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Exiliados/as, Solicitantes de Asilo e Inmigrantes En Europa, Corazón de las tinieblas

Fuentes: Rebelión

1. Criterios previos. El 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado, fecha que vale la pena señalar, fue institucionalizada hace más de un lustro por la ONU, en particular por Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con el fin de recordarnos la tragedia que viven millones de personas […]

1. Criterios previos.

El 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado, fecha que vale la pena señalar, fue institucionalizada hace más de un lustro por la ONU, en particular por Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con el fin de recordarnos la tragedia que viven millones de personas en el mundo, las cuales han decidido huir o huirán en lo sucesivo de sus habituales lugares de residencia por entre otras, las siguientes razones: violencia política interna, conflictos religiosos, étnicos, desastres ambientales, guerras por recursos energéticos de carácter estratégicos, violencia de género y también y como no podía faltar, por las invasiones ilegales e ilegitimas que importantes potencias mundiales y regionales practican contra otros países por intereses geopolíticos, económicos y de otra índole; léase las guerras encabezadas por EEUU y la coalición europea contra Irak, o la que de modo simultáneo ha librado el Estado de Israel contra Palestina y el Líbano, por señalar sólo algunas.

La institucionalización de este día como una fecha simbólica y universal, empero, si bien pretende a modo de ritual recordarnos y también y en apariencia visibilizar lo brutal y desolador que representa esta trágica y espantosa realidad para quien la padece, o quienes la padecen, lo cierto es que esta fecha en estrictu sensu y al menos en su formulación lingüística se aleja un tanto de esos presupuestos previamente definidos, pues al enunciarse como el Día Universal del refugiado se incurre, por un lado, sin duda, en una singularidad crasa y eliminante de lo plural, y, por otro lado, en un ejercicio lingüístico en donde la visión y el imaginario androcéntrico y patriarcal no hacen si no desconocer o invisibilizar una realidad que en esencia, sin equívoco alguno, debe ser cartografiada y topografiada también desde el rostro de lo fémino, pues si algo caracteriza hoy por hoy al fenómeno del asilo y el refugio en el mundo, sólo basta ver los registros estadísticos, es que es una realidad masiva y masificada y la cual afecta cada vez más a un mayor número de mujeres. ¿Y si el fenómeno tiene estos marcadores identitarios por qué entonces se insiste de modo contumaz en llamar el «Día del Refugiado» a algo que en esencia es plural y también tiene rostro femenino?

Así, si hago una de-construcción somera del enunciado lingüístico – El Día del Refugiado- es para llamar la atención en el sentido de que considero impropio que se siga enunciando desde las abscisas de la unicidad y desde lo masculino un fenómeno que cuando menos es multitudinario y que presenta un significativo e inocultable proceso de feminización, razón por la cual no se puede seguir apelando y de modo escurridizo a una pretendida economía del lenguaje, de modo consciente o inconsciente, y, ello, para desvirtuar una realidad que no admite por lo trágico que ella encierra deformación alguna, ni en el plano psico-lingüístico ni sociopolítico. En este sentido sería más apropiado empezar a hablar y con gran enjundia del día del Refugio y el  Asilo, si lo que se quiere es utilizar  una categoría neutral. Dicho lo anterior habría que decir que, hasta en el dolor y la tragedia las mujeres son invisibilizadas y las muchedumbres perversamente singularizadas. Hecho estas observaciones preliminares paso a comentar lo siguiente.

2. ¿Por qué se huye en los tiempos de la Modernidad líquida?

En la era de la modernidad liquida, caracterizada así por Zigmunt Bauman, ilustre profesor de la Universidad de Leeds y de Varsovia, las sociedades se caracterizan cada vez más por producir ingentes cantidades de «residuos humanos»1, una más que otras, bien es decirlo, y, en especial, aquellos arreglos societales que viven en los márgenes del orden global imperante. De estos espacios salen huyendo y cada vez más por el pavor de las guerras, o por las distintas formas de violencias que hoy existen, un número cada vez mayor de personas, las cuales salen en distintas direcciones buscando un espacio en donde guarecerse de la tortura, las mutilaciones, las desapariciones forzadas, los genocidios, la violencia fanática, etc. Violencia que pulula, huelga decir, gracias al Terrorismo de Estado, en muchos casos, o a la privatización de la violencia y en donde juega un papel fundamental los señores de la guerra2; financiados y como ahora se sabe en no pocos lugares por inescrupulosas multinacionales, entre las que cabe señalar la Drummond y la Chiquita Brand en el caso de Colombia, o la UNOCAL, en distintas regiones del Asia Central, y todo ello con el silencio y muchas veces el respaldo de importantes gobiernos del primer mundo, lo que contraviene y a las claras esa pretendida superioridad moral que dicen encarnar importantes gobiernos del mundo industrializado, quienes en no pocos casos entonan y de modo contradictorio ensordecedores estribillos en el que la democracia y los derechos humanos suenan en do mayor, mientras actúan del modo alevoso y criminal antes señalados.

Muchos/as huyen sin la esperanza de regresar y con la incertidumbre de no ser recibidos en ningún lugar, así millones de refugiados/as han pasado a convertirse en una suerte de parias y a quienes el sistema vomita con naturalidad, sin ninguna teatralidad previa, y de quienes de modo presuroso se protegen las esquizofrénicas sociedades liberales y democráticas del primer mundo, mientras los países del sur presurosos empiezan a emular este mismo comportamiento. Para protegerse de los posibles intrusos, de «éstos desechables», dirían en Colombia, las sociedades desarrolladas del mundo levantan cada días más alambrados, corren las fronteras previamente definidas hacia nuevos confines, instauran radares y sensores para evitar que las fronteras sean permeadas por éstos/as neo-bárbaros/as; quienes según la lógica de la seguridad y defensa hoy imperante son portadores en potencia de todo tipo de epidemias, al igual que son agentes por excelencia del terrorismo y, también, de todo un conjunto de prácticas y prédicas que pueden llegar a disolver una idílica, imaginada y esencialista «cultura nacional» o postnacional, Europea o norteamericana, según sea el caso.

Y a lo anterior, no sólo se remiten los dispositivos de la bio-política del control a la hora de evitar que todas estas personas huyan del terror globalmente orquestado y expresado localmente; de dichos dispositivos hacen parte también y de modo capital: el fondear barcos militares y flotas de helicópteros en las costas de aquellos países que se consideran fuentes emisoras de población residual, léase Senegal, Mauritania y Libia, por ejemplo, y también el militarizar las fronteras internas, crear nuevos muros de la indignidad, abrir centros de internamientos en el corazón de Europa, en países satélites y colaboracionistas con esta política, y firmar, como no, acuerdos de repatriación con países expulsores o, de tránsito; todo ello bajo el otorgamiento de presuntas ayudas al desarrollo; amén de dejar a miles de personas en condiciones de náufragos en alta mar, presa del frío, el hambre, la muerte, o en su defecto y como ya sucedió, ser soltadas las mismas en el desierto del Sahara para que la sed y el sol canicular acabe con quien o quienes decidieron por la fuerza de los hechos desafiar los nuevos castillos de quienes gobiernan la actual barbarie civilizada que representa en muchos apartes la globalización, es decir, los países del primer mundo. Para acometer todo este proceder criminal la Unión Europea se ha empleado a fondo, unas veces a modo propio, léase el papel jugado por España, Italia y Malta en el cuidado de la frontera sur del Mediterráneo, y, otras, haciendo corresponsables a países periféricos.

Como pruebas irrefutables de este criminal proceder hay que señalar el papel que viene jugando Malta, España y que ya ha jugado y juega Marruecos, quienes actuando con todo vigor, unos en calidad de miembro de la Unión Europea y otros en calidad de invitados de pacotilla, evitan que los/as solicitantes de asilo e inmigrantes intenten ingresar al fortificado mundo europeo, lo que no ha estado exento de crímenes a manos del ejército marroquí como aconteció en Ceuta y Melilla a finales del 2005 y, sobre todo, ante la mirada cómplice de la Unión Europea. Igual papel está cumpliendo hoy Libia, Senegal y Mauritania y a quienes les han encargado de actuar como primer anillo de seguridad para evitar que nuevos intrusos/as quieran entrar al territorio europeo, o, en su defecto, recibir a los/as deportados/as que se hayan introducido por los peligrosos resquicios que el panóptico sistema del cuidado de las fronteras edificado por Europa haya podido dejar colar.

3. Los mass medias ocultan el dolor y visibilizan el miedo.

En la sociedad de la imagen y el color, es decir, en el colorido mundo de Bennettón no hay lugar para visibilizar de modo solidario la tragedia que viven millones de refugiados/as. Los grandes medios de comunicación no tienen el menor interés de difundir una imagen positiva de una realidad que muy a pesar de dolorosa y traumática no logra calar en las presurosas y evaporantes conciencias de quienes integran la sociedad global, quien entre el tedio y la indiferencia asesina asiste como espectador pasivo al macabro teatro del dolor que engulle a quienes viven esta desgarradora experiencia que es el refugio. Está claro que los medios informativos en un no menor número en los países del primer mundo no les asiste ningún interés de movilizar la conciencia ciudadana ni la solidaridad frente a la tragedia que viven millones de personas, bien sea como solicitantes de asilo y refugio, o como refugiados/as, sin embargo, si están dispuestos a prestar sus páginas y todos sus recursos informativos para promover discursos racistas y xenófobos contra ellos/as, lo que les se convierte no sólo en los blancos predilectos de toda suerte de estereotipos, sino de ataques verbales y también físicos.

Algunos mensajes contra los/as solicitantes de asilo en algunos países europeos o fuera de este continente y expuesto a través de diferentes medios nos muestran un claro reflejo de lo señalado: «voy a estar frente al centro para solicitantes de asilo. Allí podremos eliminarlos uno a uno. (…) Todo lo que se puede esperar de esta gentuza es violaciones y tráfico de drogas… Me fui de Viena por eso mismo, y ahora esta basura me sigue los pasos. Ninguno de los aquí presentes es racista u odia a los extranjeros. Aquí no cabe más gente, aunque venga del propio infierno, y no vamos a permitir que Malta se africanice. (…) Muchas veces digo que los solicitantes de asilo son un poco de cucarachas, porque todo lo que hacen es tomar, tomar, tomar. Los pondría contra el paredón y los fusilaría» (ACNUR: Refugiados:2006)3

A ello se suma el que se instala en la opinión pública la idea de que los/as solicitantes de asilo y refugio y los/as asilados/as viven una vida parasitaria, es decir, a expensa del erario público, de que son responsables de los robos y todo tipo de delitos en las sociedades de acogida. También se les acusa de ser falsos solicitantes de asilo y de que han llegado a países del primer mundo no huyendo de los oprobios de la guerra y la violencia como suelen manifestar, dicen, sino en busca de vivienda, salud y trabajo, al tiempo que se deja correr la idea de que el país hasta donde algunos/as han llegado o han podido llegar, es el primer país receptor de solicitantes de asilo, lo que configura en la mayoría de los casos un enorme bulo, un insoportable desconocimiento de los verdaderos lugares hacia donde se dirigen las personas que buscan proteger sus vidas, que no es precisamente, por cierto, los países que conforman el mundo industrializado.

En este sentido resulta revelador el artículo de Ruper Colville4 (2006), quien analiza el tratamiento recibido por los/as solicitantes de asilo y refugio y también asilados/as por parte de algunos medios informativos australianos y, dice, que en una investigación realizada por el ACNUR en septiembre del año 2002, se comprobó que en el año 2000, en 631 periódicos regionales y nacionales se daba a entender que Australia se enfrentaba a un elevado número de solicitantes de asilo. Los artículos solían ir acompañados con fotografías de barcos atestados de gente que, sumadas a la parecida cobertura del tema realizada por la televisión, reforzaban la idea de una invasión.

Sin embargo, la realidad es tozuda y para entonces y también para hoy es válido el criterio que Australia no enfrentaba ni enfrenta ninguna invasión, por lo que ante tal alarmismo, prosigue Colville citando al (ACNUR 2006:15)5: «Desde un punto de vista mundial, el número de personas que llega a Australia es muy bajo. Normalmente se habla de ello como si se tratara de una avalancha o una riada, pero en realidad, y comparado con la mayoría de los países europeos, la palabra más adecuada sería goteo. Comparado con la cantidad de refugiados existentes en un significativo número de países en desarrollo de gran pobreza – a menudo cientos de miles e incluso millones–, la cifra de personas que vienen a Australia, inferior a los 10.000 por año, es de hecho bien baja» Y como el caso de Australia, el de otros países del primer mundo. 

4. Los/as refugiados/as y sus vidas Rotas. ¿Una especie de páramo cultural?

Los/as refugiados/as se reproducen y no por generación espontánea, sus dramas discurren silenciosos y son invisibilizados/as y silenciados/as de múltiples y singulares modos, sus vidas rotas y no pocas sumidas en el desamparo más brutal y en medio de improvisados y agresivos campamentos se tornan sin presente ni futuro alguno, algunos/as están allí atrapados/as desde hace ya mucho tiempo y no tienen ni tendrán escapatoria alguna. Aunque parezca increíble, al interior de los campamentos hay generaciones enteras que son la encarnación o prolongación del desarraigo y de la fuga. Esta generación no tiene raíces primarias ni referentes distintos al campo de refugiados/as; estos sitios están convertidos, la gran mayoría, en gigantescas chabolas, en auténticas cárceles del olvido y el dolor y no ofrecen ni pueden ofrecer ninguna inmunidad a quienes han llegado hasta allí buscando protección, tampoco nadie se las puede garantizar y menos en un momento en el que los/as refugiados/as importan cada vez menos a la ONU y a los países en donde están dichos campamentos6.

En  los campamentos todo se vuelve superfluo, aleatorio, eso lo percibí en mi reciente visita a los campamentos Saharui, en el Sahara argelino. Allí no hay lugar como no sea para un militante presentismo y en donde el realismo de la desesperación como dice Michel Pialoux (1975) en otro contexto, se vuelve hermano gemelo de la incertidumbre. Así, la población del mundo que habita en los campos de refugiados/as son seres sin mañana y pese a habitar esos espacios viven sus vidas bajo un déficit aberrante de lugar, de locus, pues no hay espacios en la sociedad para ellos/as y difícilmente lo tendrán siempre que quieran establecer una nueva comunidad de vínculos y hallar nuevos sentidos a la existencia. En muchos casos, en los campamentos de refugiados/as la vida siempre está en juego y la muerte no deja de ser un inexorable destino.

La arremetida del ejército libanés contra refugiados/as palestinos/as del campo de Nahr al Bared hace ya un tiempo es un claro y categórico ejemplo de ello, y antes, en el 2002, la violenta muerte de 45 personas palestinas en el campo de refugiados/as de Jenín, en Cisjordania, es otra clamorosa muestra de semejante tropelía. Y, ello, para no hablar de Sabra y Shatila a finales de los años 80 y de otras experiencias del mismo tenor, las cuales son una mácula para la ONU y para el humanitarismo global. Frente a todo este drama acumulado son pocas las voces que se levantaban para exigir y demandar el respeto por la integridad de los/as refugiados/as en dichos campos, quienes no pocos/as han encontrado la muerte en los mismos, justo cuando han huido de ella de otros lugares. Frente a ello calla y de modo impune la Unión Europea, los EEUU y apenas el ACNUR articula palabra alguna.

5. El silencio de los poderosos y sus infamias.

Y no sólo las grandes potencias industrializadas del mundo callan ante esta difícil situación, sino que basadas en una política de rígido control de los flujos migratorios vienen imponiendo toda suerte de obstáculos a todas aquellas personas que pretenden buscar asilo y refugio en sus sociedades, y a quienes y por demás no dejan de catalogar como inmigrantes económicos, a lo cual le sigue una deplorable política de denegación de asilo, cuando les admiten a trámite la solicitud, a quienes se les admite queremos señalar, cosa cada vez más rara en no pocos países de la Europa del Euro y la Unión, o en su defecto, les deportan de un puerto o un aeropuerto sin ni siquiera escuchar sus argumentos, es decir, los motivos de su angustiosa y dolorosa huida.

En este contexto, solicitar asilo y refugio en las principales potencias industrializadas del mundo se ha vuelto una verdadera odisea, razón que viene a explicar por qué en el último lustro el número de demandante de asilo y refugio en éstos países ha caído de manera estrepitosa y, como un contrasentido, justo en un momento en el que el número de solicitantes de estas figuras ha aumentado, en razón, como no, de guerras como la de Irak, Afganistán, Colombia, Sudán, Somalia y, otras, en donde los EEUU y no pocas potencias Europeas tienen importantes intereses económicos, geopolíticos o de abierta cruzada contra el llamado terrorismo internacional.

Así, resulta paradójico que EEUU, Italia, Inglaterra y Australia, por citar unos casos, auspicien guerras como la de Irak o la de Afganistán, y maten como matan, a civiles y del modo en que los matan, bombardeados; y luego cuando éstos huyen y solicitan asilo y refugio en dichos países y hasta donde llegan después de mil y una peripecia, quien pudiera creerlo, se encuentran con el hecho de que no se les permite ni siquiera, en no pocos casos, presentar la solicitud de asilo o refugio. O, en su defecto, cuando se las admiten a trámite terminan denegadas en la mayoría de los casos bajo el supuesto de que esos países por obra y gracia del pentágono y de los neoconservadores y de su política de guerra preventiva son ya unas democracias

La situación de los/as solicitantes de asilo y refugio y de los/as asilados/as en el mundo es de suma preocupación. Y lo es, porque el fenómeno tal y como lo reconoció Antonio Guterres, Alto Comisionado de Naciones para los Refugiados (ACNUR) en su informe titulado «»Tendencias mundiales 2006», el cual fue presentado el pasado 20 de junio de 2007, no sólo va en aumento sino que los principales países industrializados están mostrando un comportamiento cada vez más renuente a admitir solicitantes de asilo y refugio y a conceder esta figura a quien la requiere. Las cifras dadas a conocer por ACNUR son significativas. De acuerdo a los registros de éste organismo, nada subversivo, por cierto, el número de refugiados/as aumentó de los 8.7 millones, cifra correspondiente al 2005, hasta los 9.9 millones a corte de 2006, lo que representa un aumento del 14% de un año para otro.

En el 2008, más de 11 millones de refugiados/as se reporta por las agencias especializadas en el tema. Colombia, dentro de este parque temático del horror encabeza el ranking7 mundial en cuanto a desplazamiento interno se refiere, y, ello, curiosa y contradictoriamente, cuando en Europa y los EEUU bendicen al régimen turbio que Preside Álvaro Uribe Vélez, il capi de Tutti Capi como un día lo definiera su otrora y hoy finado Exsecretario de Gobierno, Pedro Juan Moreno. Europa, los EEUU y los industriales colombianos celebran las bondades de la Seguridad democrática del Presidente Uribe, es decir, el aumento de la inversión extranjera, del crecimiento económico, etc, pero todo ello teniendo como consecuencia un aumento de la población desplazada y asilada; esa misma que vive como extranjera en el país, o que es devuelta de un aeropuerto europeo o norteamericano en su intento de cruzar la frontera. En este caso preciso es preguntarnos, si Colombia es tan segura de la mano de Uribe ¿por qué no cesa de crecer el número de desplazados/as y de refugiados/as colombianos/as y para quien es la famosa seguridad que tanto se alaba?

Estas cifras no tienen en cuenta, valga decir, los más de cuatro millones de Palestinos/as que viven bajo el amparo de la ONU en países como Líbano, Jordania, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza, y ello gracias al todopoderoso Estado sionista de Israel y de las potencias mundiales que apoyan por acción o por omisión tamaña injusticia. Y dentro de los guarismos referidos — que son víctimas, no se nos olvide— no se incluye tampoco los más de veinticuatro millones y medio (24.5 millones) de desplazados/as internos que hoy existen en distintos países en el mundo y que no son considerados refugiados/as y, ello, sólo porque o no han podido cruzar una frontera próxima o porque no han querido abandonar definitivamente el país donde hoy se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad y siendo rehenes de toda suerte de injusticias.

Así, pocas dudas hay que los/as desplazados/as viven en un locus no legal, no existen para la juridicidad internacional, pues su realidad no es recogida ni reconocida de modo formal en ningún tratado de las naciones Unidas, lo que quiere decir que el ACNUR no tiene mandato sobre dicho colectivo, sin embargo, atiente a un número considerable en todo el mundo, lo que no elimina la vulnerabilidad creciente desde el punto de vista legal y social a lo cual se ven expuestos/as producto de su realidad. Y si los atiende, más allá del moralismo y el humanitarismo confeso e incontestable, es para evitar que las personas salgan en dirección a Europa, Norteamérica o puedan llegar a crear un problema en la zona de huida más próxima, hacía donde seguro se desbordará la situación en primera medida, pues son las fronteras próximas los muros de contención o los primeros anillos de seguridad a la hora de evitar que los desplazados/as huyan hacia los países industrializados del Norte. Esto es lo que hace que en medio de la desatención que viven los/as desplazados/as internos se escuchen algunos slogan y alguna propaganda que hablan de dignificarles y de prestarles alguna atención, cuando ello ocurre, obviamente.

6. Ataque a la Convención de Ginebra y el impulso a la externalización y regionalización del asilo.

El drama que vive este grupo en distintos países de África, Asia y América es aterrador y sin embargo en el seno de la mal llamada comunidad internacional no hay un consenso ni tampoco la voluntad política de definir quién debe responsabilizarse de los/as desplazados/as. Está claro que a muchos estados y gobiernos del norte y del sur les conviene que los/as desplazados/as no crucen ninguna frontera, que se queden encapsulados en las redes y marañas de sus propios contornos geográficos, pues así se pone en práctica las salidas locales y regionales que con gran dosis de entusiasmo y de cinismo impulsan los países industrializados, sobre todo, para evitar la metamorfosis, es decir, el paso de desplazado/a a refugiado/a, y lo que esto significa de cara a la Convención de Ginebra de 1951, marco jurídico internacional que regula lo concerniente al asilo y refugio en el mundo; atacada y puesta en cuestión, valga decir, por dichas potencias en la lógica de hacerle cuando menos un esguince a su cumplimiento o, en su defecto, desconocer su aplicación a través de un notorio ejercicio de malabarismo jurídico.

De este modo, dentro del imperante reino de lo fluido y lo gaseoso que es este mundo hoy, no hay nada que tenga que ver con el refugio y el asilo, con el desplazamiento forzado y con los/as refugiados/as que pueda mantenerse en pie. En este marco referencial se busca entonces y por todos los medios persuadir a quien quiera cruzar la frontera que se abstenga de ello. Así, la política de visados se ha endurecido en no pocos países del primer mundo, y a esto se suma el atacar con medidas duras a los transportistas, el aplicar la Convención de Ginebra de forma restrictiva y conveniente, al tiempo que se aplican planes de acogida en donde la integración de los/as solicitantes de asilo y asilados/as brilla por su ausencia. Amén de crear campos externalizados fuera del marco de la Unión Europea y las figuras de los famosos Terceros países Seguro.

Se trata, sin lugar a equívoco, de ir modelando un esquema de actuación que evite por todos los medios que importantes grupos de personas crucen las fronteras y lleguen con sus rostros demacrados al cómodo primer mundo. Si llegan algunos/as a países del sur la cuestión es tolerada y hasta admitida. Así, en el contexto europeo desde 1992 una serie de resoluciones se ha venido imponiendo desde el mundo de la Comisión y el Consejo de Europa y en donde ideas como el de Asilo Interno y los terceros países seguros, ponen en clara vulnerabilidad a quien pretende solicitar esta figura en Europa, bajo el pretexto de que al interior de su país había zonas seguras, locales o regionales, y hacía donde se debía buscar refugio antes de tomar la decisión de llegar a Europa.

Así, de modo ortopédico ha ido ganando cuerpo y dimensión el atender a los/as desplazados/as en sus propios marcadores geográficos, es decir, in situ, como lo dice Joly8, pues ello resulta muy conveniente en tanto en cuanto la problemática no deja de ser una cuestión local o a lo sumo regional, lo que se explicaría, por un lado, dentro de la configuración de la matriz estado-céntrica, y, por el otro, como un problema fundamentalmente interno, propio del país que afronte dicha situación, o del país o los países vecinos, lo cual avala en cualquier caso la tesis de la solución regional que vienen proponiendo importantes gobiernos industrializados, no sin el guiño del ACNUR, quien en un ejercicio de humanitarismo no menos cuestionable en muchos casos, sin duda, busca a toda suerte de actores del Jet Set9 mundial con el fin de promover campañas que despierten la sensibilidad por el drama que viven millones de desplazados/as en el mundo, mientras se reserva críticas contundentes contra las potencias mundiales frente a este dolor acumulado y ante la tentativa cada vez más cierta de yugular éstos la Convención de Ginebra o lo que queda de ella.

No hay duda que para las potencias industrializadas resulta muy conveniente que los desplazados/as internos sean atendidos in situ, cuando lo son por el ACNUR, pues este mecanismo encaja de modo perfecto con sus presupuestos escapistas a la hora de cumplir con la Convención de Ginebra. El hecho que los/as desplazados/as se queden donde se produce el fenómeno no les obliga a los países del primer mundo a otorgar protección legal alguna en ninguna de sus modalidades hoy conocidas: estatuto de refugiado o protección por razones humanitarias, lo que supone no brindar ni asentamiento permanente en el país de exilio, ni reasentamiento tras una estancia temporal en países de tránsito y mucho menos repatriación desde éste último (Joly:2005:129)10. En este sentido hoy pierde significado de modo acelerado la búsqueda de soluciones duraderas a quien pretende huir, antaño dice Joly, esa «solución duradera estaba determinada por el hecho de cruzar una frontera internacional, ahora su significado ha cambiado e incluye principalmente protección dentro del país de origen y repatriación desde soluciones temporales, en el caso que se haya cruzado alguna frontera, sobre todo si se trata de una frontera de un país del primer mundo, pues en países del sur hay millones de refugiados/as y no hay el interés de que sean repatriados por distintas circunstancias

Así, hay que decir que, el desplazamiento interno (y con él los y las desplazadas) que se instaló de modo inicial como un mecanismo de acomodo provisional, ha pasado a constituirse con el correr del tiempo en un régimen de existencia con importantes rasgos de perpetuidad, lo que lo ha llevado a convertirse en el sustituto funcional y en la solución duradera a la vieja noción de fuga que adquiría cuerpo y representación en el atravesar una frontera. Hoy atravesar una frontera en el sur o en el norte no es garantía de nada, nadie quiere a los/as refugiados/as que se arremolinan en los aeropuertos del primer mundo o en importantes regiones de algunos países del sur. A no pocos se les ha obligado a retornar una vez estando dentro, «retornos forzosos ha aplicado Irán contra población de Afganistán y Azerbaiyán, y lo mismo a hecho Bangladesh contra población Birmana, Tailandia contra población Birmana y de Camboya, desde Tanzania y el Congo a Ruanda, desde Alemania a Bosnia y desde los EEUU a Haití y Cuba«. (Joly:ibid:130)11.

7. Levantar muros y cárceles, huir de los indeseados.

Los países del Primer Mundo han creado un cordón sanitario que los proteja de los indeseados solicitantes de asilo y refugio. Un conjunto de mecanismos sincronizados han puesto en movimiento para tal logro, no sin éxito, los cuales constituyen una suerte de anillos concéntricos de seguridad sobre si. Éstos mecanismos y siguiendo a Sami Naïr (2006:184) están cada vez más armonizados y contemplan pedir visas a un número cada vez mayor de países, sobre todo, aquellos en los que se libran conflictos, de igual modo, supone cartografiar lo que han pasado a llamar soluciones estables al interior de cada país, en donde el desplazamiento interno juega un gran papel, asimismo han ideado la figura de países de primer asilo y programas de reinstalación, todo ello fuera de las fronteras de Europa, y en donde los/as aspirantes a solicitar asilo y refugio podrían presentar la solicitud, ser estudiada y luego y en función de criterios de elegibilidad ser admitido o no como refugiado/a, después de lo cual podría el elegido/a ingresar a cualquier país de la Unión bajo la modalidad de procedimientos de entrada previamente definidos. Los/as no admitidos/as, serán dentro de la lógica socialdarwinista los/as menos aptos/as, los menos competentes y están y estarán condenados/as a ser devueltos por donde entraron.

Esto, en suma, es lo que se ha dado a conocer como la externalización del asilo y el refugio en Europa, y a eso apuestan no sin prepotencia revestida de humanidad los países de la Unión por convicción. Esta claro que lo que se pretende es, por un lado, quitarle peso especifico a la figura del asilo y el refugio, y, por otro lado, dinamitar las bases de la Convención de Ginebra. Con Sami Naïr (2006:185) comparto el criterio inamovible que «En realidad, el estatuto de los refugiados está hoy desnaturalizado debido a esos dispositivos. —En este contexto— El asilo ha dejado de concebirse como un derecho individual y subjetivo para pasar a ser una oferta del país de acogida. Al mismo tiempo se halla instrumentalizado con vista al control y gestión de los flujos migratorios. En esas condiciones, es legítimo preguntarse si ello no significa, a largo plazo, la muerte de asilo. Lo que, inevitablemente, llevaría a cuestionar el concepto de refugiado«12

Y como complemento de todo lo anterior hay que decir que, cuando en el lenguaje oficial de las grandes potencias industrializadas del mundo se reconoce el drama y el dolor derivado del exilio y el refugio que han podido acumular millones de personas en su fuga impuesta, es para proponerle el mágico concepto de retorno, el cual se vende de forma punzante por gobiernos y ONG revestido de una aparente preocupación por la situación en que viven o se encuentran viviendo los/as asilados/as o, en su defecto, los/as solicitantes de asilo. En este sentido, se pretende dar a entender al o los/as refugiados/as convertidos/as para la ocasión en menores de edad y en sujetos del humanitarismo, que su drama es bien interpretado y en correspondencia con ello se le propone el retorno, el regreso, y ello para evitar profundizar aun más su drama.

En esta lógica perversa, muchas veces, pues para no pocos/as eso sería su boleto a la muerte, el retorno se adereza con pequeñas dosis de dinero, para que, según, dice la lógica oficial y no con gran dosis de cinismo, el nuevo aterrizaje al país de donde salió huyendo para salvar la vida, no sea tan duro, tan indomesticable. Así, se les vende y no con arrogante ironía la visión de que son personas emprendedoras y que pueden lograr sus metas en el mundo, es decir, se les presenta un discurso que alivia sus neurosis, sus miedos, lo que no tiene nada que envidiarle a lo expuesto por Paulo Coelho en su prolífica obra y en donde el éxito no depende de la posición económica, social y política que se ocupa en el mundo, un mundo globalizado y productor de pobres en serie, como en el modelo post-fordista, sino en la incompetencia y la falta de habilidades y destrezas en el plano de lo espiritual.

Así, si se hablaba en el 2007 que los refugiados/as en el 2006 habían aumentado13 sólo un 14 % en relación con el año 2005, es porque miles de desplazados/as no habían podido cruzar la frontera persuadidos/as por toda una gama de políticas restrictivas a la movilidad de personas, (lo que no ocurre asi con los capitales especulativos de George Soros y otros), o porque otros han huido como inmigrantes en distintas direcciones y presos del anonimato no han querido exponerse a lo tortuoso que representa solicitar asilo en no pocos países hoy. En este sentido, Colombia hoy por hoy es un caso paradigmático en esto de hallar soluciones locales y regionales a lo que podría ser un fenómeno masivo de refugiados/as, pues presenta según cifras conservadoras 3 millones y medio de desplazados/as internos y sólo una parte considerable, 500.000 mil han podido salir del país, dice Philippe Lavanchy, Director del ACNUR para las Américas, de las cuales sólo 15.000 solicitaron asilo o porque tienen mucho miedo o simplemente desconocen el sistema del ACNUR (El Comercio:2007).

Dicho lo anterior resulta comprensible que, muchos /as reúnen la condición para ser solicitantes de asilo y sin embargo han prescindido de este mecanismo. Casos clamorosos como el de los/as desplazados/as en Colombia, Somalia, Afganistán, Irak y otros, es lo que le permite hablar al ACNUR de registros de crecimiento de refugiados/as en el mundo por debajo de la cifra que realmente deberíamos de estar hablando y, ello, gracias a la política de contención de los/as desplazados/as en sus marcos de referencias espaciales, lo que equivale a decir al encapsulamiento del problema, bien sea en la escala nacional o regional, lo que mantiene por ahora a Europa y EEUU un poco distante del objetivo de la fuga de quien huye o quienes huyen de la barbarie.

Esta multitud de hombres y mujeres son los que constituyen, esa especie de marea planetaria de residuos humanos de la cual habla Zigmunt Bauman (2005:80)14 con mucha profusión y con no menos verdad. Todos/as estas personas: asilados/as, desplazados/as y solicitantes de asilo y refugio suman casi cuarenta millones de personas en fuga permanente, son los indeseados/as del sistema mundial, tanto a escala global como en los marcos internos de referencia geográfica. Y es a esta muchedumbre, sin duda, a la que se quiere evitar a como dé lugar, por ello se refuerzan las fronteras, se les pretende mantener en espacios acotados y en una suerte de no lugares, pues se trata de que la opinión pública no vea sus cuerpos marcados por el horror y la violencia y, además, de que no se conozca en profundidad los ecos de la guerra de la cual huyen.

Las cifras anteriores llevador al ACNUR a definir y no de modo prejuicioso el año 2006 como un año negro en materia de asilo y refugio. Y no es para menos, pues mientras se exacerban los conflictos en el mundo, los países desarrollados aplican criterios cada vez más inalcanzables para que cientos de hombres y mujeres puedan impetrar en sus contornos el derecho a solicitar asilo y refugio. Ya ni siquiera el derecho a solicitarlo es claro y mucho menos el derecho a ser concedido. Dentro de todo este oprobio, el conflicto Iraquí ha hecho vomitar dos millones y medio de refugiados/as más en el mundo (más dos millones de desplazados/as internos/as) y la población de Afganistán que está en esta misma situación supera los 2 millones refugiados/as. En Afganistán la población hace poco huía de la horda taliban y de los señores de la Guerra, ahora huye, que ironía, de la OTAN y sus balas asesinas. El grueso de quienes huyen de estas zonas, no buscan a Europa, se quedan en los bordes del país, en Siria, Jordania, Irán. La CEAR en el informe que ahora publica señala que en los países antes anotados hay más solicitantes de asilo y refugiados/as que n toda Europa junta.

En Irak, la guerra propiciada por los EEUU y su coalición no sólo no ha llevado la democracia y la libertad que prometió, sino que dicha coalición en calidad de potencia ocupante propicia con su accionar que un número considerable de personas hayan y estén saliendo del país, de lo que queda de éste, y ello para no señalar que no ha sido ni será capaz de frenar la ola de atentados que promueven las distintas facciones que constituyen la sociedad iraquí, las cuales compiten entre sí de modo agresivo por imponer cada una su hegemonía religiosa, política y económica. Cinco años después de la ilegal e ilegitima guerra contra el pueblo iraquí muchas cosas brillan por su ausencia y, otras, proliferan y a borbollón. Entre las grandes ausencias se hallan, sin duda, la pretendida democracia y un orden armónico para la región de oriente medio. Entre las cosas que abundan hoy están, entre otras: los atentados de la resistencia sunni que usa el terrorismo con fines políticos contra las potencias ocupantes, contra el ejército iraquí y contra la población civil, (lo propio hacen algunos sectores del ala shií); los/as refugiados/as que han salido en dirección a países limítrofes y también hacia los EEUU, Europa y Australia y en donde al decir verdad les cierran las puertas; de igual modo prolifera el hambre, las enfermedades, el saqueo y la muerte, y los intentos cada vez más vigorosos, como no, por desmembrar al país.

8. África y el señor Kurtz

Nada distinto acontece con la población que huye de la República Democrática del Congo, país despedazado por algunos de sus países limítrofes y quienes actuando al servicio de intereses particulares y de no santas multinacionales europeas se apoderan, sin equívoco alguno, de sus principales riquezas extractivas. Una década de imparables guerras en la República Democrática del Congo (RDC) deja un triste balance en pérdidas humanas y en vidas fragmentadas en el conjunto de la población. La primera guerra de la última década que se produce en esta excolonia de Bélgica se produce entre 1996 y 1998, ella traería como resultado no sólo el derrocamiento en 1997 de Mobutu Sese Seko a manos de Laurent Kabila, sino una trágica crisis humanitaria, pues señala Cécile Pouilly15 (2006:8) que a principio de 1996, (es decir en los prolegómenos de la guerra) 431.000 refugiados (as) habían salido de la RDC en busca de un lugar seguro en el extranjero. Lo anterior denota el grado vertiginoso en que empezó a crecer el movimiento de personas una vez iniciada esta primera guerra.

Llama la atención según el trabajo de la investigadora antes citada que, de esas 43.1000 personas que salieron buscando asilo, 384.000 de ellas lo solicitaron en los países limítrofes, lo que equivale a un 89.10% de total de las solicitudes y éstas se produjeron en países como Tanzania (150.100), Zambia (61.200), Congo (56.400), Ruanda (41.400), Uganda (20.600), Burundi (20.400), Angola (13.500), Sudáfrica (10.600), Zimbawe (6500) y República centroafricana (3.300). El resto, es decir, 47.000 (10.90%) solicitantes de asilo buscaron refugio en Europa y Norteamérica y la distribución según los casos más representativos es la siguiente: Francia (8.500), Reino Unido (6.500), Alemania (6.300), Canadá (5.100), Estados Unidos (2.400) y otros (18.200). Los demoledores datos aportados por Pouilly son muy sintomáticos del lugar hacia donde verdaderamente van a parar los/as solicitantes de asilo y refugio que se producen en el llamado Tercer Mundo hoy.

Así, si algo me permite realizar los anteriores datos es, sin lugar a equívoco, una puntualización bastante genérica y es que, el caso de la RDC es un fiel ejemplo de la dirección y la trayectoria que siguen los hombres y mujeres que huyen de la violencia buscando protección, es decir, que no van de modo mayoritario a Europa ni al resto de países del Primer Mundo como los Primeros Ministros o Presidentes de Estado y Gobierno de éste señalan, sino que los/as solicitantes de asilo o asilados/as en su gran mayoría están o se dirigen a los países empobrecidos, es decir, se quedan en los bordes, en los márgenes del asimétrico sistema mundo, razón por la cual es inexplicable y poco comprensible que se acuse por parte de las potencias desarrolladas una cierta fatiga en relación con la política de asilo y refugio.

Así, cuando se afirma contra toda evidencia que es a Europa y no al Tercer Mundo el lugar hacia donde se dirigen la gran mayoría de los/as solicitantes de asilo y refugio y los/as refugiados/as, lo que se pretende poner en circulación es una suerte de ideologema, el cual parafraseando a Cristina Blanco (2005:14)16 es presentado con un ropaje marcadamente etnocéntrico y, sobre todo, tratando de dar la impresión de que este tipo de migración sigue la estela Sur-Norte, es decir, la senda de «occidente», lo que deja correr la creencia que, quienes huyen se concentran en el mundo occidental, libre de guerras y calamidades. Sin embargo, frente a esto puntualiza que, de los más de 19 millones de personas que estaban bajo el mandato de amparo del ACNUR en 2005, casi el 40% se encontraba en África y más del 60% entre África y Asia. Esta cifra, aclara, no se debe a la concentración del colectivo de desplazados internos, como pudiera creerse a causa de conflictos armados y persecuciones en estos continentes, sino fundamentalmente al colectivo de refugiados propiamente dicho; esto es, al grupo de aquellos que se encuentran fuera de su país y no pueden regresar a causa de temores fundados.

Prosiguiendo con el caso del Congo, defenestrado Mobutu y hecho con el control Kabila, gracias a la estrecha colaboración de su ejército rebelde y el de sus aliados, es decir, el de los gobiernos de Uganda y Ruanda, las premisas para la segunda guerra estaban dadas y más como quiera que Kabila se negó a actuar en función de los designios de sus aliados, quienes perseguían, entre otros objetivos, los siguientes: seguridad y acceso a las inmensas riquezas que se encuentran en la RDC. En este marco dice Pouilly (Ibid:6)17Para Ruanda, la guerra tenía como motivo un imperativo de seguridad. En concreto, la necesidad de eliminar la amenaza que suponían para sus fronteras las milicias hutus ruandeses huidos del país (y apostadas en el Este de la RDC, en particular en los campos de refugiados de Goma y Bukavu) tras protagonizar el espantoso genocidio de 1994, durante el que se produjo la masacre de más de 800.000 tutsis y moderados Hutus«

La poca capacidad del gobierno para garantizar el orden en todo el país, los intereses geopolíticos y económicos de los Estados y gobiernos vecinos representados en sus ejércitos de ocupación, la utilización de las diferencias étnicas y culturales con fines políticos por distintos actores: iglesia, partidos políticos, etc, las multinacionales con intereses extractivos en el país, los distintos señores de la guerra al servicio de toda suerte de intereses, y el poco interés de la comunidad internacional por la cuestión humanitaria, serían, seguro, con el correr del tiempo los insumos que daría reinicio a una guerra en donde todo tipo de violaciones a los derechos humanos se conjugaría contra la población civil, la cual despavorida prendería marcha en distintas direcciones. Las violaciones, las masacres, las torturas, el trabajo forzado, los saqueos, los incendios de poblados y, demás, muy pronto convertirían al país entero y en especial a la región de los lagos en un verdadero agujero humanitario.

Dentro de este panorama dantesco, la población civil y perteneciente a las más disímiles etnias terminaría en un remolino de enfrentamientos, en donde ellas serían las víctimas y victimarios. La región oriental del RDC se convirtió como una gran parte del país en una región inestable, pues las masacres perpetradas por el ejército de la RDC en Burundi, por ejemplo, contra solicitantes de asilo congoleños ubicados/as en el campamento de Gatumba en agosto de 2004, o las practicadas por los temidos Mai-Mai, los Interhamwe o por los rebeldes Hutus congregados en las Fuerzas Nacionales de Liberación contra tutsis congoleños en el noreste, en particular, en la provincia de Cibitoke, son una muestra bien clara del clima que se vivía por entonces y las distintas alianzas e intereses que se movían allí.

Esta segunda guerra que comenzó en agosto de 1998 terminó congregando a todo tipo de actores, al punto que al menos siete Estados y gobiernos se jugaban su seguridad y también su economía en la RDC. Así, esa guerra denominada por algunos no sin exageración de guerra mundial africana, dio como resultado que el país sufriera una importante fragmentación, de tal modo que, como dice Pouily (ibid:7), éste quedara —-dividido—–más o menos del siguiente modo: una zona controlada por el gobierno en el Oeste, (con epicentro en Kinshasa, la capital y poco más), y una zona rebelde en el Norte y Este, ocupada por las cambiantes coaliciones de distintas facciones, entre otras el movimiento por la Liberación del Congo dirigida por Jean Pierre Bemba (el candidato que perdió las elecciones presidenciales de 2006). Una década de guerra en la RDC causó y sigue causando una crisis humanitaria poco común, pero que como muchas entró en la fase de las guerras olvidadas.

El Acuerdo de Sun City, firmado en diciembre de 2003 en Sudáfrica, ha significado no sólo un pare en la espiral de violencia que ha vivido el país, sino la posibilidad que los distintos actores armados hayan pensado en la desmilitarización del conflicto y en la necesidad que cese la ocupación extranjera, seguido todo ello de un proceso en donde un nuevo marco político y eleccionario redefiniera e incluyera a nuevos sectores sociales y políticos. Atendiendo a este clamor, en diciembre de 2005 una amplia mayoría de la población (85%) dispuso a través de referéndum un nuevo marco jurídico político, es decir, una nueva Constitución, la cual fue promulgada por Joseph Kabila, en febrero de 2006, lo que dio lugar a la primera etapa de la transición política y a la cual le siguió el proceso eleccionario del mes de julio de 2006 y en donde ganó en primera vuelta Kabila, no sin las acusaciones de fraude y con los muertos de rigor.

La segunda vuelta registrada en octubre de ese mismo año daría una vez más como ganador a Kabila y esta vez con un 58% del potencial electoral. El Tribunal Supremo en noviembre de 2006 ratificó el triunfo del Presidente Kabila y se temía que esta decisión impulsara a Jean Pierre Bemba18, candidato perdedor a un levantamiento en armas, lo cual no sucedió, pero, la situación humanitaria dista de ser mejor para millones desplazados/as internos/as y de los/as refugiados/as mismos/as, muchos/as de los/as cuales siguen viviendo en ruinosos campamentos en distintos países limítrofes: Burundi, Ruanda, Tanzania, Zambia y Uganda y, de igual modo, hay que anotar que refugiados/as de países como Burundi, Ruanda, Zambia y Uganda se encuentran en tal condición en RDC, lo que decir que éste país es una zona expulsora y a la vez receptora de refugiados/as. La situación en la RDC dista ser un idilio, pese a los esfuerzo por mantener la paz..

En Darfur, oeste de Sudán, un genocidio se ha practicado por parte de los Yanyawids, de origen árabo-musulmán contra un número importante de grupos étnicos de origen negro (cristianos y animistas), y entre quienes están los Fur, Massalit, Medob y Zaghawa, y contra quienes las violaciones, los asesinatos, la destrucción de caseríos y los desplazamientos se han operado de modo inmisericorde. Según cálculos conservadores hoy son más de dos millones cuatrocientas mil personas desplazadas y más de doscientas mil refugiadas se encuentran en el vecino Chad, y ello para no hablar de un grupo importante de refugiados sudaneses que se encuentran en Uganda y quienes huyeron de los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y miembros del Ejército Popular de Liberación de Sudán.

Pese al acuerdo de Paz recientemente firmado entre el Gobierno y un grupo del Ejército de Liberación de Sudán, en particular el encabezado por Minni Minawi, el desangre persiste, pues otras facciones no se encuentran recogidas en el acuerdo, pues no ven que el retorno de los/as desplazados/as y refugiados/as pueda concretarse y tampoco perciben que el Gobierno de Sudán tenga la disposición de poner freno al comportamiento genocida de los Yanyawid, a quienes las autoridades de Jartum han apoyado incondicionalmente. En Darfur, visto lo visto, se estaba presentando un genocidio desde hace mucho tiempo y sólo la ONU y otras potencias no querían verlo, como tampoco vieron el genocidio ruandés, el Bosnio y el de los/as indígenas guatemalteco en su momento.

9. La Convención de Ginebra en franca agonía.

La Convención de Ginebra de 1951 nace y se desarrolla en el marco de la Guerra Fría, es decir, en medio de la confrontación ideológica, política, económica y militar entre los ejes Washington- Moscú. Su alcance inicial está enmarcado en el espectro geográfico europeo y sólo hasta 1967 con la definición del protocolo de New York se removieron los obstáculos que impedían la utilización de carácter universal de dicho instrumento a la hora de garantizar protección a quien huía de la violencia. Desde el punto de vista histórico y político la Convención se enmarcaba en el sistema de Estado- Nación y se ve en ellos a los únicos agentes capaces de producir huidas y persecuciones por razones ideológicas, políticas, religiosas y demás. En el momento fundacional de la Convención y en eso parece existir un consenso, los refugiados/as adquirieron un preponderante valor ideológico, pues para nadie es un secreto que las sociedades abiertas y liberales de occidente otorgaron asilo y refugio a los perseguidos/as por los regimenes comunistas, no sin cierto grado de generosidad, y así hay que señalarlo, y ello para propiciar la deslegitimación y el descrédito de éstos regimenes, lo que se traducía políticamente en posicionar la superioridad moral de las sociedades capitalistas de occidente sobre aquellos (Joly:ibid.116-117)19

Además de las razones políticas e ideológicas que llevaron a los países europeos occidentales a aplicar de modo generoso la Convención de Ginebra estaban entre otras, las siguientes: el mea culpa de haber «visto como el nazismo y el fascismo habían eliminado a millones de personas, a muchas de las cuales, se les había denegado el permiso para entrar y obtener el asilo en otros países Europeo» (Joly:ibid:117) o deportado o retirado la nacionalidad que no pocos habían obtenido de uno de estos países, sobre todo a la población de origen judío, (Arent20:362), de igual modo, no hay que perder de vista que la concesión de asilo durante este periodo en muchos casos se dio como quiera que una gran parte de la Europa del norte y occidental requerían para generar su proceso de reconstrucción al amparo del Plan Marschall y de los victoriosos EEUU, de un gran número de trabajadores migrantes, que no tenían, por cierto, pues la Segunda Guerra mundial había dejado un balance terrible en pérdidas humanas.

Al respecto Robie Robertson21 en su fascinante texto titulado tres olas de Globalización y citando a Kennedy (2005:224) nos dice que, «seis años de guerra habían acabado con la vida de sesenta millones de personas: casi un sesenta por cierto de ellas eran civiles, el cuarenta por ciento rusos, el trece por ciento polacos y el once por ciento alemanes. Más de once millones de personas fueron desplazadas, diez veces más que la primera guerra mundial, y sólo en Europa oriental había cuarenta y seis millones de refugiados»

Lo anterior nos advierte que cuando se define a este periodo como el momento de oro del asilo y el refugio no hay que soslayar que primó más allá de un nuevo moralismo sobre la protección humana, profundas razones pragmáticas desde el punto de vista político, demográfico, ideológico y económico por parte de las potencias europeas y de los EEUU, lo que no fue óbice para que importantes expresiones del movimiento social mundial de la época propugnaran porque este derecho fuera reconocido con todas sus prerrogativas para quien lo requería. Hay que anotar que la Convención de Ginebra de 1951 no fue ratificada inicialmente por la totalidad del sistema de Estado existentes para esta época, «para 1960, sólo 16 Estado la habían reconocido y en 1967, según Joly, ratificaron el protocolo. Para 1995, prosigue, los Estados signatarios de la Convención de 1951 y del Protocolo de 1967 sumaban 127 en todo el mundo» (Joly:ibid:118).

La arquitectura ideológica y política que rigió a la Convención de Ginebra hasta 1970 según Jaeger (1992, citado por Joly:ibid;118)22 fue fundamentalmente liberal, por lo cual hay que señalar que consagró e incorporó dentro de sus procedimientos la concepción de «libertad individual» y además otorgó garantías socio-económicas y jurídicas al perseguido/a, lo que supone no sólo la existencia de un régimen de acceso cuando de solicitar refugio se trataba, sino también que involucraba e involucra aún y en menor medida aspectos relacionados con la definición de un estatuto y los elementos definitorios de la protección, verbigracia, documento de identificación, documento de viaje, garantías económicas, posibilidad de trabajo, etc. Hay que anotar que con el Protocolo de 1967, la Convención de Ginebra suprimió la limitación geográfica y temporal que la caracterizaba y desde entonces dejó de ser un instrumento que garantizaba el asilo sólo a los/as europeos/as del Este. Dentro de este nuevo referente refugiado pasó a ser considerado/a «toda aquella persona que por un temor justificado a ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social o por sus convicciones políticas se encontrara fuera del país cuya nacionalidad poseía y no pudiera pedir protección a este país o debido a sus temores no deseara pedirla» (Bade23:2000:296)

Aun con las críticas de rigor, no hay duda que el periodo que va de 1951 a 1967 fue muy interesante para quien por razones ideológicas y políticas tuvo que huir del Este de Europa. Por las razones instrumentales ya señaladas o por otras consideraciones añadidas, lo cierto fue que el asilo se concedía en importantes países de Europa en condiciones favorables para quien lo requería. En esta primera etapa, los requisitos que se exigían para obtener tal estatuto adolecían de la rigurosidad y de los principios selectivos que hoy se consideran a la hora de otorgar el estatuto de refugiado a quien lo solicita. El refugiado en esta temporalidad le era relativamente fácil encontrar garantías socioeconómicas, laborales y de integración en la sociedad de acogida. Este criterio generoso no hay duda que se produjo en parte a la necesidad de mano de obra calificada y no calificada que requerían los países europeos que iban a la cabeza en cuanto a la concesión de asilo y refugio, y ello coincidió de modo significativo con un gran periodo de expansión económica en el conjunto de las sociedades europeas. Este refugio en parte y como hemos anotado provenía fundamentalmente del Este de Europa.

Desde 1967 hasta 1990 la política de asilo y refugio en Europa adquiere algunos elementos que resulta propio señalar, pues los/as solicitantes de asilo y los/as asilados/as y refugiados/as ya no provendrán sólo de la Europa del Este, sino que lo harán de no pocos países del Tercer Mundo, en donde se estaban librando todavía luchas anticolonialistas y de liberación nacional, o, en su defecto, provenían de regímenes dictatoriales como los que se habían instaurado en el cono sur del continente americano y en algunos del sudeste asiático. De este modo, hasta mediados de 1970 la mayoría de los solicitantes de asilo en Europa eran del Este del continente; desde entonces y hasta mediado de 1980 la correlación cambiaría y serían los solicitantes del Tercer Mundo el grupo más numeroso; al finalizar la Guerra Fría volvieron a imponerse los del Este y del Sudeste de Europa (Baden:ibid:296)24. Durante este periodo y pese a la crisis del petróleo de 1973, el número de solicitantes de asilo creció en algunos países de modo considerable, Alemania, en particular, en 1980 registró más de 100.000 solicitudes, derivado ello, dice Baden, de la crisis política en Polonia y también debido a la toma del poder por parte de los militares en Turquía, lo que generó una salida importante de población Turca en dirección a Europa y en particular a Alemania.

El aumento de la migración en Europa a partir de finales de 1970, el malestar por la falta de empleo, la precarización laboral en importantes bolsas de la población y la pérdida de significativos derechos en sectores sociales en muchos países de Europa occidental; lo que se tradujo en un encogimiento del Welfare State, muy pronto pusieron el tema del sostenimiento de los/as solicitantes de asilo y refugio en el centro del debate político, lo que se fue traduciendo en un malestar generalizado y ganando espacio en importantes partidos políticos de derecha y de extrema derecha, quienes empezaron a utilizar este tema como mecanismo de movilización política y a dejar correr slogan con tintes profundamente racistas y xenófobos y en donde los migrantes y en particular los asilados/as y solicitantes de asilo eran el blanco predilecto.

En la antigua República Federal de Alemania el debate adquirió ribetes alarmantes y preocupantes, así «los costes que generaba la acogida de los demandantes de asilo (….) en 1989 y 1990 —era-de unos cuatro mil millones de marcos alemanes cada año, –ello-desempeñaba por lo tanto un papel fundamental en las campañas populistas en contra del asilo que se lenizaban especialmente durante los periodos electorales. Los desempleados autóctonos, los extranjeros con empleo y los solicitantes de asilo extranjeros se contabilizaban en la misma cuenta en una falsa ecuación que los igualaba, aunque el tema del asilo se situaba siempre por delante del tema extranjero» dice Baden25 (297). Y como en la antigua RFA, Alemania, Austria, Francia y demás.

Esta situación hizo que los partidos políticos en el gobierno no fueran ajenos a este tipo de presión y dado la situación a las que se enfrentaban no pocos gobernantes, empezaron a tomar medidas que de manera lenta pero segura fueron cambiando la naturaleza del asilo y el refugio en el marco de la Unión Europea. Mientras esto sucedía se sulfuraba la idea de que Europa estaba siendo invadida por nuevos bárbaros, los cuales procedían del Tercer Mundo y también de la Europa del Este. Las medidas fueron, dice Baden, no empezar a reconocer como refugiados/as a los/as polacos/as que huían ante la posible amenazada Soviética al amparo de la Doctrina Breznev (1981) y de las leyes de Guerra de diciembre de 1981 y diciembre de 1982. A estos Alemania no les levantó la exigencia del visado y Austria se las impuso nuevamente en 1981. Esto marca un hito importante, pues atrás había quedado el tiempo en que los polacos eran recibidos como una suerte de héroes. La desconfianza de las autoridades en algunos países de Europa fue creciendo de tal modo que las medidas para solicitar asilo se hicieron más restrictivas y la visión de una Europa Bunker en materia de refugio empezaba a adquirir forma.

El punto culmen de todo este proceso lo determinaría el fuerte crecimiento del número de solicitantes de solicitantes de asilo y refugio procedentes del Tercer Mundo, quienes muchos/as por razones evidentes y otros/as, justamente no la gran mayoría, buscando caminos más flexibles para llegar a Europa se vieron abocados a utilizar el mecanismo del asilo y el refugio, lo que dio lugar a que en los gobiernos de los países de Europa se empezara a considerar que los que venían no eran verdaderos/as solicitantes de asilo y refugio sino impostores, y, por tanto, meros refugiados económicos. Desde entonces, Europa viene asumiendo a los/as solicitantes de asilo bajo esta percepción y después de la caída del muro de Berlín y, por ende, de la muerte de la guerra fría, el criterio que ha venido imperando es que son cada vez menos los/as refugiados/as políticos y cada vez más las personas que huyen de su países por razones económicas y que se hacen pasar por perseguidos.

10. La Directiva de la Vergüenza: Europa y sus miserias.

La situación de los/as solicitantes de asilo, los/as asilados/as y de la población migrante se ha complejizado desde los trágicos hechos del 11 de Septiembre de 2001. Desde entonces el dispositivo de la lucha global contra el terrorismo y la delincuencia ha puesto a éstos grupos en franca vulnerabilidad y los ha condenado no sólo a la mayor de las estigmatizaciones, sino que ellos se han convertido en el blanco predilecto de ataques xenófobos y racistas, tanto por parte de miembros de las sociedades civiles en los países del norte y algunos del sur – Italia y Sudáfrica, por ejemplo así lo testimonian, y también por parte de Estados y gobiernos como los que integran la Unión Europea y para quienes ser inmigrante es sinónimo de ser delincuente, sólo basta leer la aprobación de la Directiva de la Vergüenza aprobada en el día de ayer, y los solicitantes de asilo y refugio terroristas en potencia.

Ayer 18 de junio, sin equívoco alguno, es un día histórico. Y lo es, pues una vez más Europa deja ver que su supremacía moral no es otra cosa que una vulgar y detestable retórica. Por fin una vez más Europa se muestra como lo que es: bárbara e implacable. Al aprobar la Directiva de la Vergüenza la Unión Europea ha puesto de presente que ha triunfado la estupidez y la perversa lógica de criminalizar a quienes huyen no sólo de la pobreza planetaria; pobreza que por demás y eso hay que subrayarlo, el primer mundo con paciente esmero y a través de una tupida red de mecanismos contribuye a generar; sino también que se ha impuesto el perseguir a quienes huyen de las guerras y la violencia que implementan Estados y gobiernos amigos y a los cuales apoyan o estimulan cuando le dan patente de corso a personajes como Álvaro Uribe Vélez, Teodoro Obiang, Hamid Karzai, y una galería bien grande de detestables gobernantes africanos, siempre y cuando, bien es decirlo, éstos garanticen con obediencia ciega y fe inquebrantable que las principales riquezas que comportan sus países logren llegar las «democráticas sociedades europeas» para seguir alimentando la prosperidad de éstas en el injusto escenario de la economía global.

Así, la Directiva de la Vergüenza que aprobó la Eurocámara con 36726 votos a favor, 197 votos en contra y 106 abstenciones, devela la naturaleza racista y xenófoba que habita en los principales gobiernos de la Unión en estos momentos y también muestra el interés que tienen por enviar mensajes de tranquilidad al conjunto de sus ciudadanos/as que hoy en medio de la perplejidad y el miedo a perder el empleo o el mal empleo – lo que equivale a decir, defender la precariedad laboral; o ante el asombro de ver cómo aumenta la inflación producto de los altos precios de los carburantes y como golpea esto sus cada vez más maltrechas economías familiares, y ello para no hablar de la crisis de las hipotecas, han visto en esta medida poco práctica, pero sí agenciadora27 de miedo contra la población inmigrante, una salida a la crisis generalizada que no encuentran como resolver con inteligente ingenio.

Para calmar la neurosis colectiva de sus con-nacionales el grueso de la Eurocámara aprobó que la población inmigrante que se encuentre «sin papeles» debe ser retenida – secuestrada diría yo — en centros de internamientos por seis meses antes de ser repatriado a su país de origen o a donde el interés de los poderosos dicte. Si este tiempo no fuera suficiente, así está inhumanamente previsto, el plazo puede extenderse hasta por espacio de un año, tiempo durante el cual el candidato a ser expulsado – o como dicen en el argot del gran hermano, serie de gran consumo para el embrutecimiento colectivo, el nominado— no gozaría de ninguna protección jurídica, lo que contraviene y las claras las normas más elementales de los derechos humanos, de la carta europea de los derechos y del debido proceso; curiosamente, quien pudiera creerlo, estribillo que suelen recitarle los gobernantes de la Unión Europea a gobiernos «tercermundistas» cuando le hablan del «buen gobierno» y de esos brebajes que le dan a modo de sorbos y con los que en apariencia pretenden redimirlos de su estado de barbarie y de incivilización. Muchos de los que aprobaron la Directiva son finos recitadores de Hans Kelsen y dicen fundar sus patrones de conducta en probados sentimientos cristianos, sin embargo, en la votación de ayer en la Eurocámara dejan entrever sus múltiples miserias y «las violencias atmosféricas» como diría Frank Fanon que le dan dirección y sentido a sus fecundos y bien construidos racismos.

La Directiva del Retorno como eufemísticamente se le ha denominado, no sólo implica secuestrar a quien ha venido a Europa en busca de un mejor estar en el mundo. Ella supone, igualmente, que los que resulten fuera de la órbita de los contornos de Europa no pueden regresar más, al menos en cincos años, es decir, hasta cuando el ciclo de recuperación económica asi lo dicte y se les requiera de nuevo y con urgencia para cumplir labores que los nacionales de la gran mayoría de los países de la Unión Europea no quieren ni desean ocupar por ser trabajos precarios, peligrosos y mal pagos.

Asimismo, este engendro jurídico y el cual constituye un monumento a la degradación humana no discrimina ni siquiera a los menores de edad; esos que dicen defender en fastuosas campañas publicitarias los principales líderes de Europa en una y otra cumbre. Contra los menores, muchos de los cuales han venido de países en guerra; las cuales por demás no pocos presidentes o primeros ministro de Europa estimulan o alientan, se tiene previsto que sean expulsados y llevados a sus países de origen u otro cualquiera, menos de Europa, y hasta ser entregado a instituciones que tengan por fin el cuidado de la infancia, —esto es surrealista, pues en España y en Francia, por ejemplo, este tipo de instituciones faltan o no cumplen su cometido-Y no sólo se trata de arrojarlos donde primero se pueda, sino entregarlos a tutores con quienes los menores expulsados no tienen ningún o casi ningún parentesco. ¿Esta es la Europa que promueve la defensa de la niñez y que dice en chirriante slogan que hay que defender a los niños/as porque de ellos/as es el futuro de la humanidad?

Poca duda hay que de la mano de los actuales mandatarios Europeos el mundo duro y agreste que nos refleja Charles Dickens en su fascinante obra de Olivert Twist, sigue estando presente en este mal llamado nuevo orden mundial, que de nuevo empieza a tener cada vez menos, pues las maquilas se están convirtiendo en el sustituto funcional de las plantaciones de siglos anteriores; que las bandas de migrantes que recorren el mundo y que expulsa con fiereza el neoliberalismo son los/as esclavos/as modernos/as, carente de humanidad y convertidos por la lógica del Imperio Global y su Corporatocracia en homo economicus y en homo sacer; y, por supuesto, que los/as exiliados/as, transterrados/as y solicitantes de asilo se han convertido en los/as supernumerario/as y en los/as más in-queribles e indeseables, —siempre que no sean, claro está, profesionales altamente cualificados y que respondan a sus necesidades de mano de obra especializada— dentro del sistema que hoy se modela y en donde la industria del miedo incubado como dispositivo de control juega un enorme papel en función de los intereses del gran capital y del poder. A esto últimos, es decir, a la población solicitante de Asilo, la Directiva les augura un retorno si no al países de donde vienen huyendo del dolor y la muerte, sí a un país tercero seguro como le denominan, que en muchos casos resulta más dantesco que el lugar de donde venía o vienen huyendo.

Por último, Europa con la Directiva en cuestión, como ya ha hecho en otros momentos, verbigracia, —cuando el surgimiento del sistema mundo colonial moderno—, se ha preciado de taxonomizar la dignidad humana. Ayer de la mano del cristianismo exaltó la razón indolente europea y en función de ella otrorizó y ninguneo al indígena hasta el punto de convertirlo en un ser sin alma, carente de civilización; por ende bárbaro, y en función de ello, sin duda, esclavizarlo y convertir sus riquezas simbólicas y materiales en algo propio y de lo que el res nullius28 pudo dar buena cuenta.

Así, ubicado en la hybris29 del punto cero Europa y lo Europeo jerarquizó a los otros mundos; al mundo africano lo condenó a la esclavitud e hizo de ésta la piedra angular de su íntima y escandalosa acumulación originaria de capitales; esa misma con la cual alimentó su prosperidad desde entonces y que hoy la reedita con el trabajo segmentado y precario de los/as descendientes de aquellos/as hombres y mujeres ninguneados/as y que sobrevivieron a la enfermedad de la civilización y el progreso; premisas éstas y en nombre de las cuales hoy serán expulsados/as no pocos/as de Europa, para que por fin este locus de enunciación pueda seguir engañando al mundo con su discurso hueco de los derechos humanos, la democracia y la libertad, ésta última que se le negará a muchos/as al verse constreñidos/as en un centro de internamiento, lo que nos dice que estarán en una especie de Guantánamo a la europea, pero sin George Bush y, quien sabe, no me atrevo a garantizarlo, que sin torturas ni torturadores.

Y si lo anterior lo hizo el viejo continente en nombre del cristianismo, fueron los cristianos del Partido Popular de Europa — no sin la crítica del Vaticano— los que hoy junto a un sector numeroso del Partido Liberal de los países de la Unión y un puñado de miembros del Partido Socialista Obrero Español, entre los que se cuentan 16 miembros del Partido de José Luis Zapatero, un entusiasta promotor de la Directiva, quienes impulsaron la medida para humillación de la población inmigrante y refugiada y para vergüenza de la Europa de progresía. «Europa ha creado una categoría inferior de seres humanos» ha dicho Claudio Fava, miembro italiano de la Eurocámara y quien en su día denunciara los vuelos de la CIA con la aquiescencia de los gobiernos de Europa. La razón no le falta a esta conciencia crítica, la cual se ha levantado ante el triunfo de esta estupidez. Igual crítica se han escuchado desde Amnistía Internacional y desde gobiernos como los de Evo Morales, Rafael Correa, del Presidente Lugo del Paraguay, Lula y otros más. Esta Directiva es una Vergüenza para Europa y una humillación para la humanidad misma. Actos como este claman justicia y ya es hora que repudiemos tanto oprobio junto y salgamos de una vez y por fin de este estado de totalitarismo de la indiferencia, pues hoy las baterías se enfilan contra los/as inmigrantes, gitanos/as y asilados/as, y mañana será seguro contra todos/as los que aún creemos que otro mundo es posible. Parafraseando a Francis Bacón, en este justo momento sólo a los ángeles se les puede permitir ser espectadores…, nadie puede aducir ni alegar ignorancia ante lo sucedido. Desde luego, Yo no soy ángel y no quiero serlo. Estamos advertido, Europa camina hacia una deriva racista y xenófoba y esto hay que pararlo y a tiempo.

1 Para una mayor comprensión analítica y conceptual de esta metáfora, recomiendo el trabajo de Bauman, Zygmunt, Vidas Desperdiciadas, la modernidad y sus parías, Barcelona, Paidos, 2004. Este trabajo es una excelente y singular elaboración para comprender el lugar que ocupan los/as solicitantes de asilo, los refugiados/as y la población inmigrante en general, convertidos por la lógica del desarrollo de sociedad contemporánea en seres supernumerarios y residuales.

2 Acerca de las actuales guerras o «nueva economía política de las Guerras» puede verse el trabajo el texto de Kaldor, Mary, Las nuevas Guerras, violencia organizada en la era global, Barcelona, Kriterio Tusquet, 2001. Igualmente, se puede ver la elaboración de Duffiel, Mark, las nuevas guerras en el mundo global, la convergencia entre el Desarrollo y la Seguridad, Madrid, La Catarata, 2001. Serie Relaciones Internacionales, dirigida por Francisco Peña. Para el contexto de África Subsahariana puede consultarse los trabajos de Ruíz-Giménez, Itziar, en particular, conflictos armados en África y mecanismos de resolución. En: África En el horizonte, introducción a la realidad socioeconómica del áfrica Subsahariana, trabajo colectivo, Jokin Alberdi et al, Madrid, La Catarata-Universidad Complutense de Madrid, 2006.

3 Estos comentarios fueron publicados en su día por distintos medios y han sido recogidos por la portada de la Revista Refugiados del UNHCR- ACNUR No 130, 2006.

4 Colville, Ruper, palabras e imágenes, ACNUR, Ibid. Pags 14-15

5 Op cit, pag 15

6 Una experiencia concreta sobre la realidad que se vive en un campo de refugiado puede verse en el trabajo realizado por Orru- Dessy, Alberto, transformaciones socioeconómicas y relaciones de poder provocadas por una intervención humanitaria. Enlace entre emergencia y desarrollo en el caso de Guinea Conakry, pags 355-387.En:Gimeno, Juan Carlos y et al, Conocimiento, Desarrollo y Transformaciones Sociales, aproximaciones antropológicas, Madrid, Sepha, 2007

7 El ACNUR en su último informe constata que Colombia es el país del mundo que más desplazados internos presenta en el mundo. Se calcula que en el país hay más de tres millones y medios de personas que viven y sufren el desplazamiento. La indefensión y el abandono estatal es lo que caracteriza a esta población. Si bien el Estado ha definido políticas públicas para intervenir en la situación, no menos cierto es que la Corte Constitucional en distintos pronunciamientos obliga a que el Gobierno del Presidente Álvaro Uribe le cumpla a esta población. El desplazamiento interno está en pleno crecimiento y el número de colombianos/as que han huido hacia países como Ecuador, Venezuela y Costa Rica, ante la imposibilidad de llegar a Europa, los EEUU o Canadá, sube y a ritmos crecientes. De este modo, Colombia transfiere a Ecuador y Venezuela el drama de los/as refugiados/as y encima no escatima esfuerzos en atacar a dichos gobiernos, a quienes acusa de ser acólitos de la insurgencia.

8 Ver, Joly, Daniele, Asilo europeo y convergencia global. El refugiado héroe antaño, paria hogaño. En Blanco Cristina (Editora) Migraciones: nuevas modalidades en un mundo en movimiento, Barcelona, Anthropos, 2007.

9 Figuras del espectáculo como Angelina Jolie, Juanes, Bono prestan su concurso para realizar campañas de sensibilización, pero, sin duda, esto es pretender curar el cáncer con tirita.

10 Joly, Ibid

11 Joly, op cit.

12 Nair, Sami, Y vendrán, las migraciones en tiempos hostiles, Barcelona, Bronce, 2006.

13 El bajo aumento de los refugiados/as contrasta con el aumento de los/as desplazados/as internos/as en el mundo. Y eso porque muchos no pueden salir de sus países de origen. Ver informe del ACNUR en: http://www.acnur.org/index.php?id_pag=5173

14 Bauman, Z, Ibid.

15 Pouilly, Cecile, ¿Puede pasar página la RDC?, Revista Refugiados del ACNUR, UNHCR-ACNUR, No 133, 2006.

16 Blanco, Cristina, (Editora) Migraciones: nuevas modalidades en un mundo en movimiento, Barcelona, Anthropos, 2007.

17 Op Cit.

18 Jean Piere Bemba, fue exvicepresidente, senador y recientemente candidato a la Presidencia de la República Democrática del Congo. En su día se levantó contra el Presidente Joseph Kabila. Recientemente la policía Belga le ha detenido, pues contra él pesa una orden de captura del Tribunal Penal Internacional por, al parecer, crímenes de Guerra y contra la humanidad acometidos en la República Centroafricana, ello, mientras actuaba como comandante en Jefe del Movimiento de Liberación del Congo.

19 Ibid.

20 Arent, Hannah, los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1999.

21 Robertson, Robbie, Las tres olas de globalización, historia de una conciencia global, Madrid, Alianza editorial, 2005.

22 Ibid, op cit

23 Bade, Klaus, Europa en movimiento, las migraciones desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días, Barcelona, Crítica, 2000.

24 Ibid.

25 Ibid.

26 La votación de la Eurocámara está configurada de la siguiente manera: 367 votos a favor, que reúnen los votos, del Partido Popular Europeo, (217), liberales (57), Europa de las Naciones (40), Partido Socialista (34), entre estos los 16 del PSOE, 6 de los independientes y 15 no inscritos. La abstención siguió la siguiente trayectoria: el PP (27), Partido Socialista 49, liberales 20, No inscritos 5, independientes 3 y verdes 2. En contra votaron así: Partido socialista 100, incluido los dos del PSOE, los 37 de Izquierda Unida, los 36 Verdes, los 11 independientes, los 7 liberales y sólo un miembro del PP europeo votó en contra.

27 Para muchos no es realista que Europa pueda expulsar de cuajo a ocho millones de indocumentados, pero lo cierto es que si se instalará un dispositivo del terror y el miedo. Sin embargo, hay que recordar que más de 200.000 mil personas fueron detenidas en el primer semestre de 2007 y 90.000 de ellas fueron expulsadas. Ver Diario El País, Madrid, Sección Internacional, pag 2. Junio 19 de 2008.

28 El res nullius, fue el concepto que usaron los romanos para despojar a otros pueblos de sus riquezas. Este viene a sostener que todas las cosas vacías son de patrimonio común a la humanidad hasta que alguien decide darle un uso y de este modo deja de ser algo común para convertirse en propiedad de alguien. Este principio expresado en el terra nullius fue el que esgrimieron los peninsulares en la modernidad primera al llegar a América y el resto de europeos a África. Así, el terra nullius se convirtió para los colonizados en el despojo de sus tierras, en el desplazamiento de los mismos, en su esclavitud y en la muerte misma. Para comprender mejor el papel jugado por el res nullius y el terra nullius en el proceso del colonialismo, puede verse el importante trabajo de: Gosten, Chris, Arqueología y colonialismo, el contacto cultural desde 5000 a.c hasta el presente, Barcelona, Bellaterra, 2008,

29 Sobre la manera cómo los peninsulares idearon al otro indígena, negro o mestizo y la manera como consagraron su dominio, puede verse el excelente trabajo de Castro- Gómez, Santiago, La Hybris del punto Cero, Ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750-1816), Bogotá, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2005.