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Honduras

El reto de derrotar la dictadura

Fuentes: Rebelión

Hace ya muchos días la oligarquía tomo la iniciativa de salirle al paso a las intenciones del presidente Zelaya de propiciar una apertura para garantizar la expresión de las mayorías sobre los asuntos mas importantes de la vida nacional. En los primeros dos meses después del golpe, los días pasaron como horas y las horas […]

Hace ya muchos días la oligarquía tomo la iniciativa de salirle al paso a las intenciones del presidente Zelaya de propiciar una apertura para garantizar la expresión de las mayorías sobre los asuntos mas importantes de la vida nacional. En los primeros dos meses después del golpe, los días pasaron como horas y las horas como minutos; hoy, por el contrario, cada minuto son horas y cada día una eternidad.

De ser la noticia del momento, la situación hondureña paso a un marasmo, provocado, quizá por la odiosa rutina. Ahora en las informaciones regulares de la prensa solo somos material para llenar espacios vacios, falta «acción», «novedad». Los países dominados por gobiernos de derecha, poco a poco, se quitan la careta y comienzan a mostrar la simpatía que les inspira la dictadura hondureña.

Para colmo, nuestro movimiento entra en un profundo y complejo momento en el que las condiciones revelan las diferencias entre organizaciones al interior de la resistencia. Parece que la lección que nos ha estado dando la derecha en estos cuatro meses, no ha servido para que seamos mas coherentes en las cosas que hacemos o dejamos de hacer.

El presidente Zelaya ha adoptado una posición clara sobre el boicot a las elecciones, mientras el partido Unificación Democrática, hasta ahora, no confirma su renuncia al proceso electoral espurio. Esta actitud de la UD ha desatado una serie de ataques del resto de compañeros resistentes, algunos de ellos muy irreflexivos, otros con gran fundamento.

Ese marasmo nos ha llevado a «encerrarnos» en discusiones estériles; a perder el enfoque sobre nuestros objetivos principales. Muy pocos se han detenido a pensar en lo delicado que es este momento, y la dimensión de las consecuencias de la decisión de abandonar el proceso electoral.

Para comenzar, no está claro que es lo que vamos a hacer para avanzar en este boicot o cual será la situación después del proceso fraudulento montado por los fascistas. La situación económica del país es desastrosa. Como ejemplo de esto tenemos a la industria de la construcción que paso en estos 4 meses de ser el rubro mas pujante de las ultimas décadas ha caído en 33.6% y la industria manufacturera ha caído 8.1%.

El Índice Mensual de Actividad Económica, cayó 3.2% de enero a agosto, comparado con un crecimiento de 2.5% en el mismo periodo en 2008. El crecimiento económico estimado a principio de año de 0.7% es ahora una expectativa de decrecimiento de 2.5%. Las reservas internacionales son apenas suficientes para 3 meses de importaciones. Las estimaciones de los mismos empresarios golpistas afirman que pierden 50 millones de lempiras diarios. (Toda esta información disponible en http://www.cepr.net/documents/publications/honduras-2009-11.pdf ).

El resultado de las elecciones, sin lugar a dudas, traerá un empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de los hondureños. El caos que pretenden generar los golpistas traerá consecuencias dramáticas para todos (con la diferencia de que ellos cuentan con dinero que derrochar). Este panorama es crítico y su análisis es fundamental para todos los miembros de la resistencia.

Estamos convencidos que es tiempo de que las fuerzas progresistas de Honduras, antepongan sus intereses de grupo y pasen a analizar con responsabilidad estos escenarios poco alentadores.

Hasta ahora no está claro hacia donde nos dirigimos con el movimiento contra el golpe. El presidente Zelaya ha dicho que su destino esta al lado pueblo hondureño; muchos hemos adoptado el camino del boicot; otros no se deciden aun; pero nadie ha planteado la ruta a seguir, esta carencia requiere de una respuesta inmediata y contundente. No solo de lo que pasará dentro de dos semanas, sino también las consecuencias de todo el proceso.

Hay muchos críticos sobre lo que sucede en Honduras, tanto de derecha como de izquierda. He visto comentarios diciendo que somos pequeñoburgueses por ser optimistas (he visto comentarios de lectores desde Perú, por ejemplo haciendo estas afirmaciones). Tampoco de estos sectores vienen análisis serios sobre la verdadera naturaleza del problema. Nadie parece ver que estamos frente a la posibilidad de una catástrofe humanitaria.

El imperio sabe como hizo todo este desastre y además no le interesa como se solventará. ¿Y el pueblo hondureño que? ¿Somos capaces de dar respuestas? No es posible que nos detengamos a defender creencias como si fuéramos sectas de una misma religión. El dogmatismo nos puede llevar a conclusiones y acciones catastróficas.

El aporte de muchos buenos hondureños podría perderse en el laberinto de posiciones ideológicas mal entendidas. Seguramente vale la pena preguntarse ¿qué soy primero, revolucionario o militante de este grupo? Las actitudes sectarias son muy peligrosas, especialmente cuando la derecha se dispone a desatar toda su furia represiva contra nuestro pueblo.

Hoy no estamos frente a la disyuntiva de ser mas radical que aquel, sino ser responsables frente al reto de derrotar a la dictadura. De ello depende que logremos superar las dificultades mas grandes. Necesitamos abrir los espacios que hasta ahora han estado cerrados. Es imperativo atraer los enormes recursos intelectuales de muchos sectores que se han limitado a participar en las actividades que les indican.

Las organizaciones juveniles deben buscar la unidad en lugar de tratar de fortalecerse individualmente. Igual ejemplo deberíamos seguir todos los miembros de la resistencia. Creo que el aporte de todos ayudará a la dirigencia a tomar decisiones mas congruentes con la lucha.

No se trata de dar lecciones unos a otros; se trata de entender la lucha como un todo y como tal enfrentarla. Los golpistas intentan quebrarnos. Vamos a luchar juntos, a seguir la misma vía juntos. Vamos a parar los insultos, y pasemos a exhortar a nuestros compañeros a integrarse al proyecto común.

Aquí se gesta una revolución, tenemos la obligación de estar a la altura de las circunstancias. No hay excusa posible.

La historia será implacable con los golpistas, pero también con aquellos que no enfrentemos con responsabilidad este momento histórico.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.