Freddy Quezada era un chico de barrio, inquieto e inteligente. Lo veía en la UNAN1, sentado en las gradas de los pasillos de la universidad, cerca del CUUN2. Creo que fue en 1976. Después supe que era de los movimientos cristianos, un grupo de jovencitos de diversos orígenes sociales que, indignados con la situación socioeconómica de Nicaragua, se oponían al régimen de Anastasio Somoza.
Al radicalizarse la lucha contra la dictadura de Somoza se incorporó al sandinismo. Pero era muy crítico para quedarse en un movimiento inevitablemente centralizado, basado en la obediencia. Era difícil cuestionar las orientaciones que “venían de arriba”. Cualquier rebeldía crítica, tenía un alto costo. Algunos le decían que esa centralización y disciplina eran necesarias para garantizar la victoria contra un enemigo poderoso. Las cosas empeoraron cuando esa centralización se volvió política del “nuevo Estado revolucionario”.
Me contó que, recién el triunfo de la revolución del 79, fue a distribuir papeletas en la plaza llena de gente que gritaba “Dirección nacional3, ¡ordene!”. Él y su grupo alertaban para las inclinaciones autoritarias de la revolución. Fue reprimido y acosado por militantes enfurecidos. Los golpearon y les rompieron las papeletas. Era una señal de lo que vendría, aunque la realidad actual, de dominio total del orteguismo sobre la sociedad, superó la imaginación de los críticos.
Ya hacía un tiempo que había renunciado a cualquier tipo de militancia política, cuando llegó a trabajar al Centro de Investigación y Estudios de la Reforma Agraria4. Una institución, según me dijo una vez, parecida con el centro organizado por David Riazánov5, disidente del estalinismo. En el CIERA se dedicó con ahínco a la investigación social. Hizo investigaciones sobre la situación de los campesinos en las zonas de guerra y los impactos negativos de las políticas agrarias del sandinismo. Eso fue a mediados de los años 80.
En los años 90 se volvió profesor universitario. Daba clases en varias universidades de Managua. En medio de los jóvenes él estaba en su hábitat natural. Leia mucho, principalmente filosofía. Comentaba sus lecturas en las redes sociales. De lejos, lo seguía, y sin él saber, fui haciendo una lista de los libros que comentaba.
Sus alumnos lo respetaban no solo por su conocimiento, sino por su irreverencia contra la arrogancia de la academia y los poderosos. Pero su objetivo era hacerlos reflexionar por su cuenta.
En la rebelión de abril de 2018 se indignó con la violencia del gobierno de Ortega contra los jóvenes. Una experiencia que él había sufrido en carne propia durante el régimen somocista y aún con el sandinismo de los años 80.
Le costó muy caro. Lo despidieron de la universidad. Pensaron que así lo callarían. No pudieron. Siguió escribiendo en las redes sociales. Era un crítico de las barbaridades que el gobierno de Ortega estaba y continúa haciendo, como el cierre de las universidades y de los periódicos independientes. Era el único critico que, estando en Nicaragua, desafiaba con sus palabras al orteguismo. Leía lo que él decía con preocupación. Pensó que el orteguismo, después de haber aplastado la rebelión de abril, no se preocuparía con un viejo profesor jubilado. No fue así. Siempre respetó las opiniones diferentes. Nunca se preocupó en imponer sus ideas y su forma de ver las cosas, porque sabía que hay muchas formas de ver el mundo. Sus pasiones han sido tomar café, la lectura, el cine y la Chica de Ipanema.
Y lo que yo temía pasó. La tarde del 29 de noviembre de 2023 hombres armados y vestidos de civil entraron en su casa.
- ¿Aquí vive Freddy Quezada? –preguntaron
- ¿De parte de quién? –preguntó Freddy, con su voz suave
- ¿Usted es Freddy Quezada? –insistió uno de los hombres
- ¿Si, pero quien es usted? –Preguntó nuevamente Freddy, sin respuesta.
Rápidamente entraron tres policías y sin ninguna orden judicial, le quitaron su cédula de identificación, lo esposaron, le confiscaron su celular y se lo llevaron con rumbo desconocido. Hasta hoy, sus familiares no han podido verlo. Su vida corre peligro. Freddy tiene 65 años. Ortega cambió la ley y una persona puede quedar detenida por 90 días para investigación.
Con miles de exilados, el cierre de los periódicos independientes y la represión violenta a cualquier manifestación, Nicaragua se ha convertido en una gran cárcel. Hoy hay más de 100 prisioneros políticos. Ortega ha violado constantemente los derechos humanos de los nicaragüenses. Su discurso populista, como continuador de la revolución sandinista, ha confundido a las izquierdas en todo el mundo, pero es una mera ideología para ocultar el verdadero carácter autoritario del orteguismo.
Ortega ha querido cambiar la historia, poniéndose como el principal protagonista de la revolución, pero ha encarcelado a sus antiguos compañeros. En febrero, del año pasado, Hugo Torres, uno de los héroes de la insurrección contra Somoza, murió en la cárcel, sin asistencia médica adecuada y sin ninguna acusación. Tenía 73 años.
Como diría mi amigo Freddy, refiriéndose a Ortega: “Quien no te conozca que te compre”.
¡Libertad para Freddy Quezada!
Notas:
1 Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua
2 Centro Universitario de la Universidad Nacional (organización gremial de los estudiantes universitarios)
3 Era el organismo máximo de dirección de la revolución sandinista, compuesto por nueve dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN)
4 El CIERA era un centro de investigación social, que vinculado al Ministerio de desarrollo agropecuario (MIDINRA), tenía cierta autonomía para hacer estudios sobre la realidad nicaragüense. El ministro del MIDINRA era Jaime Wheelock, uno de los nueve comandantes de la revolución. El director del Ciera era Orlando Núñez, politicólogo y especialista en la cuestión agraria
5 David Riazanóv (1870-1938) fue el fundador del Instituto Marx- Engels en la URSS dedicado a reunir y publicar los escritos de Marx y Engels. Fue una de las víctimas del terror estalinista. El 21 de enero de 1938, le hicieron un juicio superficial con falsas acusaciones y lo ejecutaron el mismo día.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.