«La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino» Simón Bolívar «Yo soy Miguel Ángel Vásquez Corrales, tengo 20 años y desde los 10 estoy en la lucha por la tierra, a Puerto Grande, en la Península de Fonseca, en Honduras. Mi abuelo y toda mi familia, […]
«La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino»
Simón Bolívar
«Yo soy Miguel Ángel Vásquez Corrales, tengo 20 años y desde los 10 estoy en la lucha por la tierra, a Puerto Grande, en la Península de Fonseca, en Honduras. Mi abuelo y toda mi familia, somos pobres, desde el principio, participamos en la búsqueda de la justicia por la propiedad de la tierra, la forma más sana de actuar para seguir viviendo en un área que mis antepasados pisaron por primera vez hace 300 años», me está contando este muchacho alto, con la piel cobriza, con una sonrisa sincera y una mirada decidida.
Miguel Ángel es el secretario del grupo de campesinos de Puerto Grande y coordinador del movimiento de comunicación del grupo, en el momento que desde mediados de abril en el territorio en cuestión, funciona una radio comunitaria «La Voz de Zacate Grande».
«Desde el principio, nosotros, del movimiento para la recuperación de tierras, estábamos seguros de que el único enemigo que quiere suprimir la posibilidad de cultivar la tierra fue y sigue siendo el camaleón latifundista Miguel Facussé», continúa su testimonio Miguel Ángel.
«Desde el comienzo de la lucha, el viejo camaleón eligió a una persona clave en un intento de destruir la fuerza moral del grupo de nosotros, una mujer que se llama Nerys Medina y su familia, que, aunque son miembros de la comunidad, nunca quisieron cultivar la tierra que ocupaban y se dedicaron a desmoralizar a los espíritus más militantes».
«Rápidamente, el viejo camaleón, gratificando muy bien su «agente», le ha permitido pasar de nuestra área muy pobre en el pueblo más cercano de San Lorenzo, donde se dedica a la exportación de camarones y de otras cosas tal vez más provechosas … … dado su alto nivel de vida», dice Miguel Ángel.
La famosa frase del antiguo romano César, «divide y vencerás», es el eslogan central del viejo camaleón, que quiere crear una guerra entre los pobres, entre los miembros de una misma familia, apostando a que van a matarse entre ellos y permitiendo que él se quede dueño de todo, con el fin de seguir construyendo su ambicioso complejo turístico en cerca del mar, sobre tierras que ahora están ocupada por los habitantes de Puerto Grande.
Recordamos que para los viejos camaleones sin escrúpulos, la vida humana no vale mucho, o mejor dicho, absolutamente nada, son varios centenares de agricultores pobres que participan en la eterna lucha por la supervivencia.
Facussé, consagrado a presentar una imagen mediática, como si se tratara de un defensor de la unidad de la familia hondureña, realmente se dedica a crear desestabilización profunda de los habitantes de la Península de Fonseca.
Así, a raíz de este plan cínico y brutal, el domingo, 20 de agosto 2010, provocó un enfrentamiento entre el pueblo de Puerto Grande y hombres al servicio del terrateniente sin escrúpulos, miembros de las mismas familias: los asalariados de Facussè intentaron entrar en el recinto de los ocupantes para reclamar el espacio cultivado para la construcción de un supuesto Colegio que Facussé regaló al alcalde de la zona.
Miguel Ángel es una víctima de esta guerra: vive con su abuelo, que nunca abandonó su posición, pero al revés, algunos hijos de su abuelo, se encuentran entre los opositores más salvajes del movimiento de los campesinos.
«Imagínese que mi tío era el conviviente de Neri Medina, ella ahora vive con un tal Agurcia, con quien dirige el grupo controlado por Facussé», me dijo Miguel Ángel.
«Dos o tres de mis tíos nunca antes había apoyado la lucha de hecho, pero nunca se habían atrevidos a irrumpir en nuestra casa y amenazar de muerte a su padre y a su sobrino. Mi abuelo vive con algunos nietos, necesita la tierra para alimentarnos a nosotros los jóvenes y no quiere renunciar a su derecho ancestral a vivir con un trabajo honesto, sin pedir limosna a nadie». «Mi tío, Alonso Corrales es un psicópata violento, el domingo vino a la tierra acompañado de gente agresiva, probablemente bajo la influencia de drogas: gritaban que había que abandonar la zona, nos amenazaban con el machete. En este momento actuó Ethel Morales, una compañera que había cultivado el maíz en este parcela, claramente molesta porque le estaban pisoteando su cosecha», me dijo Miguel Ángel.
«El jefe de los violentos, Rodolfo García apuntó con un machete en el cuello del compañero Jesús Antonio Castillo y con la otra mano suena un golpe fuerte con un bastón en la cabeza de la compañera Ethel: ella cae al suelo inconsciente, con una profunda herida sangrante. Hasta ahora, la sangre no había manchado la nuestra tierra», dice enojado Miguel Ángel.
«En este momento, los uniformados, que desde un principio habían acompañados a los atacantes, garantizando sus impunidad, defienden el culpable de la herida de Ethel, para evitar nuestra reacción defensiva justificable: la policía se vio obligada a quitarse la máscara y mostrar una vez más que no está al servicio del pueblo, sino del poder».
«Cuando la gente vio que no pueden llegar a medir el terreno para el famoso colegio, se ven obligados a retirarse, pero mis tíos sigue amenazándome de muerte, con el famoso Agurcia. Con esta vez, ya son cinco o seis veces… .. o tal vez más, perdí la cuenta, que mi propia familia me apunta la pistola en el pecho», me dijo Miguel Ángel decepcionado, pero decidido a continuar la lucha hasta las últimas consecuencias.
Ida Garberi, periodista defensoresenlinea.com
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.