Es curioso que la dictadura no se percate de que cuando acusa a la Resistencia de un crimen, automáticamente la está reconociendo como un ente beligerante y deliberante. La larga disputa sobre si la Resistencia existía o no termina cuando Micheletti culpa a la Resistencia por un asesinato hartero del que seguramente otros más cercanos […]
Es curioso que la dictadura no se percate de que cuando acusa a la Resistencia de un crimen, automáticamente la está reconociendo como un ente beligerante y deliberante. La larga disputa sobre si la Resistencia existía o no termina cuando Micheletti culpa a la Resistencia por un asesinato hartero del que seguramente otros más cercanos al régimen saben más detalles.
Este problema ha sido tan serio que Porfirio Lobo Sosa ha intentado ignorar a la Resistencia al convocar a un dialogo a algunos de sus miembros por separado. Incluso han convocado a Carlos H. Reyes a pesar de que éste ha sido muy claro en su posición contra el golpe de Estado. Lobo Sosa, en su lucha por ignorar el movimiento popular, lo que ha logrado es que su convocatoria se haya convertido en un circo más.
Micheletti acusa «… la asesinaron (a la hija de una periodista afín al régimen de facto) sicarios de la Resistencia…». Se atrevió a decirlo, por medio de otra calumnia, pero ha reconocido a la Resistencia como su rival directo. No se daba cuenta de que la Resistencia existe gracias a su golpe de Estado. Parece un insignificante hecho, unas palabras más. Pero en realidad encierran mucho. Sin darse cuenta, Micheletti ha admitido que hay un movimiento que resiste contra la acción que el lideró.
Esto ha cambiado un poco el panorama a Lobo Sosa, que en su calidad de sucesor golpista, con toda la ilegitimidad de que está investido, tiene la difícil tarea de llevar adelante a un país que está esencialmente al borde la quiebra financiera. El nuevo Estado necesita mucho oxígeno, porque en este momento no hay dinero siquiera para mantener el clientelismo político, menos aún para echar a andar la maquina de la corrupción. Donde no hay dinero, no es posible «hacer negocios».
Por esta razón Lobo necesita resucitar los envíos de ayuda extranjera. No podemos dejar pasar hechos económicos que son críticos en este momento. Las finanzas públicas llegarán a finales de enero cerca del agotamiento total. Eso quiere decir que la afirmación de Pineda Ponce de que denuncian el ALBA pero no PETROCARIBE tiene un trasfondo económico crucial. En febrero no tendrán dinero para pagar la factura petrolera. Las importaciones no serán posibles, excepto para aquéllos que tienen acceso a moneda «fuerte» o para aquéllos que tienen acceso a crédito.
La casi inevitable devaluación, necesaria por la destrucción de las reservas, se dará en compensación para los exportadores que verán como sus costos fijos bajan en valor mientras sus exportaciones les permiten mayor presencia en el mercado local del dinero. Los importadores siempre aumentarán sus precios en razón de la devaluación. El pueblo, como siempre, solo podrá actuar como víctima en este escenario.
Con un presupuesto sin respaldo, el Estado se convertirá en una especie de caricatura de mal gusto, y la inversión pública no será posible: como nunca antes, nos obligarán a pagar por sus propios pecados. La tabla de salvación es la ayuda extranjera, pero no la de Estados Unidos, porque ese país no es nuestro mayor cooperante.
No perdamos nunca de vista que Estados Unidos es el mayor socio comercial de Honduras, o más bien de los hondureños que pueden hacer negocios. Nosotros, el pueblo no estamos en esa lista. Fijémonos cómo nos manipulan con la teoría de los beneficios, y cómo se inventan indicadores de empleos directos e indirectos que no podemos ver, y mucho menos disfrutar del beneficio del circulante que traen al mercado. La realidad es otra: el dinero es escaso y caro en Honduras. Ni siquiera bajo sus reglas es posible hacer funcionar este sistema.
A raíz de la diferencia de conceptos definida entre cooperante y socio, no basta el reconocimiento de los Estados Unidos. Muchos se preguntan, pero si ya no hay más camino que reconocer a Lobo y echar para adelante, ¿porque no termina esto aquí? Bueno, porque al reconocer los delitos de la dictadura como «daños colaterales aceptables» para mantener su estilo de democracia, estarían debilitando los fundamentos de la existencia de este sistema y generando la nueva guerra fría entre los pueblos que no aceptan ser dominados (rara expresión ésta, ¿existen pueblos que si lo aceptan?) y los países imperialistas que tratan de mantener el sistema neoliberal vigente.
Lobo Sosa necesita una tregua con la Resistencia; si no existe esta tregua, él es la siguiente víctima de la crisis (no olvidemos que la víctima permanente es el pueblo): pero este acuerdo tiene un coste para este señor, entrampado entre la vileza golpista y la realidad política mundial, ese coste debe ser la Asamblea Nacional Constituyente.
Micheletti y sus secuaces deben salir con poco ruido del escenario. Posiblemente los querrán amnistiar antes de que Lobo Sosa se acerque a negociar con la Resistencia. Aquí en el centro del asunto sigue vigente el presidente José Manuel Zelaya, quien poco a poco adquiere una importancia capital para las autoridades neogolpistas cachurecas. Al presidente lo han bloqueado para que salga del país porque no saben qué hacer exactamente: si lo dejan se junta con su pueblo y entonces…, pero si se va arma un revuelo y vuelve a entrar, «quién sabe cómo».
Ojo, aquí hay un momento histórico importante: ¿qué pasa si nosotros dejamos por un rato el proceso que tenemos ahora y comenzamos a trabajar en un paro general nacional para el 11 de enero? ¿Qué sucede si de aquí en adelante comenzamos a exponer teóricamente el paro general de la victoria a través de los medios antigolpistas? ¿Qué va a hacer Lobo Sosa sabiendo el coste político y económico de este paro?
¿No será éste el momento para comenzar a organizar la verdadera lucha popular? ¿Podemos llamar al paro general? En medio de la enorme ola represiva desatada por los fascistas, podemos organizar y promocionar intensivamente la huelga que necesitamos.
Aquí no hay un juicio antojadizo. Se me ocurre que la estrategia nos debe llevar a presionar a Lobo Sosa. Puede ser que él siga el mismo patrón represivo, seguro, eso es lo que deberíamos esperar; los que debemos cambiar nuestra táctica somos nosotros. Debemos presionar hasta el sueño de los golpistas. Además esto trae también de vuelta a la actividad noticiosa a nuestro movimiento.
Pienso que es el momento de comenzar a «hacerle muecas» a Lobo Sosa. Sus cuentas están deprimidas; solo el IHSS tiene un déficit de tres mil millones de lempiras, y ésta es de las instituciones «sanas» del gobierno. Y los golpistas tienen cada vez menos dinero.
Una vez más preguntémonos; ¿podemos nosotros «ayudar» a Porfirio Lobo Sosa a emprender su camino? ¿Qué hacemos, nos quedamos al margen esperando a ver qué sucede o nos convertimos de una vez en el protagonista que hasta el mismo Micheletti ya reconoció?
Las preguntas correctas nos llevan a las conclusiones que necesitamos.
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.