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Moscú busca extender la conectividad de Eurasia hacia el este pero debe convencer a Corea del Norte de que participe

El plan de Rusia y China para Corea del Norte: estabilidad y conectividad

Fuentes: Asia Times

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

La votación unánime del Consejo de Seguridad de la ONU que impuso un nuevo conjunto de sanciones a la República Popular Democrática de Corea (RPDC) enmascara de algún modo el papel esencial desempeñado por la asociación estratégica ruso-china, la «R» y la «C» del grupo de países emergentes «BRICS».

Las nuevas sanciones son muy duras. Incluyen una reducción del 30% de las exportaciones de petróleo crudo y refinado a Corea del Norte; una prohibición de las exportaciones de gas natural; una prohibición total a la importación de textiles norcoreanos (que han aportado al país un promedio de 760 millones de dólares anuales los últimos tres años), y una prohibición mundial de conceder nuevos permisos de trabajo a ciudadanos norcoreanos (existen unos 90.000 trabajando actualmente en todo el mundo).

A pesar de su dureza, estas sanciones quedan muy lejos de las que proponía la Administración del presidente Trump, según un borrador de la resolución del Consejo de Seguridad filtrado la pasada semana. Entre estas estaba la congelación de los activos bancarios y la prohibición de viajar al extranjero a Kim Joung-un y otras autoridades de la RPDC además de otras sanciones al estilo de las impuestas a Irak por las supuestas armas de destrucción masiva. También autorizaba a los estados miembros de la ONU a interceptar e inspeccionar los navíos norcoreanos en aguas internacionales (lo que equivale a una declaración de guerra); y por último, y no por ello menos importante, un embargo total de petróleo.

Rusia y China dejaron claro que vetarían una resolución en esos términos. El ministro de Asuntos Exteriores Sergey Lavrov dijo al secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson que Moscú solo aceptaría un lenguaje basado en «instrumentos políticos y diplomáticos para buscar formas pacíficas de resolución». Acerca del embargo petrolero, el presidente Vladimir Putin declaró que «interrumpir el abastecimiento de petróleo a Corea del Norte puede ser perjudicial para los pacientes de los hospitales y para otros ciudadanos comunes».

Las prioridades de China y Rusia son claras: «estabilidad» en Pyongyang; mantenimiento del régimen; evitar alteraciones drásticas en el tablero geopolítico; evitar una crisis masiva de refugiados.

Ello no descarta que Pekín aplique presiones sobre Pyongyang. Las sucursales del Banco de China, el Banco de Construcción de China y el Banco Agrícola Chino en la ciudad fronteriza de Yanji (en el nordeste) han prohibido la apertura de nuevas cuentas a los ciudadanos de la RPDC. Las cuentas corrientes existentes no han sido inmovilizadas todavía, pero se han suspendido los depósitos y los giros.

De todas formas, para ir al fondo del asunto debemos examinar lo que ocurrió la semana pasada en el Foro Económico Oriental de Vladivostok, apenas a 300 km del lugar de pruebas de misiles norcoreanos de Punggye.

El ferrocarril transcoreano

En agudo contraste con la retórica belicosa de la Administración Trump y de Washington en general, lo que Rusia y China proponen esencialmente son conversaciones 5+1 (Corea del Norte, China, Rusia, Japón y Corea del Sur, más estados Unidos) en territorio neutral, según han confirmado diplomáticos rusos. En Vladivostok, Putin hizo todo lo posible por rebajar la histeria militar y advirtió de que ir más allá de las sanciones sería «una invitación para la tumba». En lugar de eso, él propuso tratos comerciales.

Aunque pasara casi desapercibido por la prensa occidental, lo que ocurrió en Vladivostok fue revolucionario. Moscú y Seúl acordaron una plataforma comercial trilateral, incluyendo a Pyongyang, para invertir a largo plazo en la conectividad entre toda la península de Corea y el extremo oriente ruso.

El primer ministro surcoreano Moon Jae-in propuso a Moscú levantar hasta «nueve puentes» de cooperación: «Esos nueve puentes son los del gas, el ferrocarril, la ruta del Mar del Norte, la construcción naval, la creación de grupos de trabajo, la agricultura y otros tipos de cooperación». Lo verdaderamente significativo es que Moon añadió que la cooperación trilateral tenía como meta la realización de proyectos conjuntos en el extremo oriente ruso. El ministro reconoce que «el desarrollo de esa zona promoverá la prosperidad de nuestros dos países y contribuirá a cambiar Corea del Norte y a crear las bases para poner en marcha los acuerdos trilaterales».

Incorporándose al entente, los ministros de Exteriores de Japón, Taro Kono y de Corea del Sur, Kang Kyung-wha resaltaron la «cooperación estratégica» con Rusia y China.

La geoeconomía complementa a la geopolítica. Moscú también se ha aproximado a Tokio con la idea de construir un puente entre ambas naciones. Eso serviría para unir físicamente Japón a Eurasia y al inmenso carrusel de comercio e inversiones que ofrecen las nuevas «rutas de la seda» (la llamada iniciativa «Belt and Road») y la Unión Económica Eurasiática (UEE). También complementaría el plan de unir el Ferrocarril Transcoreano con el Transiberiano.

Seúl quiere una red ferroviaria que le conecte físicamente con el inmenso territorio eurasiático, algo que, desde un punto de vista empresarial, resulta absolutamente lógico para la quinta mayor economía exportadora del mundo. Obstaculizada por la incomunicación de Corea del Norte, Corea del Sur se encuentra realmente aislada de Eurasia por tierra. La solución es el Ferrocarril Transcoreano.

Moscú está muy a favor del proyecto y Putin ha señalado que «podríamos transportar el gas ruso hasta Corea e integrar las líneas eléctricas y los sistemas ferroviarios de Rusia, la República de Corea y Corea del Norte. La puesta en marcha de estas iniciativas sería no solo económicamente beneficiosa, sino que además contribuiría a crear confianza y estabilidad en la península de Corea».

La estrategia de Moscú, como la de Pekín, es la conectividad: la única forma de integrar a Pyongyang es incluirla en proyectos de cooperación económica mediante la conexión transcoreana-transiberiana, gaseoductos y el desarrollo de los puertos norcoreanos.

La delegación de la RPDC en Vladivostok parecía estar de acuerdo. Pero todavía no. Según el ministro de Asuntos Económicos Exteriores Kim Yong-Jae, «no nos oponemos a la cooperación trilateral (con Rusia y Corea del Sur), pero en estos momentos no nos encontramos en una situación adecuada para implementarla».

Eso quiere decir que para la RPDC, la prioridad es la mesa de negociaciones 5+1.

Aún así, el punto fundamental es que tanto Seúl como Pyongyang asistieron a Vladivostok y hablaron con Moscú. Seguramente, el asunto crucial -el armisticio que aun no ha concluido con la Guerra de Corea- debe ser abordado por Putin y los coreanos, sin Estados Unidos.

Mientras el juego de las sanciones sufre sus altibajos, la estrategia general de Rusia y China es obvia: impulsar la conectividad de Eurasia. La cuestión es cómo convencer a Corea del Norte para que participe.

Fuente: http://www.atimes.com/article/russia-china-plan-north-korea-stability-connectivity/

El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se cite a su autor, a su traductor y a Rebelión como fuente de la traducción.