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Honduras

El pueblo no denuncia el tratado de la ALBA

Fuentes: Rebelión

Gregorio Selzer (renombrado periodista argentino, ya fallecido), escribió en 1983 un libro titulado «Honduras: Republica Alquilada«; pasó Selzer un momento difícil a la hora de nombrar su libro; el quería llamarlo «Honduras una Republiqueta», pero al final su estrecha amistad con hondureños en México lo hizo cambiar el titulo de la obra. Hoy día seguramente […]

Gregorio Selzer (renombrado periodista argentino, ya fallecido), escribió en 1983 un libro titulado «Honduras: Republica Alquilada«; pasó Selzer un momento difícil a la hora de nombrar su libro; el quería llamarlo «Honduras una Republiqueta», pero al final su estrecha amistad con hondureños en México lo hizo cambiar el titulo de la obra. Hoy día seguramente seria improbable ese cambio de titulo.

Durante su última función el congreso nacional hizo gala de su gran calidad circense. Como si se tratara de una piñata le dieron garrotazos de todo tipo al pueblo de Honduras. Destruyeron la Ley de Participación Ciudadana, denunciaron el Tratado de la Alba, y ungieron al criminal «transportista» como diputado de por vida, como si los 28 años previos no fueran suficiente muestra de la incapacidad de este sujeto.

Repartieron la nacionalidad hondureña como si fueran dulces a personajes que ni siquiera habían solicitado tal condición. El marco majestuoso donde se reunieron muchos consumidores de botox que representan algo así como el respaldo moral de los golpistas y sus fechorías albergó al grupo Unión Cívica Democrática, que seguramente se convertirá, en un futuro no muy distante, en el partido único de la derecha en Honduras.

La denuncia del tratado de la ALBA es un hecho atroz, pero ilegitimo. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América es ese: una alianza de los pueblos, y el pueblo hondureño no ha denunciado ese tratado; tampoco le hemos dado la potestad a ese grupo de alimañas en el congreso golpista para que actuara en representación nuestra.

Es posible que existan confusiones sobre el papel y la condición de cada grupo activo en la sociedad hondureña. Ha estado claro que la comunidad internacional no reconoce al gobierno golpista ni las elecciones patrocinadas por este (por mucho que El Heraldo, La Prensa y otros medios golpistas se empeñen en decir que el reconocimiento es creciente).

Lo que no parecen tener claro los golpistas, incluido el «dictador electo» Porfirio Lobo Sosa, es que nosotros, el pueblo hondureño en resistencia no reconocemos al gobierno de facto; no reconocemos al congreso golpista; no reconocemos las elecciones espurias, y no reconocemos el gobierno resultante de ese repugnante proceso.

Cuando los golpistas denuncian a la ALBA, lo hacen ha titulo propio; lo hacen como pandilla; en condición de la mara más perniciosa que conoce la historia de América Latina. Nosotros seguimos siendo miembros del tratado de los pueblos bolivarianos. No hay manera de que estos bandoleros puedan hablar en nombre nuestro; sus acciones son ilegales e ilegitimas. Sabemos que su capacidad intelectual no se compara para nada con su gran inmoralidad, y que lo que hacen es cumplir las órdenes de sus amos.

Por eso pedimos a los pueblos de la Alianza Bolivariana que no olviden que nuestro pueblo sigue siendo activo miembro de esta instancia internacional, y que aun tenemos representantes en ella. Cuando culmine el término de gobierno del Presidente Zelaya, debemos buscar un mecanismo de representación que garantice la voluntad del pueblo. No debemos olvidar que el «transportista» y los idiotas que lo rodean son pasajeros, quizá fugaces; nuestro pueblo estará aquí por siempre.

Lo único que deben hacer estos cuatreros es entregar cuentas de lo que hicieron con los recursos que surgieron de la solidaridad generada por este tratado para nuestro pueblo. Hay que revisar los mecanismos internacionales disponibles para que reintegren de inmediato todo lo que encontraron, y no está en las arcas del estado.

Además, los golpistas deberán pagar compensaciones a todos los hondureños que dejaron de recibir atención oftalmológica de la operación milagro; deberán pagar a aquellos compatriotas que dejaron de alfabetizarse con el método «yo si puedo»; deberán indemnizar a todos los que dejaron de beneficiarse de los proyectos que se hubieran producido con los fondos de la ALBA.

Y todo esto deberán hacerlo en apego a las leyes internacionales; la justicia hondureña es solo un mito del que la mayoría sabemos solo funciona a favor de los que se oponen a nuestras aspiraciones; de los que nombra héroes a los asesinos porque piensan que nuestros muertos son, en el mejor de los casos un «mal necesario», y por lo tanto es incapaz de sancionar con justicia a estos sujetos.

Recuerden hermanos de América Latina, de los países miembros de la ALBA, nuestro pueblo, sigue siendo morazanista, bolivariano y martiano, seguimos siendo parte de este proceso liberador que se ha iniciado. Y no se trata de que existan dos Honduras; solo hay una donde unos cuantos criminales han tratado de secuestrar la soberanía de un pueblo; y donde ese pueblo resiste y avanza sin descanso la resolución de estos problemas.

El 25 de agosto del 2008 acudimos en masa a presenciar el momento histórico en que por fin algo que sucedía en la casa de gobierno iba a favor del interés de las mayorías; hoy nuestra condición de miembro de la ALBA es un asunto de soberanía popular, una bandera de lucha del pueblo en revolución; ese pueblo que avanza hacia la toma del poder en este país.

La denuncia, ilegal e ilegitima, no es mucho más que las otras payasadas en la ultima reunión de los «chabacanos de la patria»; tiene tanta validez como la declaratoria de héroe para el «transportista», en consecuencia los hermanos del continente deben seguir considerando a nuestro pueblo como una parte integral de esta gesta soberana.

Caminamos, corremos, arrastramos los pies pero no dejamos de luchar. En esto contamos con la solidaridad de todos; los pasos ya se dan en todas partes del país; las banderas surgen y el pueblo, más temprano que tarde estará dirigiendo los destinos de este saqueado país.