha. Sin embargo, los acontecimientos que se están desarrollando estos meses en la isla han oscurecido el citado acontecimiento. Los enfrentamientos armados y las protestas han provocado varios muertos y la escalada […]
El pasado veinte de mayo, la República Democrática de Timor Leste celebró el cuarto aniversario de su independencia, lograda tras muchos años de lucha. Sin embargo, los acontecimientos que se están desarrollando estos meses en la isla han oscurecido el citado acontecimiento. Los enfrentamientos armados y las protestas han provocado varios muertos y la escalada de la tensión en el país ha llevado a su presidente, Xanana Gusmao, a declarar el estado de emergencia y asumir poderes especiales.
Timor Leste se convirtió hace cuatro años en la primera nueva nación del milenio, y desde entonces intenta materializar su proyecto para sacar a la población de la difícil situación económica que «heredaron» de las etapas colonialistas portuguesa, japonesa e indonesia. Sin embargo esos esfuerzos no han estado exentos de dificultades y de divisiones dentro del país. Las rivalidades étnicas, regionales, históricas y políticas han condicionado en muchas ocasiones la buena marcha de los esfuerzos del gobierno del país.
Tampoco hay que olvidar el papel que los países vecinos, fundamentalmente Indonesia y Australia, han venido desempeñando. El primero curando todavía sus heridas por «la pérdida de Timor oriental» de su proyecto de estado, mientras que el gobierno de Sydney no ha tardado en mostrar su política de doble rasero, apoyando la independencia del país, al tiempo que no le devuelve sus derechos sobre los ricos yacimientos petrolíferos que se encuentran en las aguas de Timor Leste, y sin cuya explotación el gobierno timorense ve hipotecada su política de desarrollo.
El desarrollo de los acontecimientos está mostrando que la alegría y la esperanza que el pueblo timorense demostró tras la consecución de la independencia pueden estar tocando a su fin si los dirigentes no resuelven pronto la crisis actual.
Divisiones
En la actualidad en Timor Leste hay unos doce grupos étnicos diferentes, las lenguas oficiales son el tatum y el portugués, éste último lo habla una minoría de las élites políticas solamente. Aunque una mayoría aplastante de la población es católica, dentro de la institución de la Iglesia también se producen divisiones entre la línea más ortodoxa oficial y los seculares (temas como el planning familiar o la religión en las escuelas). También han aparecido algunos grupos de carácter mesiánico que preocupan a los altos cargos de la iglesia, pues hace una mezcla de la religión con costumbres ancestrales.
Loa actuales acontecimientos están presentándose a la opinión pública como un movimiento de malestar dentro del ejército, para dar paso después a un supuesto enfrentamiento inter-étnico. Así el primer escenario nos presentaba tres facciones en lucha. Por un lado los militares disidentes contra el gobierno, y por otro, la mayoría del ejército, leal al ejecutivo y la policía que también apoya a éste.
El descontento militar viene de lejos, pero conviene contextualizarlo dentro del proceso de transformación que se dio en Timor Leste. El paso de una fuerza guerrillera como el FALINTIL en un ejército regular (F-FDTL) no ha sido nada fácil. La relación directa de la guerrilla con la población, principal sustento de su éxito, no se ha tenido en cuenta cuando se dio esa transformación. Además muchos guerrilleros no pudieron formar parte del nuevo ejército por problemas de salud, y las ayudas que se les dio no lograron asentar su vida civil. Incluso en el nombramiento de oficiales se han cometido errores, así algunos oficiales guerrilleros son soldados rasos ahora y al revés.
Para justificar las demandas de los militares disidentes se manejan excusas sobre el enfrentamiento entre dos campos, los lorasa´e (orientales) y los loromonu (occidentales), o lo que es lo mismo, los firaku versus los kaladi. Estos dos grupos étnicos están ubicados en las zonas orientales y occidentales respectivamente. En el pasado no se encuentran importantes muestras de la rivalidad y enfrentamientos entre ambos grupos, será a partir de la II Guerra Mundial y con el asentamiento de miembros de ambas comunidades en Dili cuando se acentuarán las divergencias, sobre todo en torno al comercio.
Los posteriores movimientos migratorios acentuarán la división de Dili en zonas consideradas como firaku o kaladi. Las diferentes percepciones en torno a la participación de unos y otros en la guerra de liberación nacional presentan a los firaku con un mayor protagonismo en la misma, lo que luego supuestamente le traerá mejores condiciones en el periodo actual, algo que denuncian los kaladi. Sin embargo tras esta cortina de humo se encuentran otros intereses, que aprovechando esas deferencias y la difícil situación económica y social del país, buscan reorientar la política de Timor Leste hacia otros parámetros más neo liberales.
Estos días se han visto también cómo diferentes bandas han cobrado protagonismo aprovechándose de la situación de tensión que se vive en el país. Este fenómeno está directamente ligado a los clubes de artes marciales que proliferaron por el país durante la ocupación indonesia como fórmula de autodefensa de los jóvenes timorenses. Desde la independencia esos grupos se han organizado en torno a la extorsión y al crimen organizado, aprovechándose de la alta tasa de desempleo que asola Dili, los Gorkas, Sagrada Familia o Calimao 2000 tienen su propia agenda de intereses y no dejan pasar la oportunidad de asentarse para lograr ventajas políticas.
El objetivo
Algunos medios de comunicación han situado al primer ministro, Mari Alkatari, en el ojo del huracán y como la fuente de todos los problemas. Esta lectura simplista pretende ocultar los movimientos interesados que se esconden detrás de todos los enfrentamientos. Los ataques estarían dirigidos contra Alkatari desde diferentes frentes, todos ellos muy poderosos. La nueva clase social, una burguesía de nuevos ricos que quiere seguir medrando y beneficiarse de una política más capitalista y de los fondos que de darse un cambio en la dirección del país llegaría a Timor Leste. No perdonan que Alkatari siga defendiendo las bases ideológicas del FRETILIN, a las que presentan despectivamente como «ideas de otra época». O la Iglesia católica que rechaza de plano los intentos del gobierno de no hacer de la religión una asignatura obligatoria en el sistema educativo y que ha amenazado con «salir a la calle» contra Alkatari.
Las maniobras políticas para destituir al primer ministro se dieron también en el congreso nacional del FRETELIN, de los pasados 17,8 y 19 de mayo. El embajador de Timor ante la ONU y EEUU, José Guterres, se presentó para desbancar de la dirección del partido a Alkatari. Este político que se define como «políticamente moderado» y que acusa a la dirección del partido de «utilizar métodos leninistas» sufrió una vergonzosa derrota cuneado los delegados reeligieron a la dirección, con más del ochenta por ciento de los votos.
También las diferencias históricas que ha mantenido Alkatari con el presidente timorense Xanana Gusmao y otros líderes son un factor clave en la presente crisis. No hay que olvidar que mientras éstos defendían un modelo presidencial para Timor Leste, Alkatari apostó por una forma de gobierno parlamentaria.
La política del primer ministro tiene tres prioridades, la educación, la sanidad y la agricultura, y la política que desarrolla se dirige para lograr desarrollar su programa a través de inversiones en el sector público. De hecho, hoy en día la sanidad es gratuita, como lo es la educación primaria y secundaria. Sus acuerdos con Cuba en materia de sanidad y educación le han colocado la etiqueta de «comunista», olvidando sus detractores que en materia educativa hay más colaboradores occidentales que cubanos.
El acuerdo con China, Brasil y malasia en torno al petróleo, tras rechazar un convenio con Australia, que no beneficiaba a Timor Leste, no ha gustado en Sydney, como tampoco gusta en Washington el rechazo de Alkatari a las políticas de «ayudas» del FMI y el Banco Mundial, que a pesar de todo a permitido que el país no tenga una deuda y siga el camino de «venta» de otros países.
La conjugación de todos esos intereses contra Alkatari, junto a las viejas rivalidades políticas y étnicas, ha traído el actual panorama desolador a Timor Leste. Aquellos que esperan la privatización de amplios sectores o la llegada de dinero a través del Banco Mundial para seguir medrando no quieren dejar pasar la oportunidad de dar un giro definitivo al rumbo del país, a costa incluso de acabar con el proyecto original que logró que Timor Leste se independizara tras años de lucha.
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).