El expresidente de Uruguay José «Pepe» Mujica ya había avisado a principios de este mes que dejaba su banca en el Senado para tomarse licencia «antes de morir» y, fiel a su palabra, el exmandatario, que gobernó entre 2010-2015, renunció este martes 14 a su escaño para acogerse a la jubilación, aunque prometió continuar militando […]
El expresidente de Uruguay José «Pepe» Mujica ya había avisado a principios de este mes que dejaba su banca en el Senado para tomarse licencia «antes de morir» y, fiel a su palabra, el exmandatario, que gobernó entre 2010-2015, renunció este martes 14 a su escaño para acogerse a la jubilación, aunque prometió continuar militando en política.
La curul de Mujica, que en 2014 fue electo senador en el primer lugar de la lista del Movimiento de Participación Popular (MPP) de la coalición centroizquierdista Frente Amplio, será ocupado ahora por Andrés Berterreche, ingeniero agrónomo y exministro de Ganadería.
Su renuncia es anunciada como parte de un plan de renovación del MPP a fin de facilitar el recambio de los cuadros políticos. El primero en alejarse de su banca fue el exsenador Ernesto Agazzi en diciembre del año 2016. También se preveía que Lucía Topolansky abandonara la banca, pero la renuncia de Raúl Sendic a la vicepresidencia de la República provocó que la exprimera dama pasara a ocupar ese cargo.
Poco antes de renunciar a su banca, José Mujica criticó por televisión las políticas sociales del gobierno y apuntó a que esa falencia es la causa del crecimiento de los delitos violentos en el país. «Hay que trabajar más desde el punto represivo, pero hay que afinar más en lo social» y añadió que se necesita «menos asistencialismo y más promoción de la gente joven».
Más tarde, y mientras los analistas lo señalaban como el gran elector del candidato presidencial del Frente Amplio para las próximas elecciones, fue entrevistado en un programa radial, donde dijo que las políticas sociales «no han dado resultado» y que «asistir no equivale a convencer». «No le puedo pedir a la Policía que arregle el problema de por qué tanta gente joven agarra para el crimen», argumentó,
Dijo que la clave para solucionar los problemas de seguridad pública está en la educación. «Yo creo que hay que rodear a la escuela, promover mucho en la escuela, hay que darle importancia a la relación, porque el hecho que más sorprende es que en la masa de gente carcelaria, hay una inmensa mayoría de gente joven que apenas ha terminado la escuela»
«Creo que la promoción cultural es parte de las soluciones de fondo, pero los problemas complejos son multicausales», explicó, y añadió que «además nos toca vivir en una cultura superconsumista y tendemos a querer riqueza ya por todas partes, y seguramente esto también está golpeando en el acervo cultural de mucha gente».
La oposición lo saludó con respeto. El senador nacionalista Luis Alberto Heber señaló:»Lamento el alejamiento del señor senador Mujica porque es una figura de referencia importante en el espectro político nacional y de gran influencia en la fuerza de gobierno. Naturalmente, está bien que su tiempo libre lo dedique a descansar, no a trabajar en contra de nuestro partido y a favor de su fuerza política».
Es la duda, temor y preocupación de muchos: ¿Mujica dejará su banca en el Senado para dedicarse a hacer campaña? Él ya descartó presentarse como candidato a los 83 años, pero no hay dudas que será una pieza fundamental de la campaña del Movimiento de Participación Popular (MPP).
Luego de afirmar que quedó en «shock» tras leer la noticia de que Mujica dejaría el Senado, el senador José Amorín Batlle (Partido Colorado) dejó constancia de que lo van a «extrañar» en el Parlamento y luego lanzó su sospecha de que el expresidente hará campaña de cara a las elecciones del 2019. «Estamos seguros de que lo seguiremos viendo por televisión y de que nos cruzaremos en la campaña», indicó.
Pepe Mujica ya tramitó su licencia para viajar la semana próxima a Europa, a presentar la película de Emir Kusturica «El Pepe, una vida suprema» que comenzó a filmarse en abril de 2013. En la misiva de renuncia, enviada a la presidenta del Senado, Lucía Topolansky, le solicita que acepte su desistimiento al congreso, expresándole que «mientras mi mente funcione, no puedo renunciar a la solidaridad y la lucha de ideas».
«Le solicito al cuerpo que usted preside, aceptar mi renuncia al cargo de Senador. Los motivos son personales, diría cansancio de largo viaje», agregó en su carta de despedida.
Una vez anunció Mujica que tomaba un curso para aprender a callarse la boca, pero los medios de comunicación uruguayos registran un centenar de entrevistas desde 1994 hasta 2015, con los vaivenes de su discurso, sus ideas originales, su pirotecnia, su trayectoria política y su actitud como presidente: «Sigo pensando que el Estado jamás puede ser neutral», «hay que ser prudente con el poder para ser más justo», «la derecha asegura el conflicto social».
«Vive como piensas, o pensarás como vives», repite siempre. «Una vez alguien me preguntó quién era mi jefe de marketing. Parece que no perdonan que uno sea como es. Se ha hecho tan irreal este mundo que parece que todo debe tener una imagen cultivada», señala.
A la chacra de José Mujica en las afueras de Montevideo llegan micros de turistas de distintos rincones del mundo para intentar conocerlo. Pepe y su compañera de lucha y de vida, Lucía Topolansky (actual vicepresidenta del Uruguay), viven con sencillez y sobriedad. Mujica odia la palabra «austeridad» porque dice que es utilizada para reducir derechos y dejar sin trabajo a la gente.
Nadie podía vaticinar que aquel diputado que llegaba al Parlamento en moto, vestido de vaqueros, iba a lograr que el Movimiento de Participación Popular (MPP) pudiera arrasar en las elecciones internas del Frente Amplio y acceder, con él a la Presidencia.
Saludando su ¿retiro?, surgen en los medios frases y definicionss de un político singular, exguerrillero, filósofo de a pie. «Soy un viejo manso pero no amansado»,
«Si vas a estar de señor pacato, más vale que no pelees por el gobierno», «Somos socialistas convictos y conversos», «La gran pregunta es: ¿el hombre tendrá capacidad de reaccionar o va hacia un abismo?», «¿En qué termina este modelo de civilización que lo depreda todo, contamina el agua, la tierra, el aire, genera desperdicios explosivamente?»
Siendo Presidente, confiaba: «Siento los golpes todos los días en los riñones, porque uno pone la carita del gobierno. Yo rescato el derecho a opinar, cuando hay que tomar decisiones me alineo con el gobierno, pero tengo la conciencia para opinar, y a veces me puedo equivocar.» «Estoy harto de que se hable sólo de lo financiero, no hay economía viable con este sistema de crédito», les decía a su equipo económico.
«A todos mis compañeros de gobierno les quisiera trasmitir en dos palabras por dónde pasa ese desafío: la estética de hoy es la ética. La ética tiene que ver con desde lo que ganás a cómo vivís, a cómo atendés a la gente, a cómo te rompés el alma por la gente.»
«Las luchas del socialismo son más justificables que nunca, lo que está en tela de juicio son los caminos, pero hay miedo de agarrarse a los roscazos con Lenin. La izquierda ha perdido audacia de una forma que no tiene gollete. (…) Llegó el momento de tener visión crítica y autocrítica, pero también tener visión creadora», dijo en su último discurso en Buenos Aires.
«Pelear por la democracia no es sólo pelear para votar de vez en cuando, o elegir un gobernante. Desde el punto de vista del progreso humano, es luchar utópicamente por una civilización mejor. Si mejoráramos el reparto, si nos pusiéramos absolutamente equitativos, pero siguiéramos en la espiral del progreso que está planteando el capitalismo, seguimos en la misma», añadió.
«Esta realidad de profunda desigualdad que nos golpea se evidencia en que 35 personas poseen más riqueza que el 50 por ciento de la humanidad», explicó.
Brasil
Mujica, que ya había estado en la celda de Curitiba con su amigo Luiz Inácio Lula da Silva («el pacificador de las contradicciones del Brasil», dice que lo vio bien, «más delgado, siempre con su temperamento jocoso, por un lado, y también horrorizado por lo que está pasando en Brasil desde el punto de vista de la enajenación del patrimonio del Estado y la transformación de la legislación laboral».
«Lula considera que todo este episodio, que incluye la destitución de Dilma, es parte de un proyecto para cambiar las condiciones del país. Para que si un día vuelven dirigentes progresistas al gobierno, se encuentren prácticamente maniatados por compromisos establecidos a largo plazo a nivel internacional. Temperamento jocoso pero pensamiento bastante trágico. Lula es el único que está en condiciones de permitir que Brasil vuelva a su natural alegría de vivir.
El odio
«Les tengo bronca al odio y al fanatismo. Una cosa es la pasión y otra cosa el fanatismo. El odio es como el amor, ciego. El amor tiene la ventaja de que es creador, reproductor. El odio es destructivo. Si uno vive mirando para atrás intentando cobrar o algo por el estilo cuentas incobrables y no se embebe hacia el futuro queda como dando vueltas a una columna. La naturaleza es sabia. Estaría bárbaro que nos hubiera puesto un ojo atrás para cuidarnos la espalda. Pero nos puso dos ojos para delante: la vida es mañana, es porvenir. Tengo recuerdos de dolor y de angustia.»
«¿De qué me arrepiento? Ufff. Tengo un montón de cosas. De lo que más me arrepiento es de la falta de velocidad para disparar. Me comí la cana (fui preso) porque me agarraron. Tendría que haber corrido un poco más rápido. Una falla atlética».
Argentina está jodida
En julio último, Mujica se solidarizó con las mujeres argentinas que luchan por el aborto legal. El ex mandatario, que legalizó la interrupción voluntaria en su país, señaló que la sociedad es «cínica» porque prohíben el aborto «como por si tenerlo prohibido lo vamos a evitar». Y les pidió a los hombres «que no entienden» que «se callen la boca», en un video, con un pañuelo verde (símbolo de la campaña por la legalización) en la mano.
«Soy uruguayo; o sea, un argentino al que patearon del puerto de Buenos Aires. Ésa es la historia verdadera y no me conviene hablar mucho de cómo veo a la Argentina. Lo que puedo decir con preocupación, por historia, es que cuando a la Argentina le va mal a nosotros nos termina golpeando fuerte. Lo que más me asusta es esto del endeudamiento, porque después hay que pagar en algún momento y sé lo que pasa. Esta historia se repite»
«También estoy aburrido con la repetición de que la Argentina está fundida. Y no, no está fundida. La Argentina está jodida pero no está fundida. Porque después reflota. Tiene la desgracia de tener demasiados recursos naturales y cae en el despilfarro, pero es mi pueblo. Me duele»
Crisis ética
«Pensábamos que el mundo cambiaba modificando las relaciones de producción y de distribución. Cambiando la estructura parecía que tendríamos un hombre distinto o mejor. Y no nos dimos cuenta tal vez de que un sistema es a su vez generador de una cultura que le es funcional a largo plazo. Hemos sustituido las viejas religiones por la nueva religión, que es el mercado.
«Eso es más fuerte que los ejércitos y que las cuestiones de fuerza, porque es una cultura tácita, subliminal, que está jugando en el seno de todos los hogares. Entonces hay millones que salieron de pobres que demandan más y son prepotentes, potenciales consumistas. Y nos parece que eso es equivalente a ser más felices.
«Lo que pasa que esta cultura nos lleva de la mano, por un lado al despilfarro de medios que terminan siendo bastante superfluos y por otro a no atender necesidades vitales que una parte central de las poblaciones tiene. Si los africanos pudieran comer como los perros europeos no estarían peleando con la muerte… ni ahogándose en el Mediterráneo.
«Acá hay una profunda cuestión ética, y la política hace mucho que la abandonó las preguntas más elementales y se transformó en un apéndice de la econometría: ¿es más feliz la gente? ¿Nos preocupamos de eso, o nos preocupamos solo del desarrollo? Es muy discutible que estemos mejor porque haya aumentado el PBI. ¿Es más feliz la sociedad japonesa que los muy poquitos aborígenes que quedan en la Amazonia?
«Tenemos una única riqueza, que es el milagro de estar vivos, pero la vida se nos va y no hay supermercado que nos venda años de vida. Cuando compramos algo no compramos con plata, compramos con el tiempo de nuestra vida. El mundo nunca produjo más que hoy en día pero ha crecido la desigualdad como nunca.
La alternativa
«Es muy difícil imaginar cómo se construye una correlación de fuerzas que implique desaprender muchas cosas que son parte del sentido común de nuestras sociedades y construir un paradigma que busque un equilibro entre el yo y el nosotros. Somos antropológicamente gregarios, necesitamos de la sociedad. Lo que ha construido la civilización es la consecuencia de haber vivido y erigido sociedades. Todo el progreso que nos rodea es consecuencia de esa construcción. La civilización es la solidaridad intergeneracional. Pero somos individuos».
«La política está para amortiguar los conflictos que tienen los individuos cuando construyen la sociedad. Da para discutir mucho. Bien, yo no puedo cambiar el mundo. Lo que puedo ir es educando gente para que no sea tan estúpida y la lleven enganchada de acá (se toca la nariz). Hay que pelear en esta vida para que no te lleve esta cultura que te transforma en un pagador de cuentas. Tener libertad es tener tiempo libre para hacer lo que a vos te gusta.
«Siempre desconfié que América Latina iba a ingresar en un período de retroceso. Yo tengo una interpretación pendular de la historia humana. Se habla de izquierda recién a partir de las divisiones en la Revolución Francesa. Pero la sensibilidad hacia el dolor de los más débiles no es moderna. Es tan vieja como que el hombre anda arriba de la tierra ha estado en una lucha permanente. Por eso esta ola reaccionaria va a fracasar, nunca va a triunfar definitivamente, porque la nuestra tampoco triunfa definitivamente.
«No hay derrota porque tampoco hay triunfo definitivo. La lucha es ir sumando escalones a favor de la civilización humana. Creíamos que luchábamos por el poder. En realidad nuestra lucha es por mejorar el contenido de esa herencia que se llama civilización.
«Hay que pensar que por nuestras imperfecciones son inevitables los conflictos en las sociedades. Entonces, el capital de la tolerancia para convivir no es, como pudimos pensar en una época, un subproducto liberal de la burguesía, sino un valor para el género humano, frente al cual no hay que retroceder, sino que hay que defenderlo. Casi diría que es la cosa más esencial que pueda tener la idea de democracia ¿Cómo convivir en democracia si no soportamos las diferencias que se dan en la convivencia?
«No es lo mismo la burguesía fundadora, cuáquera, que hace mítico el trabajo y el ahorro como orgullo nacional; que la burguesía acumulativa y especulativa de nuestro sistema financiero contemporáneo. No son lo mismo, hay diferencia por más que pertenezcan a la misma clase, ¿verdad?
«El capitalismo ha sembrado una idea de progreso permanente que está ligado al mejoramiento económico para consumir más cosas, entonces mejorar significa consumir más. Entonces se creó la idea de que el progreso no tiene nunca fin. Ahí surge la otra pregunta: ¿en ese progreso el hombre es más feliz? Si la gente tiene 20 o 30 años tiende a creer que si tiene más cosas es más feliz, o si tiene más poder, más fama o más plata, es más feliz. Pero cuando empieza a pasar los 50, los tipos empiezan a pensar distinto.
El declive progresista
«Pienso que algunas causas fundamentales en el declive de los gobiernos progresistas están en el agotamiento de las posibilidades que da el propio sistema y no haber podido superar las contradicciones del propio sistema. Y algo muy importante, no haber establecido una batalla en el campo de la cultura, una batalla que sustituya la cultura del consumo.
«En una época pensamos que cambiando las relaciones de producción y distribución cambiaba matemáticamente la sociedad, grave error, sabemos que la cultura cumple un papel determinante, cada vez más, y nosotros no participamos en afrontar esa batalla cultural. Los dirigente padecimos lo mismo (…) nos sentamos en la misma mesa en que se sentaban ellos. Y al final de tanto negociar y tener que acomodar el cuerpo, creo que le trasladamos confusión a la gente.
«Hay un péndulo histórico hacia la derecha que está afuera de América Latina, está en el mundo… No me impresionan los discursos ultraderechistas, lo que me impresiona es la gente que sigue esos discursos, que no son marcianos, son parte de la sociedad americana y europea, potencias mundiales… Cuando escucho a los que votan contra Merkel como si Merkel fuera un epicentro de la revolución mundial, me preocupa. ¡Por favor! ¿Ha salido algo como para pensar que Merkel es una revolucionaria? Estamos en un momento complicado de la coyuntura mundial y eso también influye en América Latina.
» Esto, a mi juicio, es una consecuencia no buscada del efecto que tiene el auge de la globalización con el auge de la economía transnacional, que está produciendo, entre otras cosas una concentración de la riqueza de carácter pavoroso, acentúa la desigualdad. No es que multiplique la pobreza, multiplica la distancia entre ricos y pobres, la desigualdad.
Venezuela, la integración
«¡No tienen ningún derecho a meterse con Venezuela!, pero además esto es muy sarcástico, porque los errores y los motivos son muy de ellos y son ellos los que lo tienen que solventar, y, ¡qué joden con la democracia en Venezuela y no dicen una sola palabra de lo que pasa en China … o en Arabia Saudita. Pero sobran ejemplos para señalar a Venezuela, pequeñas verrugas al lado de los desastres que se han provocado en el mundo.
«Ahí no dicen nada, porque son potencias que influyen en las decisiones del mundo de hoy las que cometen esos desastres. Entonces no puedo considerar la tolerancia de Estados Unidos con algunos países que son sus amigos. Es una política bastante cínica la de utilizar los derechos humanos. ¡No me jodan! ¿Los derechos humanos? Si vemos en los últimos años, Estados Unidos y sus aliados tienen un balance nefasto.
«Donde intervinieron no hay otra cosa que desastre, desarticulación: Afganistán, Iraq, Libia, Siria… ¡Mira lo que hicieron! Apuesto que el modelo que tienen de paz en Siria es la balcanización, hacer lo que hicieron en Yugoslavia, balcanizarla, aprovechar una Siria chiíita, otra sunita, Kurdistán y después atomizados utilizarlos de uno en uno…
«Venezuela por varias cosas, pero además está todo lo que sembró Chávez, todo, el más colosal batallador por la integración latinoamericana, sin duda. El gobierno más generoso que he conocido en la historia política en los años en que puedo medir la historia de América Latina.
«América Latina lleva una tragedia a cuestas. Tiene la tragedia de ser el 10% de la economía del mundo, de no tener masa crítica para nada, de que haya fracasado por ahora la integración. La integración es un imperativo de la necesidad. No tenemos posibilidad de pesar en la balanza del mundo por falta de masa crítica, porque no podemos crear un sistema de investigación que nos dé libertad en la creatividad, porque ni siquiera tenemos el manejo de ciertas tecnologías, porque nuestras universidades están divorciadas entre si y compartimentadas de país en país, porque nuestros investigadores son pocos…
«Todo eso nos obliga a la integración. Pero además, en este mundo ¿quién nos va a tener en cuenta separados? ¿Cómo negociar con China o con los países de Europa? ¿Países como Ecuador o Uruguay van a negociar en igualdad con China? Recogeremos, lo que dé para recoger en determinada coyuntura, pero nunca en términos de igualdad, porque no pesamos. Una cosa es que el Canciller de Ecuador, de Uruguay, etc., vayan cada uno a hablar solo. Otra es que vaya uno en nombre de toda América Latina
«Nuestra tragedia es la balcanización. Por otro lado, tenemos a nuestro favor un paquete de recursos naturales muy valiosos. Probablemente somos el continente reserva más importante que tiene el mundo, pero vamos a tener grandes desafíos. El mundo sigue creciendo locamente, y en ese marco, la integración pasa a ser la prioridad cronológica más importante de nuestros días
«La posibilidad de integración la tuvimos cerca, pero nos quedamos embebidos en nuestros proyectos nacionales, en nuestras respectivas preocupaciones. Esta fue la mayor falla de los gobiernos progresistas y es medio cruel decirlo, pero hay que decirlo para que las generaciones de progresistas que vienen lo tengan claro, y cometan sus errores pero no los nuestros. Más, diría, para mí esto de la integración es sine qua non.
Obviamente, sólo abandonó su curul de senador. Y prometió, a sus 83 años, seguir militando en política, y quizá cultivando flores en su chacra de Rincón del Cerro, junto a la escuela agraria para 60 jóvenes alumnos que impulsó y que depende de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU).
Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.