Los resultados arrojados por las últimas encuestas han sacudido el panorama de las internas entre los partidos tradicionales y los pretendidamente renovadores.
El 14 de mayo pasado tres empresas consultoras hicieron públicos sus últimos análisis. Lo que habitualmente en Uruguay sucede a cuentagotas, esta vez sucedió al unísono. Si bien en los grandes números hay estabilidad en las últimas tendencias, como que el Frente Amplio (FA) y el Partido Nacional (PN) son quienes se disputan el Gobierno y el Partido Colorado (PC) mantiene su rezago, se hicieron presentes algunos «microterremotos», especialmente en la interna del Partido Nacional.
El Frente Amplio sigue siendo el partido con mayor adhesión ciudadana en cuanto a intención de voto por partido, pero aún está lejos de los resultados ante esa misma pregunta en la previa del ciclo electoral anterior. Esto es lo que lleva a la gran mayoría a creer, casi con seguridad, que se tendrá un Parlamento sin mayorías partidarias. Sin embargo, lo que a fines del año pasado para muchos era certeza, hoy la posibilidad de derrota del FA en segunda vuelta no es improbable. Ello abre un nuevo escenario político, desconocido hasta ahora: la posibilidad de un Gobierno del Frente Amplio sin mayorías, y una oposición de derecha con mayorías parlamentarias. En ese contexto, se abre la puerta a escenarios de bloqueos e instrumentos de juicios políticos que hasta ahora en Uruguay, a contramano de la región, no se han visto.
La tibieza se enfrió
En su momento, consideramos que el agrupamiento tibio alrededor del Partido Independiente, como una expresión sin gas de la centroizquierda, podría ser uno de los principales escollos para el FA, pensando en que la volatilidad del voto en Uruguay es baja, y que un cruce desde la izquierda a la derecha es muy infrecuente. Ese proyecto, que se llamó La Alternativa, podía servir como plataforma intermedia para quienes demuestran desgano, enojo y toda la gama posible de malestares con la actual gestión del FA entre sus otrora simpatizantes. Pero ese proyecto naufragó por lo que era evidente: por ser un proyecto servil al Partido Nacional, y ello derivó en su ruptura en la primer ronda de presentación en los medios de su fórmula presidencial.
Un militar recorre las calles
El otro «microterremoto« fue el lanzamiento del excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos. Éste fue destituido por el actual presidente por asuntos vinculados al proceso de un tribunal de honor que se realizó a militares presos por violaciones a los derechos humanos; los involucrados confirmaron las torturas realizadas y la responsabilidad de uno de ellos en el asesinato y posterior intento de desaparición de un militante tupamaro. Ante ello, el entonces comandante en jefe no halló motivos para realizar la denuncia correspondiente ante los altos mandos y la Justicia, como exige la normativa.
A pocos días de ser presentado públicamente Cabildo Abierto, el partido que impulsa a Manini Ríos, ya marcaba en las encuestas entre 5% y 2% de intención de voto. En la mirada rápida se puede suponer que esos votos son captados de las otras expresiones minoritarias, como Edgardo Novick y el propio Partido Independiente, aunque tal vez también de los partidos tradicionales. Es claro que su presencia incorpora una novedad en el juego político uruguayo de los últimos años. Su discurso es conservador pero no está en sintonía (pública, al menos) con las expresiones militares de la región, en cuanto a su manifiesta oposición a los avances en derechos de los gobiernos de izquierda, ni tampoco un discurso «anticomunista». En ese sentido, tiene que ser considerado seriamente al pensar en un escenario Gobierno sin mayorías, como el mencionado más arriba.
«Millonario mata guapo»
Por último, y el más mediático de los «microterremotos« generados por las encuestas, se ha dado en el Partido Nacional. Como dice el dicho popular, «billetera mata galán». El multimillonario Juan Sartori, que decidió jugar dentro del Partido Nacional, era un absoluto desconocido en diciembre 2018, pero hoy tiene un nivel de conocimiento público similar al de los políticos de amplia trayectoria. Su invasión publicitaria en los medios es brutal.
Si bien comenzó como un absoluto desconocido, las últimas encuestas le asignaron el segundo lugar en la interna del Partido Nacional, quizá lejos de Luis Lacalle Pou -quien sigue liderando-, pero por delante del «Guapo» Jorge Larrañaga, quien fuera hasta ahora el segundo hombre fuerte del Partido Nacional. De esto comienzan a surgir con fuerza interpretaciones diferentes sobre para quién estaría jugando Sartori. Es difícil considerar seriamente su interés político, pero la experiencia regional y mundial debería ser una alerta sobre el verdadero interés del capital de obtener representantes directos en la escena política. No se sabe qué pasará si no gana la interna: si asumiría un lugar en el Parlamento, si se quedaría en el país para conducir su proyecto político o, simplemente, si desaparecerá tan rápido como apareció. Lo que sí es claro es que generó y seguirá generando un gran sacudón en la interna del Partido Nacional, que continuará gastando muchísimo dinero y que para Lacalle el camino no estará allanado. Mientras, Sartori sigue gastando mucho dinero en medios y en estructura política, así como recogiendo referentes de otros sectores de su partido.
El otro millonario
Dicen que Juan Pedro Damiani, un histórico dirigente de Peñarol y que también tuvo su lado político, insistía con que en Uruguay no hay ricos, sino «riquitos». La billetera más grande mataron a la billetera más pequeña. Novick surgió como arquetipo nacional del millonario outsider y jugó ese papel un tiempo, hasta que llegó uno más rico y el Partido de Novick, el Partido de la Gente, es cada vez más un partido típico y cada vez con menos gente.
Este partido tuvo divisiones importantes, críticas internas fuertes y no ha logrado volver a ocupar ese lugar que jugó durante casi dos o tres años: el de un partido conservador que hacía uso del discurso empresarial contra la política y de los ataques sistemáticos a «Pepe» Mujica como principal plataforma. Ya no tiene discurso y está «grogui» ante el uppercut del joven multimillonario.
El partido del Gobierno devenido en partido minoritario
Dentro del Partido Colorado el asunto es distinto. Las encuestas tienen diferencias enormes que sitúan a los dos principales precandidatos a una distancia importante entre sí, pero quién lidera varía según la encuestadora. Una buena explicación es que, en una muestra promedio de 800 casos, un partido que representa aproximadamente poco más que un 10%, significa que los datos sobre la interna del Partido Colorado se toman de una submuestra de 80 o 90 personas. Sin embargo, es evidente que la interna se dirime entre Julio María Sanguinetti y Ernesto Talvi, y el partido no ha mostrado crecimiento.
En el Frente Amplio, una interna a media máquina
Dentro del partido en el Gobierno existe más estabilidad y las dinámicas son diferentes. Las encuestas dan un liderazgo claro en la preferencia por Daniel Martínez, exintendente de Montevideo, seguido por Carolina Cosse, la única mujer en todo el sistema político que se presenta como precandidata. Por detrás se sitúan los otros dos precandidatos.
A diferencia del Partido Nacional y el Partido Colorado, el Frente Amplio no presenta resquebrajamientos graves y realiza actos públicos donde participan los 4 precandidatos. Evidentemente, en sus discursos se encuentran diferencias de encuadre y enfoque, pero el Frente Amplio es quien más unido se presenta en esta instancia, resaltando que ese partido ya aprobó su programa político común. En general, la lectura de muchos dirigentes es que la elección importante es la de octubre, y eso se ve en los recursos que los distintos sectores y el propio Frente Amplio han puesto en juego en esta campaña.
¿Qué esta en juego en cada partido con las internas?
Si bien dentro del Frente Amplio esta elección interna define a la persona que será candidata a la Presidencia de la República, también el peso relativo de los distintos sectores es relevante para negociaciones y alianzas futuras, aunque cada sector (cada lista) no gana algo material en esta elección.
En los partidos tradicionales es distinto, tanto en el Partido Nacional como en el Partido Colorado, puesto que en esta elección interna no sólo se elige al candidato a la Presidencia, sino que hay una competencia real entre las diferentes corrientes, ya que del resultado de estas elecciones se deriva el ordenamiento en las listas parlamentarias para octubre. Allí la interna es en todos los niveles.
Un dato que refleja esto es que el Partido Nacional es el partido que ha tenido más votos en las elecciones internas desde que se realizan las elecciones internas.
El futuro postinternas de la unidad de las derechas
La derecha asumió que estamos en un sistema bipartidista de más de dos partidos. Por un lado, el Frente Amplio, y del otro lado, el resto. Un dirigente de la oposición dijo hace unos días que es claro que la oposición tiene en común y como objetivo estar contra el Frente Amplio, pero no tiene nada en cuanto a qué hacer después. Un sincericidio meritorio.
Por eso mismo, el PN y el PC han decidido relanzar el Partido de la Concertación para las elecciones departamentales en Montevideo, y tal vez en otros departamentos. En las elecciones departamentales el bipartidismo es, de hecho, entre el Frente Amplio y la derecha. Hace tiempo que hay varios dirigentes de ambos partidos que creen que deben avanzar en un acuerdo más amplio y no sólo en lo departamental. Por ahora está verde, pero podría ser una posibilidad en el horizonte.
Así llegamos al último mes de campaña, donde se espera que el esfuerzo en materia de recursos sea mayor. Tendremos que esperar para ver si ese empuje de las campañas mueve las agujas de cada interna.
Fuente: http://www.celag.org/uruguay-encuestas-internas-proyecciones-politicas/
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