Traducido por Manuel Talens
Detrás de los ataques actuales de Israel sobre la franja de Gaza se esconden intereses materiales, como ocurre habitulamente en las agresiones imperialistas. En concreto, señala el analista internacional Pepe Escobar, los yacimientos de gas del terriorio de Gaza. En defensa de estos intereses se perpetra una «limpieza étnica a cámara lenta», apunta el analista. El periodista Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times/Hong Kong, analista de RT y TomDispatch, así como colaborador habitual de sitios en la red y programas de radio. Es autor asimismo de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge (Nimble Books, 2007), y Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
-Más de 1.800 palestinos muertos como consecuencia de los últimos ataques de Israel. Con independencia de la barbarie, ¿consideras que hay claves geopolíticas o de poder que ayuden a explicar la posición sionista?
Mucho más allá de la Operación Plomo Fundido, la actual Operación Margen Protector -que yo llamo Operación Para Matar Mujeres y Niños- es una especie de mini Solución Final planificada de antemano; consiste en expulsar a los palestinos de cada vez más tierras de Gaza, en un principio de algo más del 40%, ahora cerca del 70%, con la finalidad de despoblar esas zonas y convertir a sus antiguos residentes en refugiados dentro de lo que ya es una jaula o un campo de concentración. Y todo ello para destruir la mayor parte de la vida urbana y obligarlos a huir a pesar de que no tienen a dónde ir. Ése es el código que esconde la consigna de «destruir a Hamas». La «victoria», que Israel define como «destruir a Hamas», significa que en Gaza no ha de haber poder político capaz de impedir a Israel la tierra económica prometida: la explotación de los yacimientos gasíferos del territorio de Gaza. Una vez más, como ya he señalado en un artículo para RT, se trata de una guerra energética bajo la cobertura de una limpieza étnica a cámara lenta.
-En otro plano de la realidad internacional, de las lecturas de tus artículos se desprende que la Rusia de Putin es un potente referente antiimperialista. ¿Qué argumentos darías a la izquierda escéptica que considera a Rusia como otro imperio?
Voy a Rusia con frecuencia y observo allí y en la diáspora un alto grado de discusión intelectual. Rusia es antimperialista dentro del actual capitalismo de desorden-cum-casino impuesto por el Imperio del Caos. Al igual que los demás BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y que la mayoría de los países en desarrollo, Rusia desea un mundo multipolar, con estados soberanos fuertes y no intimidados por una superpotencia obsesionada por la guerra. Rusia no tiene ambiciones imperialistas, si bien quiere mantener una esfera de influencia que ni siquiera abarca a toda la antigua Unión Soviética. Ésa es la lógica que subyace a la Unión Económica Euroasiática, unión que, más que un competidor, sería un socio de la Unión Europea.
-¿Pueden destacarse avances sociales en la Rusia putiniana?
Por supuesto. Recuerdo muy bien la Rusia de la época de Yeltsin, solía ir mucho allí como reportero. Había unos cuantos oligarcas y los demás trabajaban como burros. Tras la crisis del rublo en 1998, la mayoría de la población estaba quebrada. Ahora hay una considerable nueva clase media, igual que en los demás BRICS.
-Al lector/espectador occidental le llega fundamentalmente ruido mediático de Ucrania. ¿Cómo observas actualmente la correlación de fuerzas entre los actores en conflicto: Estados Unidos-Unión Europea-Rusia-Ucrania?
Estamos en la Segunda Guerra Fría, como llevo diciendo desde hace semanas. Esto es lo que siempre quisieron las células neoconservadoras incrustadas en la administración de Obama y sectores sustanciales del complejo de seguridad militar-industrial, además de la OTAN. Rusia quería una solución política para Ucrania, incluso antes de los disturbios de Maidan (Plaza de la Independencia). La Unión Europea quería su propia solución: el boxeador Klitscko. Ganaron los neoconservadores con su golpe de Estado fascista. En Ucrania asistimos esencialmente a una pelea de perros oligarcas. Es un estado semifallido que no será rescatado por el FMI ni por un acuerdo de asociación comercial con la Unión Europea. La UE no quiere ni necesita a Ucrania y USA tampoco. Lo único que le importa a Washington es la OTAN. A pesar de que el golpe de Estado no logró asumir el control de Crimea e incluso perdió ésta como base de la OTAN, hoy Ucrania es ya un miembro importante de la OTAN, lo cual podría conducir a que la Organización del Atlántico Norte situara misiles en el territorio ucraniano, que es la línea roja final de Rusia. Sin el gas ruso Ucrania se congelará. Ya estaba en quiebra y ahora todavía más después de que el FMI le echara una «mano amiga».
-¿El conflcto se explica por lo que exclusivamente ocurre en Ucrania, o se inserta en una partida de ajedrez de más largo recorrido?
Éste es el capítulo fundamental del Nuevo Gran Juego en Eurasia. Washington hará lo que sea para mantener a Ucrania como un peligroso caso perdido en la frontera occidental de Rusia. El objetivo clave es impedir que Rusia se integre económicamente en la UE, que a su vez es un argumento secundario del giro hacia Asia para impedir la vinculación de China con la UE y la propagación de las nuevas rutas económicas de la seda. Para Washington, la integración de Eurasia es el anatema absoluto. Si no pueden tenerla ni controlarla, tienen que destruirla. Esto ya formaba parte del «tablero de ajedrez» que Brzezinski conceptualizó en 1997.
-Por otro lado, ¿crees que se perfila un eje China-Rusia frente a la hegemonía de Estados Unidos? Si es así, ¿en qué aspectos se concreta?
La asociación estratégica entre China y Rusia ha ido evolucionando durante años. Se manifiesta en los BRICS, en la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái), en el G-20 y en otros muchos mecanismos. La clave es la energía -el gas y el petróleo-, pero también la inversión. Lo he visto en detalle en el Foro Económico de San Petersburgo. China ayudará a Rusia en el desarrollo de la Siberia oriental. El mito de que China invadirá Siberia es sólo eso, un mito. Los BRICS están avanzando mucho en la implantación de mecanismos económicos y financieros para eludir el dólar US. Coordinan sus políticas en Asia y se están introduciendo económicamente en América del Sur.
-¿Cómo se entienden los conflictos entre China y Estados Unidos, por ejemplo en el Pacífico, cuando mantienen una engrasada relación de intercambio basada en manufacturas por títulos de deuda?
Sus economías están entrelazadas. Beijing no quiere una gran explosión contra el dólar US, ya que también perdería mucho. Beijing sabe también que el mar del sur de China es el pretexto ideal para que USA ponga en marcha el giro hacia Asia, que en realidad cubre el Océano Índico y el Pacífico occidental. El objetivo de USA es encerrar ahí a la Armada china e incrementar el «divide y vencerás» para evitar una mayor integración económica entre China y el Sudeste asiático. Es patético, porque China es el principal socio comercial de todos ellos. El brazo económico del giro -el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica- es un desastre; nadie lo quiere, porque saben que es una tapadera para que todas las multinacionales yanquis tengan barra libre.
-Por otra parte, ¿qué influencia tiene actualmente el «yihadismo» en Siria? ¿En qué punto se halla el conflicto?
Lo que la nebulosa yihadista no pudo conseguir en Siria terminó por conseguirlo en Iraq. No hay fronteras en el desierto de Siria e Iraq y el califato, ahora Estado Islámico, seguirá funcionando en su interior, aunque sin expandirse, ya que está rodeado de potencias hostiles. Como entidad religiosa y política, el califato es una broma que todos los eruditos musulmanes serios consideran ridícula.
-¿Existe la misma influencia del «yihadismo» en Iraq? ¿Coexiste con una resistencia civil, y podría denominarse a ésta de izquierdas?
Hay un «resistencia» sunita civil en Iraq contra Bagdad, representado por al-Maliki, pero no tiene nada que ver con los yihadistas. Esta resistencia se queja de que los sunitas están marginados en el gobierno, pero detesta la metodología yihadista. La «izquierda» que queda en Iraq es muy limitada, sólo existe en bolsas chiitas, que celebran el hecho de que por lo menos se han librado del imperio USA. Los sadristas podrían considerarse «izquierda» en lo que respecta a sus preocupaciones sociales. No son sectarios -antisunitas- y, al mismo tiempo, son muy críticos con el gobierno de al-Maliki.
-En términos generales, ¿puede hablarse de una «complejidad» dentro del fundamentalismo-yihadismo? ¿Existen diferentes corrientes, incluso enfrentadas? ¿Cuál es su relación con Estados Unidos?
Hay muchas corrientes yihadistas diferentes, todas ellas financiadas por los acaudalados donantes del Golfo, pero USA sólo acepta e incluso apoya a algunas de ellas, según el principio de que «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». De ahí la risible distinción yanqui entre yihadistas «buenos» y «malos». Algunos son más fáciles de manipular que otros en la lucha contra las repúblicas laicas, como la de Assad en Siria. La experiencia enseña que USA siempre utiliza a entidades religiosas medievales para luchar contra entidades laicas o progresistas que no le convienen.
-Por último, ¿en qué ha quedado Libia tras la intervención de la OTAN?
Es un estado fallido, dirigido por milicias, que está al borde de la anarquía más absoluta. Una extraordinaria victoria de la OTAN.
-¿Y Afganistán?
Los talibán lucharán contra quien esté en el poder después de Karzai. Y ya sea con un acuerdo que permita la presencia de fuerzas yanquis sobre el terreno (Status of Forces Agreement, SOFA) o sin él, el imperio es ahora más que periférico. El desastre actual lo resolverán entre sí -si es que lo resuelven- los clanes guerreros afganos, como históricamente ha sucedido siempre.
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