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Cómo se tramó el derrocamiento del gobierno constitucional de Aristide

En Haiti, el procónsul Mc Carry, enseñó su concepto de la «democracia»

Fuentes: Cubadebate

Caleb McCarry, el procónsul designado por la Administración Bush para intentar provocar la anexión de Cuba, pertenece a una mafia de políticos y funcionarios norteamericanos que provocaron el secuestro y la grotesca evicción del Presidente Jean-Bertrand Aristide de Haití, a espalda del Departamento de Estado y con la bendicíon del clan Bush. McCarry y sus […]

Caleb McCarry, el procónsul designado por la Administración Bush para intentar provocar la anexión de Cuba, pertenece a una mafia de políticos y funcionarios norteamericanos que provocaron el secuestro y la grotesca evicción del Presidente Jean-Bertrand Aristide de Haití, a espalda del Departamento de Estado y con la bendicíon del clan Bush. McCarry y sus socios desarrollaron su complot usando a un activista político vinculado a los Duvalier y una tropa de mercenarios y delincuentes, en una operación sucia manejada por los círculos de extrema derecha más fanáticos del Partido Republicano.

En un artículo titulado ‘The other regime change’ (El otro cambio de régimen) publicado en julio del 2004 por el sitio web salon.com (1), el periodista norteamericano Max Blumenthal revela cómo el International Republican Institute’s (IRI), una «fundación política sin ánimo de lucro», fuertemente subsidiada por la USAID y representada en la desolada isla por Stanley Lucas, dirigió la operación anti-Aristide. En esa tarea sucia recibió el apoyo incondicional de un núcleo de activistas de extrema derecha del Partido Republicano, estrechamente vinculados a George W. Bush, en el cual Caleb McCarry parece jugar un papel determinante.

Blumenthal cuenta cómo el 8 de febrero del 2001, Lucas, hablando en las ondas de la estación ‘Radio Tropicale’, sugirió tres «estrategias» para «deshacerse» de Aristide. La primera era forzarlo a decretar elecciones anticipadas; la segunda, acusarlo de corrupción y arrestarlo. La tercera era más sencilla. «¿Vieron lo que pasó con Kabila?», preguntó Lucas, refiriéndose a la suerte del Presidente de Congo, Laurent Kabila, asesinado el mes anterior.

Durante seis años, Lucas y el IRI -cuya misión es, oficialmente, «promover la democracia en el exterior»- se dedicaron a reunir y preparar a los adversarios de Aristide para provocar la desestabilización del país.

Según Blumenthal, Lucas, un ex campeón de judo con imagen de ‘playboy’ procede de una familia adinerada identificada a la familia Duvalier cuyo régimen asesino dominó a Haití durante décadas, es la versión haitiana del colaborador iraquí Ahmed Chalabi.

La familia de Lucas es famosa en Haití por una masacre de campesinos que sus primos, Leonard y Rémy, organizaron en 1987. Una turba de delincuentes armados de machetes mató entonces a 250 pequeños agricultores que reclamaban una redistribución de las tierras de su hacienda. En aquel mismo momento, Lucas entrenaba militares para acciones de contrainsurgencia.

El papel de individuos como Lucas en el golpe contra Aristide señala una compleja red de conexiones republicanas que, a lo mejor, nunca se conocerán, señala Blumenthal. «Lo cierto es que la desestabilización del gobierno de Aristide fue iniciado temprano por el IRI, un grupo de congresistas de derecha y su personal al imponer sanciones draconianas, entrenar a sus oponentes y alentar su intransigencia», escribe el autor del artículo.

La Administración Bush delegó su política sobre Haití a personajes como Roger Noriega, un ex miembro del personal del tristemente célebre Senador No, Jesse Helms.

Lucas se dedicó a preparar personalmente a los oponentes a Aristide en cursos que tituló «Democracia 101», cuenta Blumenthal. Entre los invitados en esas sesiones de ‘entrenamiento’ aparecieron varios miembros de CREDDO, el grupo político del General Prosper Avril, quién dirigió a Haití de 1988 a 1990, «declarando el estado de sitio y torturando sus opositores».

Convergence, la alianza anti-Aristide en las elecciones del 2000 recibió del IRI alrededor de dos millones de dólares entre 1998 y 2002, confesó al periodista un portavoz.

Mientras Colin Powell buscaba mantener con Haití una línea política moderada concebida bajo Clinton, Caleb McCarry «un funcionario anti-Aristide del Comité de Relaciones Extranjeras de la Cámara» y una delegación de Republicanos se reunieron en la República Dominicana con Convergence que manifestó luego una línea divergente a la del Departamento de Estado.

De acuerdo con un ex oficial del Departamento de Estado, McCarry y Lucas trabajaron «cogidos de la mano» para enlazar el financiamiento norteamericano con la «oposición» que fabricaban.

Según el entonces embajador norteamericano en Haití, Brian Dean Curran, nombrado por Clinton, Lucas arruinó sus esfuerzos de conciliación, al tratar de debilitarlo políticamente y difundiendo falsas rumores sobre su vida personal.

Lucas fue hasta amenazar Curran, diciéndole que lo iban a «botar» tan pronto «la política real de Estados Unidos sería aplicada».

Cuando, en febrero del 2004, el mercenario Guy Philippe -un ex Jefe de policía amigo de infancia de Lucas- captura a Cap Haitien con 200 «insurgentes», entre los cuales numerosos asesinos, delincuentes y ex esbirros de regímenes anteriores, y amenaza a Port-au-Prince mientras la policía nacional huye, oficiales de la Embajada norteamericana se dirigen a Aristide con la alternativa de quedarse en la capital sin protección, frente a hordas de bandoleros de los amigos de Lucas, o subir en un avión proveído por Washington que lo llevara a África.

Este día, Condoleezza Rice despertará a George W. Bush en el medio de la noche para anunciarle la noticia del «triunfo» norteamericano en el país más pobre del hemisferio.

Entre los «combatientes de la libertad» como les llamará Roger Noriega, se encuentran Louis Joyel Chamblain, un líder paramilitar de siniestra reputación y Emmanuel «Toto» Constant, quién luego confesará sus conexiones con la CIA.

En el momento de su nombramiento oficial por Condoleezza Rice como anexionista-en-jefe de la isla de Cuba, McCarry la agradeció por haberle confiado «esta oportunidad de servir a nuestro país y a la causa de la libertad (…).

El cinismo de los Republicanos, aparentemente, no tiene límite.

(1) http://www.salon.com/news/feature/2004/07/16/haiti_coup/index_np.html