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Entrevista a Leandra Perpetuo, integrante de la comisión sindical internacional que ha visitado Haití

«Es falsa esa idea de que la gente está loca y salta sobre quien está ofreciendo auxilio»

Fuentes: Rebelión

En la última semana, la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA) junto a la Confederación Sindical Internacional (CSI) envió un grupo de apoyo a Haití. La idea fue tener un contacto directo con el movimiento sindical del país para determinar las estrategias de auxilio a las víctimas del terremoto. Centrales sindicales […]

En la última semana, la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA) junto a la Confederación Sindical Internacional (CSI) envió un grupo de apoyo a Haití. La idea fue tener un contacto directo con el movimiento sindical del país para determinar las estrategias de auxilio a las víctimas del terremoto. Centrales sindicales del todo el mundo atendieron el llamado de solidaridad de la CSI/CSA en apoyo a los compañeros y compañeras del país hermano.

La asesora de derechos humanos de la CSA, Leandra Perpetuo, participó en la misión sindical. De vuelta a la sede en Brasil, nos relató el espíritu de dignidad del pueblo, los proyectos del movimiento sindical haitiano y la tarea de reconstrucción. A la socióloga, lo que más le impresionó fue la ocupación militar de la isla: «Pero no en el sentido de organizar, sino para imponer miedo». Lea abajo la entrevista.

¿Puedes contarnos un poco sobre la misión en Haití? ¿Cuál fue el objetivo y qué fue exactamente lo que se hizo en el país?

La idea surgió de la propia Confederación Sindical Internacional (CSI). La intención fue saber cómo estaban nuestra central sindical afiliada, la CTH (Confederación de Trabajadores Haitianos) y los otros sindicatos con los cuales tenemos una relación. Queríamos saber cómo estaban las personas, sus familias, de qué forma estaban sobreviviendo y llevar algún tipo de ayuda. Para eso, se liberaron 20.000 euros del fondo general de la CSI.

Buscamos trabajar con los sindicatos de la República Dominicana, porque eran la única vía de acceso hasta Haití, para poder comprar y llevar provisiones no sólo a los sindicatos, sino a todas las personas posibles. Queríamos saber cómo podría ser efectiva esa ayuda y cuales serian los próximos pasos.

El lunes, 25 de enero, ya se había realizado un reconocimiento de los lugares que estaban recibiendo la ayuda y se llevó el primer cargamento de provisiones. Nuestra opción no fue llevar a los grandes acampamentos, sino a los pequeños lugares más alejados de donde están las misiones internacionales. Porque creemos que las cosas están llegando a los centros principales. Sin embargo en los lugares pequeños, que están lejos, la ayuda no llega. Eso se ve porque cuando se camina por dichos acampamentos, siempre veíamos placas diciendo «necesitamos ayuda, comida, agua».

¿Llegaste a presenciar la distribución de ayuda?

Sí, y lo que más me ha impresionado fue el hecho de que era completamente diferente de lo que veía en los noticieros de la televisión. Es falsa esa idea de que las personas están locas y saltan encima de los que ofrecen auxilio. Eso no ocurrió. El pueblo se quedaba en la fila, esperando su vez, recibiendo su bolsa de provisiones. Fue todo extremadamente tranquilo y sin tumulto. Eso de una vez me quitó la idea de que todo estaba en desorden. Además tuve la impresión de que las personas están intentando volver a retomar su rutina, intentando seguir su vida y no pensar mucho en lo que ocurrió. Intentan pensar en lo que hay que hacer en adelante.

¿Cómo fue tu contacto con el movimiento sindical haitiano?

También estuvimos en la sede de la CSH (Coordinación Sindical Haitiana), que quedó prácticamente intacta. Allá nos encontramos con el secretario general, Carlo Napoleón, y otros sindicalistas. Están planeando la organización de las tareas de apoyo. Había una promesa del gobierno de que recibirían víveres como centrales sindicales. Pero eso no se realizó. Incluso, el responsable por eso era el Ministro de Trabajo, pero él dimitió de la función porque no tenía condiciones de organizar todo eso solo.

También tuvimos una reunión con todos los sindicalistas. Lo que quedó concertado es que las donaciones se enviarán a la sede del Instituto Nacional para Formación Social (INAFOS) de la CTH que es donde están resguardados. Los sindicatos se quedan apenas con una parte y distribuyen el resto entre el pueblo para que la ayuda no se limite al movimiento sindical.

En el INAFOS, ¿qué impresión tuviste de la gente que está allá resguardada?

Aparentemente las personas están enteras y vivas. Pero tenemos miedo del daño psicológico que todo eso ha causado. Una segunda cuestión es la forma en que viven. Todo el mundo está durmiendo en el piso, sólo con una cobertura sirviendo de techo. Están albergadas en el sitio casi 200 personas, incluidos ancianos y niños. En relación con las condiciones de higiene, cuando se compara con el resto de la ciudad, es prácticamente un hotel cinco estrellas porque tiene agua, comida y se sirven por los menos dos comidas al día. El problema es que la gente no tiene ni el mínimo de privacidad. Todo el mundo duerme allí y hay pocos baños.

¿Qué tipo de iniciativa están llevando a cabo los sindicatos?

El secretario general de la CTH, Paul Loulou, nos contó que quiere dar el ejemplo. Ellos quieren hacer funcionar el centro como lugar de formación. Según él, la vida no puede parar por el terremoto. Ellos estaban intentando establecer algunas asociaciones para utilizar el centro para actividades que pueden dar inicio a la reconstrucción de la ciudad, formando obreros y electricistas. También hay un proyecto de un restaurante popular en las afueras de la cuidad.

Las noticias que llegan a través de los medios, muestran un país inmerso en el caos. Siempre siguiendo esa idea de que los haitianos no son capaces de administrar su propio país y mucho menos ahora, en este período de destrucción generalizada. ¿Cual es tu impresión al respecto y cómo está reaccionando la gente?

La impresión que tuve es de un país pobre. Pero lo que he visto no me pareció muy diferente de la pobreza que encontramos en áreas miserables del nordeste brasileño donde no llega el poder público. La gente está intentando retomar sus vidas, el comercio está funcionando, los bancos funcionan, el transporte público funciona. En algunos lugares uno puede comprar un camión de abastecimiento de agua para las casas, existen grifos de gasolina y también hospitales. Donde es posible, está funcionando. No se ve tumulto en la calle, ni peleas. En los grandes acampamentos, la vida está fluyendo normalmente.

Por ejemplo, vimos un acampamento venezolano donde las carpas estaban todas bien colocadas y la gente hacia fila para recibir comida. Fuimos para otro acampamento organizado por un padre donde todos sabían quien era su vecino, todos tenían comida, estaban cocinando. En la ciudad existen mercados en la calle, donde se venden verduras y otros alimentos.

Lo que sí he sentido es la presencia militar. Pero no en el sentido de organizar, sino para imponer miedo. Existen tanques de guerra y armas con mira láser. A veces se ven campos enormes totalmente vacíos pero donde están establecidos contingentes de 200 ó 300 soldados. Por kilómetros de distancia donde no se ve ni un ser humano, siempre se observan los soldados. En un mercado pequeño, con 4 ó 5 tolditos, no falta el tanque de guerra parqueado al lado. Uno se pregunta, ¿para qué sirve eso?

Con respecto a la tarea de reconstrucción. Existen dos vertientes que están destacándose. Por un lado, los que afirman que la reconstrucción pasa por las empresas, las cuales tienen el derecho a llevar a cabo todos los proyectos de infraestructura. De otro lado, hay los que dicen que es hora de adoptar un sistema participativo en el cual los propios haitianos tengan voz y decidan qué camino quieren seguir. Por lo que observaste, ¿qué lado tendrá más fuerza?

Con la invasión militar que vimos, no veo muchas posibilidades de que ellos puedan decidir algo. Sin embargo, por lo menos por el lado de los sindicatos, la idea es calificar las personas para que puedan inserirse y participar en reconstrucción del país. No entramos en contacto con el gobierno para tener un panorama mejor. Pero los sindicatos están intentando sin resultado conseguir ayuda del gobierno para mantenerse. Sinceramente, no sé si ellos tienen definido claramente esa línea de lo que se hará y cómo se hará. Por el momento, nadie tiene ninguna garantía, ni certezas. Creo que hasta el gobierno está perdido esperando a alguien que le diga lo que tiene que hacer. Los haitianos no tienen mucha seguridad de lo que va a suceder.

Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.