Jorge Zabalza («Tambero»), dirigente histórico de la izquierda revolucionaria uruguaya, que integró la dirección del MLN Tupamaros en tiempos del fallecido Raúl Sendic, es ahora uno de los críticos más tenaces de las políticas neoliberales que aplica el gobierno de sus ex compañeros de militancia, José «Pepe» Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro. Con Zabalza hablamos […]
Jorge Zabalza («Tambero»), dirigente histórico de la izquierda revolucionaria uruguaya, que integró la dirección del MLN Tupamaros en tiempos del fallecido Raúl Sendic, es ahora uno de los críticos más tenaces de las políticas neoliberales que aplica el gobierno de sus ex compañeros de militancia, José «Pepe» Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro.
Con Zabalza hablamos del Uruguay de hoy, de los retrocesos en la conciencia popular, de las concesiones a los militares y de las esperanzas que la memoria histórica del pueblo uruguayo resurja para retomar el camino de la liberación nacional y social.
-Cuales son las causas que han llevado a los ex tupamaros a posibilitar entre otras cosas, la presencia del Comando Sur de los EEUU en territorio uruguayo?
-Hay toda una teoría por detrás, que es la de pensar que las Fuerzas Armadas y el status militar pueden servir de base organizativa al desarrollo económico. Un desarrollo, por supuesto, neoliberal. Es decir, la vieja tesis peruanista pero aplicada a otra situación. Estamos a medio siglo del peruanismo y lo que fue el fenómeno del general Velasco Alvarado en el Perú, y aquí hay algunos que están a la búsqueda, muy equivocadamente, de que el ejército uruguayo, que actuó en la represión a nuestro pueblo, adopte un papel político y se sienta parte de la sociedad.
Lógicamente, que ese papel político, los mandos militares, lo ven en función de los dictados del Pentágono y del Comando Sur, en particular. En función de todo ello, ha habido ejercicios militares conjuntos, con la concurrencia de instructores militares yanquis. También la tentativa de crear una base militar yanqui disfrazada de campo de entrenamiento para misiones humanitarias, en la ciudad de Durazno.
Para esto, las tropas del ejército uruguayo aceptan jugar el papel de «rompe huelgas» en el plano de lo que está ocurriendo en la UNASUR con relación a algunas posiciones independientes frente al imperialismo.
Esto viene, desde el primero gobierno de Tabaré Vázquez, cuando se recibió con bombos y platillos al mayor genocida de la historia mundial, George W. Bush, y ahora se sigue refrendando esa posición entreguista. Los ex guerrilleros Mujica y Fernández Huidobro, lo que hacen es utilizar su autoridad moral (que deviene de la sangre derramada por cientos de compañeros) para justificar, ante el pueblo uruguayo, una serie de concesiones y claudicaciones frente a los Estados Unidos.
Se inventan argucias, como que las tropas militares deberían preocuparse de los problemas climáticos, o de vigorizar la intervención uruguaya en las «tropas de paz», y para ello se mantiene la intervención de soldados uruguayos en Haití, que es una vergüenza para todos aquellos que sostenemos criterios de hermandad entre los pueblos latinoamericanos. El papel que juega Fernández Huidobro al frente del Ministerio de Defensa, queda muy claro para la mayoría de la izquierda uruguaya. Nadie se engaña sobre cuáles son sus propósitos. Creo que es cuestión de tiempo, y después que pase el próximo período electoral, seguramente tengamos en Uruguay una nueva base militar estadounidense, pero esta vez, apadrinada por un gobierno que se dice de izquierda.
-Cuáles son las razones para que un pueblo como el uruguayo, que en otros momentos ha dado muestras de resistencia y de lucha, hoy digiera con cierta mansedumbre esta situación?
-Hay un hecho sintomático que ocurrió en los últimos días: el Sindicato de los trabajadores de la bebida (FOEP) obtuvo una victoria ante la patronal, muy digna. Se quebraron las pautas bajadas desde el Gobierno para los Consejos del Salario. Es decir, un Convenio que se basó en un cálculo de inflación de un 7%, mientras el Gobierno propone el 5%, y que además tuvo una recuperación mayor al 10%. Cuando ese sindicato logra un triunfo en el marco de una política salarial que ha sido muy propagandeada por el oficialismo, se les dice «No», los trabajadores deben sacrificarse y tienen que ser responsables, porque las empresas van a bajar los aumentos salariales a los precios y va a derivar en una mayor inflación.
Tengamos en cuenta que este gobierno es el producto de la lucha de los trabajadores desde 1970 en adelante, son muchos años, hay mucha militancia y esfuerzo de la gente para respaldar estos gobiernos. Ahora, la gente sigue luchando en el marco de sus reivindicaciones y necesidades, con la expectativa que tiene un gobierno de izquierda. Creen y están convencidos de eso. A lo cual ayuda el doble discurso permanente del gobierno.
Mientras tanto, la realidad les está mostrando que es un gobierno que actúa de una manera muy subalterna frente al imperialismo, justamente cuando hay países de Latinoamérica que se han levantado frente al mismo, en una actitud muy independiente. Y que se mueve de una manera cómplice frente a las empresas extranjeras, permitiéndoles dirigir el país, y además están subordinando a los trabajadores a las políticas económicas que están fijadas por el Fondo Monetario Internacional.
Desde el punto de vista subjetivo, una buena parte del pueblo sigue teniendo un sentimiento de que se trata de un gobierno nacional y popular cuando la realidad indica que el modelo de país, el proyecto y la forma en que se está haciendo política en el Uruguay es tan de derecha, como podría haber sido en la época de Lacalle y de Sanguinetti. Hay un doble discurso, uno ante las masas y otro hacia el poder económico y político.
-¿Partiendo de ese panorama, cómo cree que deberían trabajar las organizaciones de izquierda que no son sumisas a esta política del Gobierno?
-Es importante observar lo que viene ocurriendo en Europa. Hemos visto pueblos como el griego, el español y el portugués, también prisioneros del doble discurso de gobiernos social-demócratas, y ahora los vemos incendiando todo. Cuando las papas queman, se acaba el doble discurso y aparecen las políticas de ajuste fiscal, el recorte del gasto público, etc.
En el Uruguay, el fenómeno más interesantes es que todo ese modelo que está llevando adelante el gobierno, lo ata cada vez más al mundo capitalista, y en la medida que éste está en crisis se le complica aún más la situación. Creo que lo que ocurrió estos últimos días con el conflicto del gremio de la Bebida (de que el gobierno no aceptó lo que se lograra en la negociación salarial), es el primer indicio de que ya hay una idea de ajuste contra los trabajadores. O sea, la misma receta neoliberal de siempre.
Yo tengo mucha confianza en el pueblo uruguayo, porque hay toda una historia de rebeliones en los años 70, en los 80 contra la propia dictadura y también contra las políticas neoliberales de Sanguinetti y de Lacalle, impidiendo la privatización de las empresas públicas en los años 90.
En algún determinado momento, cuando el gobierno uruguayo se comprometa mucho más claramente con la política neoliberal, y aparezca de una manera muy clara frente a la opinión pública comprometido con lo peor de la historia del mundo capitalista, seguramente el pueblo uruguayo va a reaccionar
Con esta perspectiva, no tenemos que cesar en la denuncia, en la lucha por los derechos humanos (los casos de violaciones a las compañeras durante la dictadura, las torturas en los cuarteles) y cada una de las reivindicaciones de ayer y de hoy (que las políticas sociales que lleva adelante Mujica son un engaño) que haya que hacer. En un momento, la gente se va a despertar y romperá con este modelo.
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